Hoy, te presentamos a Ludmilla. Ludmilla es un prototipo de desarrollo de Porsche, y se encuentra en lo que, dentro de los prototipos camuflados, se denomina, cariñosamente, «fase de bolsa de patatas fritas”. Es además un prototipo muy especial porque, un poco al estilo de un ninot fallero indultado, pasará a la historia residiendo de manera permanente en un museo.
Ese no suele ser el destino de un prototipo. De hecho, normalmente, los prototipos de desarrollo no disfrutan de mucha fama. Como mucho, son atrapados en imágenes por algunos paparazzi mientras salen y entran de centros de desarrollo o realizan sus pruebas climáticas y de resistencia en lugares como Sierra Nevada, el Valle de la Muerte norteamericano o los circuitos helados de la Arjeplog finlandesa.
Después, son escudriñados por medios de comunicación a la búsqueda de pistas sobre el diseño final y, finalmente, acaban desmontados y triturados. Por supuesto, su identidad o vida privada nunca llega a conocerse.
Ludmilla: un Macan eléctrico e ‘inflado’
Volviendo a Ludmilla, hemos dicho que se trata de un prototipo con camuflaje de bolsa de patatas… y eso requiere una explicación. El ciclo de vida de los prototipos comienza con lo que denominamos un muleto. El muleto es un bastidor antiguo sobre el que montamos componentes modernos.
Los muletos tienen un aspecto bastante reconocible: la carrocería es la de un modelo conocido… pero existen cosas que “no cuadran”. Puede parecer que la batalla se ha alargado o acortado. Que la anchura de vías es sospechosamente grande. O que la distancia al suelo no concuerda con la de un coche normal.
El siguiente paso en el mundo de los prototipos es Ludmilla: el prototipo camuflado de bolsa de patatas fritas. Esta segunda fase es muy especial, porque se trata de un prototipo que ya utiliza el bastidor, la carrocería y parte del interior del modelo definitivo. Ludmilla, por cierto, es un prototipo del próximo Macan eléctrico, construido empleando el kit de desarrollo modular Premium Platform Electric de Audi y Porsche.
El término “bolsa de patatas fritas” deriva del hecho de que, en esta fase, aún es demasiado pronto como para revelar el más mínimo detalle sobre las formas o dimensiones de la carrocería. Para evitarlo, se monta, sobre la carrocería definitiva, una carrocería secundaria de piezas poco elaboradas, que suelen parecer como ‘hinchadas’. Un poco como una bolsa de patatas fritas “Pijo” (o su alter ego de Hacendado, las “Limón y Pimienta”).
En el caso de Ludmilla, la idea es hacernos creer que el aspecto definitivo del Macan eléctrico va a ser similar al del Macan convencional… cuando, obviamente, va a parecer un Porsche Taycan aparcado sobre una rebanada de pan de molde. O no. Para despejar esa duda, aún tendremos que esperar unos meses.
Bajo la piel… está el auténtico Macan
Nosotros hemos tenido la oportunidad de escudriñar a Ludmilla durante el taller de electrificación que, hace unas semanas, organizó Porsche en su Centre Experience de Franciacorta (Italia). Y no vamos a ser los únicos, porque Ludmilla va a acabar expuesta en el Museo de Porsche en Zuffenhaussen (Stuttgart, Alemania). Tiene suerte… porque todos sus compañeros van a acabar, como explicamos antes, desmontados y achatarrados.
Aunque el conformado de las piezas es un poco chapucero, su fijación a la carrocería tiene que ser muy férreo, porque los prototipos como Ludmilla tiene que circular por los peores terrenos y en las condiciones climáticas más duras. Eso justifica, incluso, el atornillarlas a pernos soldados a los auténticos paneles de la carrocería que se encuentra debajo.
El hecho de que Ludmilla tiene “dos capas” es especialmente evidente en aquellos puntos donde la capa inferior tiene que realizar funciones. Por ejemplo, el “auténtico” puerto de carga está cubierto por una tapa sujeta con velcro. Otros componentes que no pueden ocultarse son los sensores de ultrasonidos, los radares o los faros. Este último elemento es el que nos proporciona la pista más sólida sobre el aspecto definitivo de Ludmilla. Porsche ha intentado dotarla de los faros del Macan… pero los auténticos proyectores led matriciales del Porsche Dynamic Lighting System asoman por debajo, tras una carcasa levemente oscurecida.
En cuanto al interior de Ludmilla, también es el del Macan 100% eléctrico definitivo, pero está celosamente cubierto por telas, de cara a ocultarlo de miradas indiscretas cuando se aparca en la calle o fuera de recintos privados.
¿Por qué Ludmilla?
Ludmilla no es solo un apodo cariñoso, sino una forma de identificación. Los prototipos de desarrollo no cuentan con una matrícula fija o un número de chasis y, una vez que regresan al centro de desarrollo, se convierten en dispositivos bastante anónimos.
Ludmilla (o Erik, por ejemplo), es uno de los nombres con los que han bautizado a los diferentes prototipos de desarrollo del Macan. No obstante, escuchando a Dominic Hartmann, responsable de desarrollo de chasis para el Macan, hablar de Ludmilla… y, especialmente, de los compañeros de Ludmilla que ya no están entre ellos, se percibe una nota emocional importante.
Son sólo herramientas de trabajo, pero tras pasar miles de kilómetros y decenas de meses a bordo de ellos (con frecuencia, en parajes increíbles), es comprensible que los ingenieros experimenten cierto apego… aunque sean alemanes.