Mini siempre se ha caracterizado por un comportamiento y unas cualidades dinámicas que, por ligereza y rapidez de respuesta, de inmediato nos recuerdan a las reacciones de un kart. Pues bien, dichas reacciones se ven acentuadas en el Coupé, la última carrocería por el momento que se ha incorporado a la gama. Para acompañar una mayor rigidez del chasis, la gama de motores comprende tres variantes de un 1.6 de gasolina de 122, 184 o 211 CV (Cooper, Cooper S o Cooper Works), con prestaciones acordes a la potencia de cada una de ellas… Y consumos igualmente en aumento. La opción diesel es el Cooper SD, que monta un 2.0 common rail de 143 CV y unas emisiones solo 114 gramos de CO2 por km.
Curiosidades del producto
La comercialización del Mini Coupé comienza el 1 de octubre en España, y los precios serán: 21.600 € para el Mini Cooper, 27.050 € para los S y SD y 33.900 € para el más deportivo y exclusivo: el Mini John Cooper Works Coupé.
El Mini Coupé mide solo 3,73 metros de largo y 1,68 metros de ancho, por lo que sus dimensiones son similares a las de un Mini One, exceptuando una altura mucho menor para el recién llegado. Pierde los dos asientos traseros en favor de unos 280 litros de maletero más propios de modelos que se acerquen a los cuatro metros. Como viene siendo habitual, con el Coupé Mini también ha presentado un nuevo sistema de entretenimiento: el Mini Connected incluye aplicaciónes para el uso de Google, RSS, Twitter y Facebook, así como la posibilidad de localizar emisoras de radio de todo el mundo dondequiera que estemos, gracias a la conexión a Internet.
Por dentro: 100 % Mini
Apenas nada nuevo en el interior: todos los mandos siguen colocados en los mismos sitios, donde no los encontraremos en ningún otro coche. Los elevalunas se sitúan en la parte inferior de la consola central, y la gran esfera central que es el velocímetro sigue siendo incómoda por forzar a apartar la vista de la carretera. La velocidad se puede consultar en el display tras el volante, pero si queremos saber cómo vamos de gasolina no tendremos más remedio que fijarnos en el indicador bajo la esfera. El botón para sacar el pequeño alerón trasero se localiza encima del parabrisas, junto a la luz interior. La postura de conducción es cómoda y fácil de encontrar. La visibilidad es pobre, pero no tanto por la postura de conducción como por el propio diseño del coche: escaso espacio acristalado, grandes pilares, un alerón que invade gran parte del parabrisas trasero… En cuanto a materiales, los plásticos podrían ser algo más blandos y los ajustes un poco más cuidadosos, pero destacan el buen tacto del volante y el cuero de los asientos.
En marcha: un juguete ahorrador
En líneas generales, el Mini Coupé presenta una suspensión muy dura que nos hará pegar fuertes botes tanto en modo normal como Sport, así como motores cuya sonoridad es mejorable. Al interior se transmiten excesivas vibraciones, en especial con el SD, llegando a sentirse incluso a través de la columna de dirección. Pero no pierde ni un ápice del nervio y las reacciones instantáneas a las que nos tiene acostumbrados Mini, algo a lo que contribuye una sobresaliente estabilidad y un cambio y dirección precisos.
Tanto el Mini Cooper SD Coupé -un turbodiesel- como el John Cooper Works -un gasolina turbo- destacan por su elasticidad. Poseen motores que responden muy bien en un amplio régimen de giro, y logran un comportamiento muy similar y divertido en carreteras con curvas. Sus consumos son reducidos para un coche de estas características -4,3 litros/100 km el SD y 7,1 l/100 km el Cooper Works-.