Nuevo modelo ya a la venta

Mercedes CLS 63 AMG Shooting Brake

En 2004, mercedes inauguró el, ahora tan de moda, segmento de las berlinas-coupé. Ocho años después, y a partir de la segunda generación de este modelo, se atreve a presentar una versión familiar que no tiene clasificación alguna. Y como todo buen Mercedes, viene con una explosiva versión


Seguramente te suenen esos anuncios de televisión que terminan con el eslogan «Algo está pasando en Mercedes». Creo en el poder persuasivo que la publicidad tiene en las personas, pero también sé que, en ocasiones, hay una larga distancia entre la realidad y la descripción que el mundo del márketing hace de la misma. Por eso, me ha llamado la atención esa campaña publicitaria de Mercedes, porque parece que realmente sí está pasando algo en la marca alemana: apuestan firmemente por la tecnología eléctrica –los recién presentados SLS e-Cell y Clase B eléctrico son una buena prueba–, se esfuerzan en ajustar los precios de los modelos ‘de acceso’ para plantar cara ‘de verdad’ a vacas sagradas como el BMW Serie 1 o el Audi A3 –nos referimos al Clase A que, incluso, se ha cambiado de segmento–… y, ahora, sobre la base de la segunda generación de la berlina-coupé CLS –que se presentó en 2010–, diseña una carrocería familiar tan característica que no tiene competencia –al menos, hasta que Porsche de luz verde al Panamera Sport Turismo…

Por cierto, ¿qué es Shooting Brake?

No te molestes en traducirlo al español, porque obtendrás un vocablo sin sentido alguno. En el siglo XIX, la expresión Shooting Brake se empleaba para identificar a los vehículos que se usaban para ir de caza y que tenían capacidad en su parte trasera para transportar todos los utensilios de cacería. Actualmente, este término es el que se utiliza para referirse a aquellos vehículos que combinan una carrocería coupé con una zaga de aspecto ranchera en la que hay un generoso espacio de carga –un ejemplo reciente es el del Ferrari FF–. De hecho, el maletero del CLS Shooting Brake cubica 590 litros, gracias al rediseño de la parte trasera de la carrocería –frente a los 520 l el CLS ‘normal’–. Además, resulta visualmente evidente que la línea exterior de este vehículo no está en consonancia con la de ningún otro familiar. Por otro lado, esta variante AMG del Shooting Brake es tan discreta como la versión coupé: respecto al resto de la gama, apenas se diferencia por los paragolpes, los escapes, las aletas ensanchadas y las llantas, que son de 19″.

Madera, aluminio…

Maletas con billete en business class

Es normal que los coches de lujo se desvivan por el confort de sus ocupantes, pero lo que no es tan común es que pongan un cuidado idéntico en el emplazamiento del equipaje. De forma opcional –por 1.273e–, el suelo del maletero del Shooting Brake puede ser de madera de cerezo en contraste con marquetería de roble negro y raíles de aluminio. Para su fabricación, se emplean láminas de enchapado que se disponen en cinco capas cruzadas y se comprimen. Después, se fresa y se realza el atractivo de la madera en su parte superior. Mercedes asegura que este suelo de maletero está inspirado en la cubierta de los yates de lujo.

Lo bueno es… que hay muy pocas novedades

La mejor noticia para el Shooting Brake es que sigue siendo un CLS y, por ello, conserva su excelente comportamiento, su sorprendente agilidad y un aplomo sobresaliente en el eje anterior –como sus parientes E63 AMG y CLS 63 AMG Coupé, desecha los fuelles neumáticos delanteros de la suspensión Airmatic en favor de unos muelles helicoidales de los de toda la vida que proporcionan mejor control del movimiento vertical de la carrocería en caso de viajar con mucha carga–.

Es una auténtica lástima que, en la bella ciudad italiana de Florencia donde nos encontramos para realizar la prueba, esté lloviendo ‘a mares’, con la consiguiente merma en visibilidad y adherencia. Probablemente, estas condiciones tampoco nos van a permitir saber si se notan en conducción deportiva los 85 kilos extra que supone esta carrocería frente a la de un CLS ‘normal’ –las dimensiones no cambian–.

Introduzco la llave en el contacto y la giro –esta unidad carece del sistema opcional Keyless Go, tan bueno como caro: 1.341e–. El bramido inicial es bastante menos extrovertido que en anteriores AMG, pero basta superar las 3.000 rpm para que haga acto de presencia un rugido que parece interpretado por una docena de Ford Mustang Fastback de 1967. El cambio automático es el AMG Speedshift MCT –es decir, la conocida 7GTronic… en la que el convertidor de par se ha reemplazado por un embrague multidisco–, y teniendo en cuenta que su respuesta en modo manual sigue sin ser del todo instantánea, la opción más inteligente es seleccionar alguna de las tres posiciones automáticos –Confort, Sport o Sport+– y dejar que el cambio se ‘exprima el coco’ para sacar, en todo momento, lo mejor del propulsor.

