Cuando todavía estamos asimilando la llegada del Bugatti Chiron, el sustituto del mítico Bugatti Veyron y que apunta, como su predecesor, a marcar una época en el segmento de los coches hyperdeportivos, desde la firma italo-francesa ya están pensando en algunos detalles sobre su sucesor. Éste no debería llegar hasta la segunda mitad de la próxima década, pues se espera que la vida comercial del Chiron se extienda durante, al menos, ocho años más; sin embargo, ya sabemos que el encargado de tomarle el relevo contará con algún tipo de electrificación en su sistema de propulsión.
Así lo ha confirmado en una reciente entrevista el CEO de Bugatti, Wolfgang Durheimer, quien ha afirmado que «la electrificación va a llegar. El próximo coche aún está lejos de desarrollarse, pero ya estamos pensando en que incorporará sistemas de baterías que sirvan para alimentar varios motores eléctricos. Todavía estará lejos de ser un coche con un sistema de propulsión completamente eléctrico, pero sí que será necesario recurrir a la electricidad». Además, Durheimer también añadió que el Bugatti Chiron es la máxima expresión de lo que se puede conseguir mecánicamente sin ayudarse de la electricidad, lo que le valdría para convertirse en un clásico muy cotizado dentro de varias décadas.
Aun así, el mandamás de Bugatti no descartó «encontrar soluciones» para evitar la electricidad en un tercer modelo de esta saga, lo que implicaría esperar a la hibridación -o electricidad 100%- unos 15 o 20 años, que sería cuando llegase el cuarto modelo de este tipo. Mientras tanto, los últimos rumores acerca del Bugatti Chiron apuntan hacia una versión Grand Sport que mejoraría las ya de por sí impresionantes prestaciones del Chiron ´normal´.
Conviene recordar que el Bugatti Chiron esconde en sus entrañas un increíble propulsor de gasolina de 8.0 litros con cuatro turbos y 16 cilindros en una configuración de con forma de W. La potencia resultante de esta combinación son unos sorprendentes 1.500 CV y un par motor máximo de 1.600 Nm. Toda la fuerza es enviada a las cuatro ruedas a través de una caja de cambios automática de doble embrague, con lo que este coche es capaz de alcanzar los 420 km/h de velocidad punta. Una cifra máxima que está limitada de manera electrónica para no comprometer la seguridad ni la fiabilidad de sus componentes.