El Mercedes-Benz GLC Coupé es el tercer modelo inédito de la creciente familia todoterreno de Mercedes, tras la aparición de los Mercedes GLA (en primavera de 2014) y GLE Coupe (hace apenas unos meses). Está emparentado con la berlina Clase C y con el todoterreno (o, más bien, todocamino) GLC, que el año pasado sustituyó al GLK.
Mercedes GLC Coupé vs Mercedes GLC
Hechas las presentaciones, el Mercedes GLC Coupé difiere bastante del GLC convencional, no solo en su aspecto, sino también en sus dimensiones y comportamiento. Respecto a aquellas, el Coupé es ocho centímetros más largo y cuatro más bajo, si bien su batalla es idéntica. Pero lo que más nos ha llamado la atención después de conducirlo es el gran trabajo logrado en materia de comportamiento.
Mercedes GLC Coupé: comportamiento
La principal responsable de las buenas sensaciones en este apartado es la suspensión neumática opcional Air Body Control, que incluso en el ajuste más deportivo (Sport+) resulta suficientemente confortable al tiempo que el vehículo gira plano y aguanta fuertes frenadas sin cabecear. El Mercedes GLC Coupé monta, además, una dirección con una relación más directa, la cual, a pesar de ser rápida y muy precisa (al menos con los neumáticos opcionales 225/45-20 montados por las unidades probadas), transmite menos información al volante que otros automóviles de corte más deportivo, como el BMW X4.
Las buenas impresiones en materia dinámica son especialmente significativas en esta ocasión, ya que Mercedes escogió las ratoneras carreteras de montaña que comunican diferentes poblaciones del Valle de Aosta (Italia) para que pudiéramos poner a prueba sus vehículos. La primera unidad que condujimos era un GLC Coupé 250, que monta el motor de gasolina de dos litros, sobrealimentado, que ofrece un rendimiento de 211 CV y 350 Nm. Se ofrece desde 52.000 euros, tiene una respuesta agradable, un precioso sonido de escape (nada molesto, pero que aumenta notablemente de intensidad a plena carga) y unas prestaciones suficientes para moverse con agilidad entre el tráfico.
También nos pusimos al volante del Mercedes GLC Coupé 250 d, la variante diésel más potente, que recurre al bloque de 2,2 litros, con un rendimiento de 204 CV y 500 Nm. Nuevamente, sus prestaciones, sin ser brillantes, resultan más que suficientes, y su mayor economía de uso es el principal argumento de ventas de un vehículo que cuesta 54.850 euros y que resulta algo menos agradable de «exprimir» que su homólogo de gasolina por la simple y subjetiva diferencia del sonido de su escape. La gama inicial contempla también una versión diésel menos potente, denominada GLC Coupé 220 d y disponible desde 52.500 euros, a cambio de los cuales obtendremos 170 CV y 400 Nm.
Mercedes GLC Coupé: cambio automático 9G-Tronic
En todos los casos, los motores van asociados a la magnífica caja automática de nueve velocidades 9G-Tronic, que permite transiciones rápidas y suaves entre marchas (o más bruscas, intencionadamente, si seleccionamos el modo Sport+), relaciones finales larguísimas para favorecer los consumos y un manejo secuencial ejemplar.
Así que quien quiera más prestaciones, deberá esperar a que la gama se complete a final de año con los Mercedes GLC Coupé 350 d y 350 e. El primero monta el motor turbodiésel de tres litros para entregar 258 CV y 620 Nm, mientras que el 350 e es un híbrido enchufable que combina el motor de dos litros de gasolina con otro eléctrico y es capaz de entregar 320 CV, así como de recorrer 30 kilómetros en modo puramente eléctrico. Pese a que quedan unos cuantos meses para su comercialización, pudimos probar también esta versión y comprobar una vez más que la tecnología híbrida no solo es una respuesta de cara a mejorar consumos y emisiones, sino que también permite disponer de un puñado extra de caballos en momentos puntuales. Este vehículo aún no tiene un precio oficial, pero es de suponer que sobrepasará, de largo, la barrera de los 60.000 euros.