"Conducir, una ilusión".

Ver no es imprescindible para conducir

Pablo García
Pablo García
Gracias a Seat, la ONCE y el RACE, que apoyaron la iniciativa de Álvaro Acevedo, un grupo de personas ciegas pudieron conducir un coche en las condiciones más seguras posibles -en un circuito y con un instructor de copiloto-. Te lo contamos de primera mano ya que un redactor de Autofácil disfrutó de experiencia como instructor en la iniciativa llamada "Conducir, una ilusión".


Y aquí me encuentro. En el circuito del Jarama rodeado de varios Seat León todos ellos equipados con la caja de cambios automática DSG. Y es que voy a ser uno de los instructores que van a hacer que 60 ciegos cumplan el sueño de poner a los mandos de un coche y darse tres vueltas al circuito del Jarama.

Os miento si os digo que el día previo al curso no me encontraba nervioso. Era la primera vez que iba a impartir un curso de este tipo. En mi caso, por mis manos han pasado desde gente con el carnet recién sacado, hasta veteranos en la conducción, pasando por personas que todavía no habían obtenido el carnet, adolescentes de 15 años… o incluso personas a los que les faltaba algún miembro. Pero personas ciegas jamás.

Os podéis imaginar lo complejo que resulta ya que durante esas tres vueltas seremos los ojos de esas 60 personas y en la mayoría de los casos jamás se han sentado en el puesto del conductor por lo que debemos añadir otro factor importante y es la falta de sensibilidad en los pedales.

Para guiarles por el trazado del circuito les marcaremos la posición del volante como si este fuera un gran reloj, el cual iremos moviendo marcándoles los minutos –y 10, y 20, menos 10, menos cuarto, en punto…- y tanto como para el acelerador como para el freno les diremos si tienen que hacer más o menos presión.

Llega la hora en la que aparece el autobús de la ONCE y aparca enfrente del box donde estamos todos los instructores para recibirlos. La sensación de nerviosismo mezclada con emoción se apodera de mí. Y no es para menos, ya que tanto mis compañeros como yo hoy seremos los responsables de hacer feliz a 60 personas… y posiblemente muchos de ellos vivirán una experiencia que jamás olvidaran.

Conducir, una ilusionPor las escaleras del autobús van descendiendo nuestros alumnos. Muchos de ellos se valen de un simple bastón, otros van agarrados a los monitores de la ONCE que les acompañan y algunos asisten al circuito con sus propios perros guía. Lo que si comparten todos ellos es una cara que felicidad, de alegría, de ilusión.

Una vez reunidos en el box, donde se les da un pequeño briefing, los alumnos son divididos en grupos de tres. Cada uno de los instructores a partir de ahora somos responsables de un grupo. Lo primero que hago es presentarme y llevármelos en fila agarrados desde mi codo hasta el Seat León X-PERIENCE que tengo asignado para este curso y se encuentra aparcado en el Pit Lane. El primer punto sobre el que vamos a trabajar es en la posición al volante, localización de los mandos y tacto de los pedales. Para ello van pasando uno a uno por el puesto de conducción mientras los otros dos escuchan mis explicaciones desde el asiento trasero. Para que prueben el tacto de los pedales, la maniobra que realizamos es con la posición «D» de la palanca para avanzar hacia delante, y con la posición «R» para ir hacia atrás, controlando en todo momento la presión sobre los pedales para hacerlo con total suavidad. Aparte, practico con ellos las posiciones de volante haciendo una simulación en parado.

Conducir, una ilusion

Una vez realizado los ejercicios en el Pit Lane es hora de salir a pista. Mi primera alumna es Ana Belén Burguillos Sánchez. Es ciega parcial pero lo único que ve son sombras. A los tres meses de edad sus padres se percataron de su deficiencia ya que miraba pero no era capaz de enfocar la vista en un punto fijo. Lo más cerca que había estado del asiento del conductor era desde el lado del copiloto. No le da ningún miedo ponerse al volante y eso que hace años sufrió un accidente de coche con su familia y lo que más recuerda era la sensación de no saber lo que estaba pasando. Ella fue la que llamó desde su teléfono móvil a los servicios de urgencia.

