Cuesta 226.000 euros

Mercedes SLS AMG Roadster, a prueba en Montecarlo

Autofácil
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Todos los aficionados al mundo del motor recordamos el mítico Mercedes 300SL -alas de gaviota- de los años 50 como uno de los modelos más bonitos de la historia.


Ya en 2009, Mercedes se atrevió a revivir el mito, y lanzó el SLS AMG con aquella original apertura de puertas… y la estética resultó de lo más acertada. Este otoño llega la versión roadster, donde se eliminan las -alas- para sustituirlas por puertas convencionales. A cambio, gana un techo de lona de accionamiento totalmente eléctrico y que tarda en plegarse apenas 11 segundos.

El mencionado 300 SL también estuvo disponible en versión descapotable pero su lanzamiento supuso la desaparición de la variante coupé. Sin embargo, en este caso Mercedes ofrecerá tanto el coupé como el roadster de forma paralela. El motor es el mismo para los dos, es decir, un 6.3 V8 -en realidad la cilindrada es de 6.208 cc- con 571 CV, aunque el precio aumenta hasta los 226.000 € -215.000 € el SLS cerrado-.

Lo hemos podido probar en un recorrido de 150 km por Mónaco, desde la línea de costa hasta zonas de alta montaña -incluso llegamos a pisar brevemente suelo italiano-. Un 80% de la ruta es por vías secundarias, con zonas muy lentas y orquillas cerradas y el resto por autopista de peaje -plagada de policías y obras-.

Curiosidades del producto

La mayor novedad es la incorporación de un techo de lona tricapa disponible en tres colores -negro, rojo y beige- que se pliega en forma de Z en sólo 11 segundos -se puede accionar en marcha circulando a menos de 50 km/h- en un pequeño compartimento emplazado tras los reposacabezas -el espacio del maletero penas se ve afectado, ya que pasa de 176 litros del estándar a 173 litros en este descapotable-. La estructura de este elemento es muy ligera, ya que está fabricada en materiales livianos como el aluminio, magnesio y acero. El peso apenas aumenta en 40 kg respecto al coupé; esto se debe a la alta rigidez del space frame de aluminio que apenas ha requerido refuerzos en la zona del umbral de las puertas, un travesaño detrás de los asientos y una estructura del parabrisas del mayor espesor.

El motor lo hereda del normal; se trata del 6.3 V8 con 571 CV, lo que le permite acelerar de 0 a 100 km/h en 3,8 seg. y alcanzar una velocidad máxima de 317 km/h. Este motor está obligatoriamente asociado a un cambio automático de doble embrague y siete velocidades con levas en el volante. Como curiosidad, nos comentaron que este coche sólo se fabrica bajo pedido y que no habrá una versión radical Black Series.

El equipamiento de serie es completo, con elementos como asientos deportivos de cuero con calefacción, alarma antirrobo, sensor de luces y lluvia, llave manos libres, sensores de aparcamiento, control de crucero… Entre el extenso catálogo de opciones destacan los frenos carbocerámicos, varios tipos de cuero pero, sobre todo, algunos elementos que estrena este modelo como el AMG Performance Media -sistema que permite el acceso a Internet con el vehículo que, además, pulsando un botón de la consola central permite ver en la pantalla del salpicadero datos telemétricos como aceleraciones transversales/longitudinales, visualización de la potencia del motor, el par y la posición del acelerador, memorización de tiempos en circuito…- , el conocido Airscart -estrenado por el más pequeño SLK, que consiste en un sistema de calefacción que expulsa aire caliente a la altura de la nuca y que resulta útil para circular descapotado con ambiente frío en el exterior- o el AMG Ride Control -suspensión adaptativa con amortiguadores de regulación electrónica-.

Por dentro: ambiente retro y de lujo

Lo primero que llama la atención al ponerse a sus mandos es una postura de conducción muy cómoda, ya que el habitáculo resulta amplio, los asientos son cómodos, sujetan bien el cuerpo y los múltiples reglajes permiten encontrarte a gusto rápidamente. El único inconveniente está relacionado con la visibilidad, ya que vas muy abajo, sentado casi en el eje trasero, con la piernas estiradas y con la única visión del enorme capó de casi dos metros -cuesta saber donde están las esquinas del coche-. La calidad de los materiales y los ajustes son excelentes. Además, no se escucha el más mínimo crujido incluso circulando por asfalto roto. Los botones ofrecen un tacto sólido y quedan muy a mano del conductor, aunque determinadas funciones del navegador -como el opcional AMG Performance Media- distraen bastante a la hora de manejarlas/consultarlas.
En cuanto a la practicidad, hay pocos huecos para dejar objetos cotidianos como la cartera, las gafas o el móvil aunque, al menos, la guantera tiene una capacidad suficiente.

En marcha: experiencia 5.1

Lo primero que llama la atención nada más empezar a rodar es el sonido del motor/escapes, con un gorgojeo que resulta adictivo y un petardeo incesante cuando levantamos el pie del acelerador y dejamos caer de vueltas el motor -la experiencia de rodar en un túnel con el techo abierto es sobrecogedora- . El motor ofrece un buen rendimiento, ya que la entrega de potencia es progresiva y contundente en un margen muy amplio de revoluciones -desde apenas 1.500 rpm hasta pasadas las 6.500 rpm-. Sin embargo, el cambio automático es algo lento a la hora de realizar un conducción deportiva, ya que tarda algo más de lo normal desde que le das la orden de cambiar de relación desde las levas del volante hasta que el cambio se produce -esta sensación se acentúa a la hora de reducir mientras frenas para afrontar una curva-. El comportamiento es muy bueno, mostrando una gran agilidad en los cambios de apoyo y un buen aplomo y comodidad cuando circulamos por autopista. La dirección es directa y precisa, aunque podría ofrecer algo más de información relacionada con la adherencia de los neumáticos. Los frenos resultan excelentes, ya que son potentes y aguantan la fatiga -los cerámicos sólo son recomendables para quien visite con asiduidad un circuito-.

 

Mercedes-Benz SLS AMG Coupe/Roadster