Mercedes siempre se ha caracterizado por su atrevimiento a la hora de explorar nuevos nichos de mercado. ¿Recuerdas el Clase R? De acuerdo, puede que no sea un buen ejemplo de acierto, pero en este caso lo importante es que se atrevieron a hacer algo diferente al resto.
Con el GLB no han arriesgado tanto como se hizo con el Clase R, que empleaba la chasis del Clase S (eran otros tiempos…). El GLB está basado en la sencilla plataforma de motor transversal y tracción delantera, la misma, como el Clase A, el GLA o el Clase B, entre otros. Es necesario hacer mención a este punto ya que, por longitud, el GLB está prácticamente empatado con el GLC, un modelo totalmente diferente, con motor longitudinal.
Gracias a su configuración mecánica, el habitáculo del GLB es más amplio que el de su hermano mayor y, lo que es más importante, puede albergar una tercera fila de asientos en el maletero. En caso de prescindir de ella contamos con un maletero de 570 litros, es decir, 20 litros más que el GLC.
El hecho de contar con siete plazas reduce las alternativas al GLB a un puñado de modelos; de hecho, si restringimos la longitud a 4,70 metros, empleando la base de datos de JATO Dynamics, únicamente nos aparecen tres opciones: Land Rover Discovery Sport, Nissan X-Trail y Skoda Kodiaq. El japonés tiene un hándicap respecto, ya que Nissan ha decidido eliminar los motores diésel de la gama.
Prueba del Mercedes GLB 200 d: así es por fuera y por dentro
No me gusta entrar a valorar la parte estética de un coche, aunque en el caso del GLB me ha parecido interesante ver las reacciones de amigos y familia… y no han sido positivas. Está claro que Mercedes ha dejado en segundo plano la estética en favor de la practicidad. Lo cierto es que no se parece en nada ni al GLA ni al GLC, algo que le dota de personalidad propia… aunque no sea del gusto de todos.
En el habitáculo, sin embargo, nos encontramos con un salpicadero prácticamente calcado al del GLA, con una calidad correcta (ambos están por debajo del GLC en este aspecto) y una buena ergonomía, siempre teniendo en cuenta las particularidades de Mercedes (los limpiaparabrisas están integrados en el mismo mando de los intermitentes).
El acceso al interior es realmente cómodo y hay mucho hueco para las piernas en las plazas traseras, que además disfrutan de una altura al techo realmente holgada que ayuda a aumentar la sensación de espacio. La ubicación del selector del cambio, a la derecha del volante, también favorece que haya mucho hueco libre en la consola central, algo que se agradece cuando llevamos las manos llenas.
En cuanto al equipamiento, solo un consejo: invierte 1.276 euros en equipar el paquete Advantage que, entre otros elementos, añade los espejos plegables eléctricamente, la cámara de marcha atrás, el navegador y el cuadro de mandos de 12,3”. Este último elemento es, sin duda, de los mejores que hay en el mercado por posibilidades de configuración, información y facilidad de uso. Por cierto, la tercera fila de asientos es opcional, y no precisamente barata: 1.150,61 euros. Además, las dos plazas apenan tienen poco espacio y su uso para adultos está restringido a emergencias.
Prueba del Mercedes GLB 200 d: así va
El motor elegido para esta prueba es el de acceso a la gama diésel y, según el configurador de la web comercial de Mercedes, es el más demandado. Se trata de un bloque 2.0 de 150 CV que arroja un consumo medio de 5,5 litros cada 100 kilómetros y una aceleración de 0 a 100 km/h en 9 segundos. Está asociado a una caja de cambios manual automatizada, con doble embrague y ocho velocidades.
El resultado sólo puede calificarse de satisfactorio. El conjunto motor-cambio tiene un funcionamiento agradable en general, las prestaciones son más que suficientes y el consumo se mantiene siempre en cifras más que razonables, en el entorno de los 6 o 6,5 litros cada 100 kilómetros. En este sentido, el depósito de 52 litros limita algo la autonomía, que raramente superará los 800 kilómetros en condiciones reales.
La postura de conducción es elevada, notablemente más que en el GLA, y la visibilidad es excelente. El ruido de rodadura y el aerodinámico es sorprendentemente bajo, dadas las formas rectilíneas de la carrocería, algo que colabora en que los viajes sean realmente confortables.
Prueba del Mercedes GLB 200 d: precio
Todos los estudios señalan que el diseño es uno de los factores principales para decantar la compra de un coche. Aunque también hay un amplio grupo de clientes que, por motivos familiares o meramente prácticos, dejan de lado el aspecto estético en favor de disponer de un amplio habitáculo y un maletero muy capaz.
De aquí saldrán la inmensa mayoría de clientes del GLB ya que cumple con estos preceptos mejor que ningún otro modelo de su entorno de precio. Este, por cierto, es de 45.061 euros, una cifra más que razonable dada la escasa oferta disponible (el Land Rover Discovery Sport, su principal rival, supera los 50.000 euros), si bien no está acompañada de un equipamiento de serie abundante; elementos como la cámara de marcha atrás o la conectividad para teléfonos Android/Apple se pagan aparte.
Ficha técnica del Mercedes GLB 200 d 8G-Tronic
- Motor: Diésel, turbo, 4 cilindros en línea, 1.950 cm3
- Potencia: 150 CV de 3.400 a 4.400 rpm
- Par máximo: 320 Nm de 1.400 a 3.200 rpm
- Tracción: A las ruedas delanteras
- Caja de cambios: Automática, ocho velocidades
- Frenos del./detrás: Discos ventilados/discos
- Dimensiones: 4,63/1,83/1,66 metros
- Peso: 1.605 kg
- Neumáticos: 225/45 R18
- Maletero: 570 litros
- Depósito combustible: 52 litros
- Velocidad máxima: 204 km/h
- Aceleración 0-100 km/h: 9 segundos
- Consumo medio: 5,5 L/100 km
- Emisiones CO2: 144 g/km