Y ese motor no es uno cualquiera: tiene 525 CV a sólo 5.250 rpm y su entrega de potencia es muy lineal. Prácticamente no existe ningún retraso en la respuesta de los turbos: está tan bien afinada que casi parece que conduces un V12 atmosférico… aunque en ningún momento parece tan abrumadoramente rápido como un BMW M5.

Por otra parte, la capacidad de tracción del Shooting Brake resulta igual o mejor que la del CLS coupé, ya que los 85 kg de peso extra del nuevo modelo descansan sobre el eje posterior, pero como hemos dicho, las condiciones climatológicas son muy adversas y, aun con el control de tracción conectado y el modo Confort del AMG Drive Unit seleccionado –que suaviza la respuesta del motor–, los ‘rodillos’ traseros de 285 mm de ancho comienzan a patinar a poco que pises con cierta decisión el acelerador. El dispositivo AMG Drive Unit también cuenta con un programa Sport y un Sport+ y, asimismo, altera el funcionamiento del cambio, el nivel de intrusión del control de estabilidad y la dureza de la dirección y de la suspensión –esta última tiene tres niveles de firmeza–. En cuanto a la dirección, ofrece el mismo tacto exquisito que en el CLS 63 AMG coupé: resulta directa, precisa y simplemente adictiva a las manos del conductor.

Si quieres la ‘súper versión’, tendrás que darte prisa

Tal y como sucede en el CLS 63 AMG coupé, existe un ‘pack deportivo’ que aumenta la potencia en 32 CV y el par en 100 Nm, llegando así a las cifras de 557 CV y 800 Nm –lo consigue incrementando la presión de los turbos de 1,0 a 1,3 bares–. Pero en el Shooting Brake, ese pack no se llama Performance Package como en el CLS ‘normal’, sino Edition 1 y sólo se ofrecerá durante los primeros seis meses de vida de este modelo. Cuesta 9.796e y también incluye una pintura metalizada especial de tono gris mate, tapicería de cuero blanco, unos guarnecidos y molduras específicas en el interior y alfombrillas de velours. Con este paquete, el CLS 63 AMG Shooting Brake acelera de 0 a 100 km/h en 4,3 segundos –tarda una décima menos que sin él–. Lo que no cambia es el consumo –en ambos casos registra 10,1 l/100 km– y la velocidad máxima, que está limitada a 250 km/h, a no ser que se paguen los 4.068e que cuesta trasladar ese limitador hasta los 300 km/h –en el precio también se incluye un curso de conducción AMG–.

Racionalmente hablando, puede que el Shooting Brake no tenga mucho sentido si tenemos en cuenta que un Mercedes E63 AMG con carrocería familiar y el mismo motor cuesta casi 12.000e menos y ofrece 105 litros más de maletero. Eso sí, si tu nivel de elegancia y distinción no concuerda con la ‘vulgaridad’ de una ranchera convencional, quizás el Shooting Brake sea el coche ideal.

La calidad de materiales en el interior está a un nivel acorde con el precio de este modelo. Además, se diferencia del habitáculo de un CLS ‘normal’ por los asientos de cuero deportivos, el volante achatado y un túnel central, que alberga una palanca de cambio específica y los mandos de la suspensión AMG Ride Control y del AMG Drive Unit –que altera la configuración dinámica del coche–.

El propulsor 5.5 V8 biturbo es el mismo que utiliza la última hornada de modelos AMG. Abajo: El emblema de Affalterbach –localidad donde tiene la sede AMG– adorna el minúsculo pomo del cambio.

Sus detalles…
Para enmarcar…

Mastodóntico el empuje del motor a cualquier régimen es… Increíble.
Envolvente el equipo bang&olufsen es caro –5.634e– pero es ‘de 10’.
Hágase la luz la iluminación led –de serie– funciona casi a la perfección.
De sobra la potencia de frenada y el tacto del pedal son ejemplares.
Pies de plomo el maletero es tan pulcro que da coraje mancharlo o dañarlo.
Escasa la altura de las plazas traseras sigue siendo el gran talón de aquiles.
Y siguen… Mercedes continúa usando el freno de estacionamiento de pedal.
Imponentes… Pero carísimos: los frenos carbocerámicos cuestan 14.464e.

MERCEDES CLS 63 AMG SB
Motor: Gasolina, biturbo, 5.461 cc, V8, 525 CV a 5.250 rpm; 700 Nm desde 1.750 rpm.
Cambio: Automático de siete velocidades.
Tracción: A las ruedas traseras.
Prestaciones: 0 a 100 km/h en 4,4 seg. Vel. máx.: 250 km/h (limitada).
Consumo: 10,1 l/100 km.
Peso: 1.955 kg.
Valoración ♦♦♦♦
Lo mejor y lo peor
+ Rendimiento del motor y calidad de materiales
– Precio del coche… y de las opciones

 

Mercedes-Benz CLS