El ser humano tiene tendencia a pensar que lo hace todo bien y que siempre tiene razón. Y va a ser que no. El problema se complica cuando se llega a tal punto de fanatismo que, con tal de que nos den la razón y convencer a los demás, somos capaces de manipular los datos. Y es ahí donde entran tanto los que están a favor como en contra del coche eléctrico. Son igual de malos y dañinos, como todos los extremismos.

Lo voy a explicar a mi manera. A mí me gustan los torreznos, los chuletones, el embutido, el jamón… Y sí, me pongo ciego. Demasiado, según esos análisis de sangre que siempre lleva a María, la buena de mi doctora, a decirme aquello de: “Miguel, estás en el límite… qué tal si vas poniendo un poco de freno antes de que haya que ponerte a dieta del todo?”
Yo ya sé que debería comer de una forma más sana. Pero es mi decisión hacerlo o no. Soy libre de decidir lo que quiero comer. ¿Acaso molesto a alguien? Quizá a algún ecologista, pero supongo que estará comprando algo en AliExpress sin preguntarse tan siquiera cuánto consume el barco en el que va a venir su paquetito por 1,46 euros. ¿Acaso hago algo ilegal? Dejadme que me muera cuando me tenga que morir, porque nadie sabe si me voy a morir por eso, de un accidente o de cualquier otra enfermedad. Igual la palmo de viejo, vaya usted a saber.
Me parece genial que haya gente que opte por ser vegano o vegetariano pero, igual que yo no les digo a ellos lo que tienen o no que comer, tampoco tienen por qué venir ellos a decirme lo que yo debo comer. Es un simple ejemplo, que nadie se sienta ofendido. Y, bueno, si se siente ofendido, pues ya tiene dos trabajos, porque desde luego que no era la intención…
Pues bien, con el coche eléctrico pasa igual. Los amantes del coche eléctrico le encuentran todas las ventajas del mundo a ese tipo de coche. Y, si a ellos les va bien optando por el eléctrico, pues genial.
Hace poco escuchaba una entrevista al supuesto experto en economía de una de las principales emisoras de radio de este país y soltó tal cantidad de sandeces por la boca en favor del eléctrico que estuve por escribirle. Desde que el precio medio del eléctrico en Europa es de 23.000 euros (desconozco de dónde sacó semejante dato. ¿Quizá tirando unos dados sobre un tapete?), a que a él le salía casi gratis moverse con su híbrido enchufable porque lo recargaba en su chalet con placas solares.
Suertudo tú, que tienes un chalet con placas solares que, supongo, te habrán puesto gratis por algún tipo de acuerdo publicitario, ¿no? Porque si no, a los 45.000 euros que como poco habrás pagado por tu PHEV (viendo donde vive, no creo que se mueva en el PHEV más barato del mercado…), habrá que ir sumando los 6.000 euros más de unas placas solares, como poco.

Esto, por mucho que te guste tu eléctrico o tu híbrido enchufable, es engañar, no informar. Está muy lejos de la realidad. Y que este lumbreras sea el experto en economía de una de las principales emisoras españolas, dice mucho del país en el que vivimos…
Por suerte, la gente no es tan gilipollas como muchos piensan, y por eso hay muchos que no consideramos al eléctrico como el modo de propulsión que necesitamos en este momento, sea por la razón que sea. ¿En el futuro? Tal vez. ¿Hoy? Ni de coña. Y es aquí donde está el problema: uno se empecina en convencer al otro de que se equivoca sea como sea, y eso termina por encabronar a la otra parte hasta tal punto que termina cogiéndolo un asco tremendo a todo al que pertenece a esa especie de secta en la que está el de la otra parte.
Al final, un coche es un coche, utilice el tipo de propulsión que utilice. “Es que es más ecológico, es que tiene menos mantenimiento, es que sale más económico circular con él…”. Que vale, que muy bien, que seas muy feliz. Pero a mí déjame seguir siendo feliz con el coche que yo haya decidido tener, entre otras cosas porque no tienes ni idea de dónde vivo, ni de qué tipo de recorrido realizo, ni de si tengo posibilidad de recargar o no en mi casa o en mi trabajo, ni de cuál es mi sueldo o de si estoy dispuesto a gastarme una cantidad X en un coche. Porque, a lo mejor, tengo un coche de segunda mano que me ha costado 5.000 euros y que me hace un servicio perfecto para mis necesidades. ¿Por qué voy a tener que cambiarlo por un eléctrico ahora mismo?
Todo se reduce a una palabra: respeto. A mí no me gustan los eléctricos. Pero se lo recomendaría a alguien si creyese que es su mejor opción de compra. Es más, tampoco me gustan los híbridos, y entiendo que hay muchos conductores que encontrarán en ese tipo de propulsión, y en todo lo que le rodea, su coche ideal. Y no te miento: a la semana, recomiendo unos cuantos híbridos…
Voy más allá. Me gustan mucho los diésel. Y, sin embargo, no recuerdo cuándo fue la última vez que recomendé uno porque, ahora mismo, un diésel de los actuales es un coche ideal solo para quien haga mucha carretera, sin recorridos cortos y evitando en cierta forma el tráfico urbano.
