En 2013, Mercedes decidió meterse en el segmento de los SUV compactos premium con el GLA, un derivado del exitoso Clase A. Su gran problema es que era un coche de poca vocación familiar, y su éxito no fue tan bueno como esperaban.
Por eso, y aprovechando la llegada de la segunda generación del GLA, han doblado la apuesta: el GLA sigue siendo un SUV de aspecto más deportivo, pero han creado un sucedáneo más grande, práctico y espacioso que han bautizado como GLB por un sobreprecio de 1.875 euros. Aquí tienes toda la gama y sus precios.
Así, el GLB es un modelo de cinco puertas y 4,63 metros (22 cm más que el GLA), disponible con cinco o siete plazas (desde 1.037 euros, en función del motor) y un aspecto menos deportivo que el del GLA en la parte trasera, con un perfil más cuadradote para favorecer la capacidad de carga de su enorme maletero, que oscila entre los 500 y los 760 litros en función de la posición de la banqueta trasera corrediza y de si tiene o no esa tercera fila de asientos.
Así es el interior del Mercedes-Benz GLB
El interior cuenta con un salpicadero idéntico al del GLA; las cosas cambian a partir de las plazas traseras. El puesto de conducción destaca porque casi todo depende de la pantalla táctil central, algo que queda muy bien… pero resta practicidad, eficacia y seguridad para manejarlo en marcha. La postura al volante es cómoda, el asiento sujeta bien y, por calidad y presencia, obtiene muy buena nota.
Las plazas traseras destacan en altura y espacio para las piernas frente al GLA, pero no en anchura; para que tres adultos vayan cómodos, mejor que estén en forma.
El maletero es muy grande. Hay tanto espacio que se echa en falta, aunque sea en opción, algún sistema que permita dividir la carga para colocar pequeños bultos. Tiene redes a los lados y apertura eléctrica de manos libres de serie.
Así va en marcha
El 250 es, con su motor 2.0 turbo de 224 CV, el GLB gasolina más potente si exceptuamos al AMG 35. El motor va sobrado a cualquier régimen. Eso le permite mover con agilidad los 1.670 kilos del GLB, que no es poco peso. Gracias al cambio automático de doble embrague y ocho marchas, es perfecto para viajar de forma sosegada con una importante reserva de potencia por si es necesaria. Eso sí, el consumo es elevado: no lo bajarás de 9 L/100 km, y eso si vas por carretera y con calma.
Por comportamiento, el GLB tiene unas reacciones un poco más torpes que el GLA en curvas porque pesa 70 kilos más y tiene 10 cm más de batalla, pero es mejor por aplomo y comodidad. No va nada mal, pero donde mejor se defiende es en autopista y en vías secundarias con curvas de radio amplio. Tiene una suspensión excelente, una dirección muy precisa y unos frenos que cumplen sin rechistar.
¿Y en campo? Tiene un buen sistema de tracción total y eso, con unos neumáticos M+S, le hace eficaz en pistas embarradas o sobre nieve. Nuestra unidad, con unos deportivos Pirelli PZero de asfalto y 19″, no podía brillar fuera del asfalto.
Veredicto
El GLB soluciona todas las limitaciones del GLA como familiar, destacando por maletero. Por lo demás, es un coche excelente, pero vale lo que vale y basta con menos motor.