Hace ya casi 20 años que quien estas líneas suscribe tuvo ocasión de probar la primera generación del BMW X3. Concebido como el hermano pequeño del X5, llegaba en un momento en el que el segmento SUV empezaba a despegar con claridad. Hoy, la familia SUV de BMW está formada por el X1, el X3 y el X5, así como sus respectivas variantes coupé en forma de X2, X4 y X6. También hay un gigantesco X7, y hasta un iX3 y un iX completamente eléctricos. Ahora, el X3 recibe un restyling que, además de leves retoques estéticos y de puesta a punto, revitaliza la competitividad de este coche en su segmento gracias a la electrificación de casi todas sus versiones, aunque sea con una sencilla microhibridación en la mayoría de los casos.
Por lo demás, el X3 sigue siendo lo que era… en los últimos años. Porque, hoy, aquel concepto de X3 presentado en el año 2004 es más bien un X1, el modelo más vendido de BMW, incluso por delante de turismos como el Serie 1 o el Serie 3. El X1 tiene una longitud de 4,44 m, más cercana a los 4,56 m del X3 original que a los 4,70 metros que mide el X3 actual.
Así, el X3 actual ha escalado un peldaño, o dos, en lo que a exclusividad y sentimiento premium se refiere, y eso hace que nos encontremos con un coche fabuloso, pero también con un precio de partida que, en su versión más básica, se planta en los 52.600 euros, un precio muy alejado de los 38.000 euros que costaba un X3 20d en 2004.
El interior del X3 varía muy poco respecto a su antecesor. Por otro lado, en el X3 ha desaparecido el acabado básico; ahora, todos son xLine, una línea campera a la que se puede añadir el pack M Sport de esta prueba por 4.050 euros.
A diferencia del recién presentado Serie 2 Active Tourer, el X3 mantiene el mando giratorio xDrive y un montón de botones que facilitan muchísimo la manipulación de todas las funciones de coche. Eso, unido a una postura al volante muy cómoda gracias a los amplios reglajes (por cierto, los asientos deportivos ahora son de serie) y a una notable calidad de realización, hacen que el puesto de conducción sea excelente.
Las plazas traseras son muy amplias y tres adultos pueden viajar con bastante comodidad, aunque la plaza central es algo más incómoda por la forma del túnel de transmisión y de la consola central y también porque esa parte del asiento no ofrece la misma sujeción que las dos laterales. La banqueta no se desplaza longitudinalmente pero, por 178 euros, sí se puede variar la inclinación del respaldo. El maletero, con 550 litros, está a la altura de sus rivales.
La versión 20d de esta prueba apenas recibe modificaciones respecto a su antecesor, que ya ofrecía este mismo propulsor microhibridado con un sistema eléctrico de 48V, una batería 0,53 kWh y un pequeño motor eléctrico de 11 CV que asiste al 2.0 turbodiésel de 190 CV y con el que consigue la etiqueta Eco.
Salvo que vayamos a movernos básicamente por ciudad (caso en el que nos puede interesar más el X3 30e híbrido enchufable o el eléctrico iX3), esta mecánica del X3 es la opción más razonable de la gama. Además de ser de los X3 más asequibles, este 2.0 tiene fuerza de sobra y una respuesta muy voluntariosa, no gasta demasiado (unos 7 litros/100 km, muy razonable para sus 1.915 kilos) y va asociado a una caja de cambios automática de ocho marchas que funciona muy bien.
En cuanto a comportamiento, este X3 va genial… pero no deja de ser un SUV de casi dos toneladas. Eso hace que se sienta especialmente a gusto en autopista y carreteras rápidas, donde se muestra muy preciso y cómodo. En vías de montaña más reviradas sigue yendo bien, pero no esperes la agilidad de un Serie 3 con idéntico motor. ¿Y en campo? Puede defenderse muy bien porque el sistema de tracción total es muy bueno pero, si es tu objetivo, deja el acabado xLine de serie y ponle al menos unos neumáticos M+S.
Veredicto
El X3 sigue siendo un cochazo. Y, para viajar, esta mecánica diésel es ideal. ¿Su problema? El mismo que el de sus principales rivales: hay muchos SUV que nos harán muy felices por bastante menos dinero.