El límite de la autonomía de las baterías y la infraestructura de puntos de carga son dos de los grandes hándicaps que a día de hoy suponen un freno para la electrificación del parque móvil. Las baterías de litio que emplean los vehículos eléctricos tienen una vida útil bastante limitada, en parte por la aplicación del grafito, uno de sus materiales principales.
A nivel técnico, el grafito hace las funciones de polo negativo y reacciona con el polo positivo, gracias a una solución de sal de litio haciendo que la batería cargue o descargue su energía. En este sentido, el científico Nitash Balsara, de la Universidad de Berkeley (California), señala en un artículo publicado en el medio especializado ‘Nature’ que la limitación del grafito tiene que ver con su porosidad: «Si intentas hacer pasar litio demasiado rápido (carga), el litio no penetra en el grafito, se queda en el exterior y eso es peligroso».
Ante esto, surge la necesidad de encontrar un material que cubra esta limitación. Un material que ya ha sido anunciado por varios investigadores de la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología rusa en colaboración con un grupo de investigadores internacionales. Este componente permite triplicar la capacidad del grafito y multiplica sus ciclos de carga por cinco si los comparamos con otros materiales alternativos.
La síntesis de este nuevo material se lleva a cabo mediante un método de pirólisis. Una solución acuosa, con iones de diferentes metales, se convierte en vapor con la ayuda de ultrasonidos y temperaturas de 1.200 °C. Así se descomponen los metales salinos dando lugar a unas microesferas con la porosidad necesaria para que los iones de litio circulen sin problema.
Más allá de esta nueva tecnología, los científicos rusos aseguran que también están trabajando para conseguir soluciones aún más eficientes. A principios de año, la empresa isarelí StoreDot adelantó unas baterías capaces de cargar un coche en tan sólo cinco minutos que prescinden del grafito en su composición. Esta compañía ha recibido el respaldo financiero de gigantes electrónicos como Samsung, por lo que la aplicación de sus baterías podría darse más allá del sector automotriz.
En esta misma carrera, Toyota ha anunciado que está trabajando en unas nuevas baterías de estado sólido que serán más potentes y ligeras. Según el fabricante japonés, los futuros vehículos que estén dotados con este sistema podrían admitir cargas ultrarrápidas de 10 minutos consiguiendo una autonomía de 500 kilómetros. Según afirma el portal CNet, General Motors también está trabajando en baterías de estado sólido. Su objetivo es aún más ambicioso y busca alcanzar una autonomía de un millón de millas (1.609.344 kilómetros).
Y si hablamos de baterías y vehículos eléctricos no podemos olvidar a Tesla. Según Elon Musk, la producción de baterías es la limitación más importante para el futuro de la energía sostenible. En este sentido, la compañía estadounidense apuesta por baterías con ánodos de silicio, que funcionan con silicio y oxígeno en lugar de grafito. Esta técnica, permite aumentar la autonomía de sus coches en un 20%.