El Santa Fe no fue uno de los modelos más importantes de Hyundai a principios de este siglo. Las sucesivas generaciones crecieron en tamaño a la vez que perdían peso dentro de la gama, debido al cambio de tendencias del mercado.
La cuarta entrega se sitúa como el ‘buque insignia’ de la marca coreana por tamaño -4,77 metros de longitud-, calidad de acabado y posibilidades de equipamiento. Respecto al anterior modelo, desaparece la carrocería larga -Grand Santa Fe- y todas las versiones ofrecen de serie siete plazas, con una tercera fila algo justa para adultos -por altura y espacio para las piernas- aunque con un acceso más cómodo que en la mayoría de sus rivales.
En la gama de motores la principal novedad es la introducción del gasolina 2.4 GDi con 184 CV, que llegará a finales de año, así como un diésel 2.0 CRDi con 185 CV que estará disponible en 2019. Se mantienen tanto el 2.0 CRDi de 150 CV, sólo con tracción delantera y cambio manual, y el 2.2 CRDi de 200 CV.
Moderno y con un acabado impecable
La calidad de terminación es una de las virtudes del habitáculo. Está a la altura de las alternativas premium, como el Volvo XC60, además de disfrutar de un diseño moderno. La pantalla central es de 8″ en las versiones equipadas con navegador -a partir del Tecno- y de 7″ en el resto. Son de serie, en toda la gama, el climatizador bizona y el ajuste lumbar eléctrico del asiento del conductor, entre otros elementos.
Las plazas delanteras son grandes y confortables, y en el acabado superior Style cuentan con ventilación integrada. La segunda fila no destaca en ningún aspecto, si bien tres adultos no muy voluminosos pueden viajar con cierta holgura. Ofrece un sistema de acceso muy cómodo para la tercera fila, que sólo requiere pulsar un botón para deslizar el asiento.
En general, convence
Al igual que su antecesor, el nuevo Santa Fe no sobresale en ningún aspecto. Cabe destacar que, pese a su tamaño y peso -los diésel están por encima de 1.800 kg-, la sensación es la de conducir un coche más pequeño y ligero.
Por el momento sólo hemos podido conducir el motor más potente, el 2.2 CRDi de 200 CV, unido a la caja de cambios automática de ocho velocidades y tracción a las cuatro ruedas. Sobre el papel ofrece unas buenas prestaciones, aunque en la carretera da la impresión de acelerar poco y le cuesta recuperar velocidad; un Skoda Kodiaq 2.0 TDI 190 CV, por ejemplo, es mejor en este sentido.
La dirección es uno de los aspectos destacables: ofrece tres grados de dureza -en función del modo de conducción elegido- y resulta precisa. La suspensión es muy confortable y, sin embargo, no permite un balanceo excesivo de la carrocería. Por último, la insonorización del motor es buena, mientras que las ventanillas y retrovisores provocan algo de ruido aerodinámico.
- Lo mejor: Tiene un equipamiento completo, es amplio y está bien acabado.
- Lo peor: Es más caro que algunas de sus alternativas. Prestaciones normales.
Versión probada: 2.0 CRDI Tecno 200 CV
Motor | 4 cilindros, diésel, 2.199 cc, 4 válvulas por cilindro |
Potencia | 200 CV a 3.800 rpm |
Par | 440 Nm de 1.750 a 2.750 rpm |
Largo / ancho / alto | 4,77 m / 1,89 m / 1,68 m |
Velocidad máxima | 205 km/h |
0-100 km/h | 9,3 segundos |
Consumo mixto | 6,3 l/100 km |
Emisiones CO2 | 158 g/km |
Maletero | 547 litros |
Peso | 1.950 kg |
Cambio | Automático, 8 velocidades |
Tracción | Total |