Lo primero que le digo es que, aunque vea sombras, se fie plenamente de mí ya que la poca vista que pueda tener le hace perder las referencias, pudiéndonos jugar una mala pasada; a lo que me contesta que se fía de mí «al 200%».

Iniciamos la marcha circulando a una velocidad todavía más reducida de la que solemos circular por el Pit Lane y nos incorporamos a la recta principal. «Venga Ana Belén vamos acelerando para incorporarte y mantenemos el volante en punto. Vete frenando poco a poco y ponemos el volante a y cuarto para hacer el final de recta…»

Conducir, una ilusionLas curvas se van sucediendo y Ana Belén le va pillando el punto encontrándose cada vez más confiada en mis palabras, en mis ojos. Cada movimiento de volante es una continuación de lo que le digo; sin esperas, sin pausas -similar a la velocidad con la que el cambio DSG del Léon sube de marchas-. Llega la última pasada por recta y alcanzamos una velocidad de 120 km/h. Para que sienta la sensación de velocidad -ya que a 120 km/h el León X-PERIENCE en muy silencioso- le comento que bajaré mi ventanilla para que escuche el sonido del viento. En cuanto lo hago, el vello de sus brazos se pone de punta y grita emocionada. Es increíble cómo algo que para nosotros es normal se convierta en una sensación única para ciertas personas. Al llegar de nuevo al Pit Lane, Ana Belén se baja emocionada, saltando de alegría, feliz.

Le toca el turno al segundo conductor de mi grupo. Luis Palomares. Luis es ciego de nacimiento y me confiesa que nunca ha conducido pero que, gracias a la ONCE, ha podido hacer actividades que jamás había imaginado:  montar en moto de agua, en karts o tirarse en paracaídas, quedando claro su afán de superación. Lo primero que me dice nada más sentarse al volante es que él quiere ir rápido, que le encanta la velocidad.

Conducir, una ilusionLa primera vuelta la hacemos despacio cogiéndonos el punto mutuamente. Pero la siguiente, y habiéndose aprendido sorprendentemente todas las curvas de memoria, aumentamos el ritmo llegando a alcanzar en la recta 136 km/h. Luis va emocionado y, de vez en cuando, le tengo que dar un toque para que levante el pie del acelerador, ya que parece en cierto momento «que le han puesto un plomo atado al pie». Acabamos sus tres vueltas y Luis me confiesa que, si le dejo dar siete vueltas, a la octava sería capaz de darla sólo. Sinceramente no me cabe la menor duda€

El último integrante de mi grupo es Adalberto Martín. Adalberto es ciego de nacimiento pero, como me comenta el mismo, su pérdida de visión total se debió a un error médico en el propio paritorio.

Con Adalberto principalmente alucino con su precisión, su manejo del coche. Me comenta que va a intentar hacer las trazadas perfectas aprovechando los pianos de la pista. Conoce al dedillo el circuito, su longitud, el número de curvas, el nombre de cada una de ellas… Prometo que, por un momento, pienso que esta persona ve, por lo que me encargo de intentar «pillarle» en algún punto del circuito y mi conclusión es clara. No ve nada.

Conducir, una ilusionCada piano que pisa, cada giro de volante, cada curva es una emoción diferente según me cuenta él mismo. Adalberto es capaz de alcanzar a final de recta 158 km/h. Se baja entusiasmando, feliz por la experiencia y por la capacidad de aprendizaje. Me dice que es la primera vez que hace algo así y que está emocionado con las cosas que ha sentido. Para mí también.

Finalizada la jornada, la sensación de nervios que tenía por la mañana se ha transformado en algo emocionante, difícil de escribir en estas líneas.

No sé si este curso se volverá a repetir y ni tan siquiera si volveré a formar parte de este profesional grupo de instructores. Pero lo que si me queda claro es que la conducción debería ser un bien para todos y cada uno de los que estamos en este mundo sin importar el tipo de deficiencia que la persona pudiera tener.

Hoy Seat, la ONCE, el RACE y Álvaro Acevedo han conseguido algo para enmarcar en la historia de la automoción. Hacer feliz a gente que jamás se hubiera planteando conducir, conduciendo. Enhorabuena a todos los implicados.

Conducir, una ilusion

 

Seat León