¿Me puedo fiar del Jeep Grand Cherokee CRD?

La adquisición de cualquier vehículo de segunda mano supone siempre un cierto riesgo –más tratándose de un automóvil que dejó de venderse hace ocho años– que podemos reducir con un buen examen previo a la compra. Dicho lo cual, no tenemos nada que objetar sobre la fiabilidad de este modelo. Su nivel de confort para rodar por asfalto está bastante logrado para tratarse de un vehículo de doble eje rígido. Es cierto que su consumo no es como el de una berlina de tamaño similar, pero teniendo en cuenta su condición de todoterreno y su cambio automático, podemos considerarlo como bueno, ya que se mueve entre los 10 y los 12 litros cada 100 kilómetros.

El motor, de procedencia alemana, tiene fama de sobrio y robusto. El cambio automático es razonablemente fiable. El punto más débil de estos coches se encuentra en los grupos cónicos de los diferenciales. En cuanto a sus posibilidades fuera del asfalto, si exceptuamos las limitaciones propias de su tamaño, está sobrado para el uso que pretendes darle. Es más, a buen seguro que más de uno se quedará sorprendido por sus prestaciones. Sus ejes rígidos, sus tres diferenciales autoblocantes, la suavidad del cambio automático, la reductora y las bondades de su propulsor le otorgan argumentos más que suficientes para salir airoso de situaciones complicadas.

Dicho todo esto, nos falta saber la edad concreta del vehículo y su kilometraje. La edad no está directamente relacionada con las grandes averías, pero sí que es verdad que los desajustes, plásticos que se rompen, juntas que dejan de garantizar la estanqueidad, etc. se multiplican con el paso del tiempo.

Con respecto al kilometraje, nosotros no adquiriríamos el Grand Cherokee si cuenta con más de 200.000 kilómetros. Teniendo en cuenta que haces 25.000 kilómetros al año, en cuatro años te habrás plantado en los 300.000, y es muy probable que a partir de ahí e incluso antes comiencen los problemas mecánicos.