Audi Quattro con motor central: muerto antes de llegar

Nicolás Merino
Nicolás Merino
Cuando Lancia y Peugeot amenazaron el dominio de Audi en los rallies de principios de los 80, se pensó un plan secreto para construir un nuevo automóvil. Pero una foto fue todo lo que se necesitó para detener en seco al Audi Quattro de motor central.

El Audi Quattro puede haber sido un rival formidable en el mudo de los rallies, pero su reinado como rey de esta disciplina duró poco. Después de ganar el Mundial en 1982, la pérdida del título ante el Lancia 037 de motor central en 1983 dio una pista del punto débil del Audi Quattro, y la llegada del Peugeot 205 T16, que tenía motor central y tracción total, hizo más patente el problema de la marca de los cuatro aros: necesitaban un coche con motor central.

Audi trató de mantenerse en en juego con el Sport Quattro de 1984, abordando las preocupaciones de los pilotos de fábrica sobre la agilidad con una distancia entre ejes más corta. Sin embargo, este esfuerzo dio tan poco beneficio que Hannu Mikkola y el campeón del mundo de 1984, Stig Blomqvist, que no tuvieron prisa por cambiar sus Quattro originales. Para 1985, la evolución del E2 trató de reducir la distribución de peso del morro, pero pasaba por alto el problema real: para mantenerse competitivo en el Grupo B Audi necesitaba un coche con motor central.

Audi Tradition: Quattro y cinco cilindros

Desafortunadamente, el personal de marketing de Audi y sus maestros en Volkswagen no estaban dispuestos a socavar el modelo de carretera Quattro sugiriendo que su diseño era imperfecto. Tampoco lo estaba Ferdinand Piëch, creador de Quattro y segundo al mando de Audi. A pesar de esto, el jefe de Audi Sport, Roland Gumpert, comenzó un programa secreto para hacer un modelo con motor central, en paralelo al desarrollo del Sport Quattro. Este plan se ensambló con tanto secreto que una vez se completó el prototipo para finales de 1984, se envió a una instalación de pruebas tras el Telón de Acero para asegurarse de que no serían descubiertos. Sin embargo, a principios de 1985, el Audi Quattro de motor central volvió a Europa y, durante unas pruebas en Austria, el medio Motorsport aktuell le hizo una prueba al prototipo, realizando una foto borrosa y un titular que rezaba lo siguiente: ‘La nueva bomba de Audi para rallies. ¿Dos años tarde?’

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Las consecuencias fueron inmediatas. Los jefes de Volkswagen estaban profundamente disgustados al descubrir un nuevo coche de rally sin su consentimiento y, dentro de las 48 horas posteriores a la aparición de la foto, Ferdinand Piëch se ocupo personalmente de la destrucción de todo lo relacionado con el proyecto del Audi con motor central. Algunos informes afirman que Piëch no sabía nada de este coche antes de la primicia soltada por la revista austriaca. Después de todo, si estuvieras rediseñando encubiertamente el Quattro, ¿te atreverías a decírselo al padre del coche? Otros relatos dicen que le dio luz verde a Gumpert porque, aunque amaba el Quattro, también le encantaba presidir una empresa que podía dominar los rallies. De cualquier manera, para evitar cabrear aún más a sus superiores de Volkswagen, Piëch tuvo que borrar todo rastro del Quattro con motor central.

Pero no fue del todo así. En la década de 1990, el coche que aparece en las fotografías que ilustran este artículo fue sacado de las entrañas de una instalación de Audi. No es uno de los dos prototipos originales con motor central (con tomas de aire detrás de las puertas y voladizos más abruptos) y tampoco estaba destinado para competir en el Grupo B. Esto parece ser una fusión de aquellos modelos, creado por un taller separado de Audi Sport, y con el nombre en clave RS 002. Estaba diseñado para competir en el Grupo S, la clase prototipo de rally propuesta tras la eliminación del Grupo B por las muertes de 1986.

Descubierto este modelo, se llevó al museo de Audi, donde permaneció hasta 2016. En ese momento, la división de vehículos clásicos de la marca con sede en Ingolstadt volvió a poner en marcha su motor de cinco cilindros. Desde entonces, esta maravillosa curiosidad ha salido a la luz en manos de ex pilotos como Hannu Mikkola y Walter Röhrl, los mismos hombres que podrían haberla utilizado para ganar campeonatos mundiales si la dirección hubiera estado abierta a la idea un un Quattro con motor central.