Citroën C4 Cactus

¿Un todo camino? No. ¿Un compacto? Tampoco. Vale, ¿un urbano? Frío… ¿Entonces, qué es el C4 Cactus? Desde que regresé de la presentación de este Citroën –que muestra la filosofía de los próximos modelos de la marca–, éstas son algunas de las preguntas que más me hacen.

Y lo cierto es que cuesta encasillar al C4 Cactus, porque no hay nada parecido.

Su abombada carrocería de cinco puertas –con los Airbumps; piezas plásticas, disponibles en cuatro colores, con cámaras de aire para evitar pequeños golpes– le da un aspecto de todo camino, pero no tiene tracción total –sólo delantera– y su altura es idéntica a la de un C4: 1,48 m.

Por longitud, con 4,16 m, queda a medio camino entre un urbano y un compacto, y emplea una variante de la plataforma del C3 con 2,60 m de batalla –como el C4–.

El Cactus estará disponible con dos motores gasolina 1.2 de 82 CV –atmosférico, con cambio manual de cinco marchas o automático de seis– o 110 CV –turbo, manual de seis velocidades–, mientras que en diesel habrá un 1.6 e-HDI de 92 CV –automático de seis marchas– y un 1.6 BlueHDI de 100 CV –manual de seis relaciones–.

Este último registrará un consumo de 3,1 l/100 km, gracias a que el Cactus será muy ligero; de hecho, el 1.2 VTI pesará sólo 965 kilos, gracias al empleo de piezas de aluminio como el capó o a prescindir de elementos como los elevalunas traseros –tienen apertura de compás–.

Por dentro, el Cactus cuenta con un maletero de 358 l y unas plazas traseras correctas pero menos espaciosas que las de un C4 normal.

Lo más llamativo es su consola central, donde destacan las dos pantallas digitales, o los asientos delanteros, que parecen estar unidos como si se tratase de un sofá gracias a una pieza tapizada situada entre los dos.