En Toyota Yaris Cross por el nuevo territorio gourmet de Ávila

Pedro Madera
Pedro Madera

Hay carreteras que parecen pensadas para conducir. Y la sierra de Pinares de Ávila en las cercanías a la Comunidad de Madrid mezclan el placer de la Carretera con unos espectaculares paisajes a pesar de los últimos incendios. El nuevo Toyota Yaris Cross es el hibrido perfecto para escapadas al campo por esta zona. Camino, carretera o autopista son palabras que permiten movilidad sin miedo. El límite está en el sentido común.

Toyota Yaris 04

Pueblos como El Barraco son un buen ejemplo de la nueva vida rural. No son muchos los pueblos que puedan jactarse de tener al mismo tiempo una casa municipal de 1565 – con el escudo de Don Juan de Águila, uno de los valerosos capitanes de Felipe II –, una increíble infraestructura de fabricación y venta de prendas de cuero, y un subcampeón del Tour de Francia en la persona de Ángel Arroyo.

El Barraco es un sitio divertido que tiene algo que agradecer a Don Casimiro, el cura del pueblo, un verdadero «dinamizador de la vida económica de la villa», como le califica algún paisano.

02 Navaluenga 02b

Deben ponerse casi los cinco sentidos para no despistarse, puesto que no existe señalización: justo a 4 kilómetros de El Barraco, al salir de San Juan de la Nava, debe tomarse el desvío hacia Navaluenga. Por una estrecha carretera de irregular firme se desciende al fértil valle del Alberche. En la bajada, unas vistas invitan a detener el coche y contemplar en su integridad un paisaje de viñas en las terrazas de las lomas, encinas y vegetación de galera, fresnos sobre todo, a lo largo del arroyo del Chorrerón.

Las etiquetas también son importantes. Navaluenga parece haber perdido para siempre su viejo aspecto de caserío en favor del progreso y el solaz de los veraneantes.

03 Burgohondo

Lo frondoso de la vegetación que florece a ambos lados de la carretera AV‑902 – a 7 kilómetros está Burgohondo – señala claramente que ya se transcurre por el valle del Alberche propiamente dicho. Como antes, vuelven a aparecer entre lomas viñas aisladas, y chopos que delatan la proximidad del río y los arroyos que a él ceden sus aguas.

05 El Tiemblo Embalse Burguillo

Para continuar con la ruta propuesta, visitando Burgohondo, se debe regresar a Navaluenga, atravesar esta localidad, continuar por esa misma carretera y recorrer los 14 kilómetros que distan hasta que se llega a interceptar otra vez la N‑403. No faltan curvas que desafían literalmente la topografía de un terreno dominado por los pinos. Volviendo como se decía a la carretera de El Barraco a El Tiemblo, hay que atravesar el pantano de El Burguillo y la presa de éste para después llegar a El Tiemblo; en total, desde el anterior cruce, 12 kilómetros. Todas las carreteras demuestran la versatilidad de este Yaris. Alegre y seguro. Atrevido en las curvas y confiado a la hora de los caminos más estrechos… Eso le convierte en un coche de mucho recorrido.

03 Burgohondo 03c

En El Tiemblo aún parece que las gentes del lugar, arraigadas al pueblo y su tradición, se han acostumbrado ya a convivir con el «jaleo de los domingueros» y de aquellos afortunados que han establecido su segunda residencia en algunas casitas cercanas a El Burguillo. La iglesia parroquial, de similares características a la de Villatoro aunque de posterior construcción, sigue siendo el centro de reunión dominical de una localidad que recupera en octubre la densidad de población que le corresponde.

06 Cebreros 02

Al final del pueblo se toma la carretera que lleva hasta Cebreros, a 7 kilómetros, por un paisaje menos cerrado que por el que se ha circulado hasta ahora, con predominio de cultivo de olivos y vides con las que se elaborará su famoso vino, del que la bodega Tierra de Cebreros se ha convertido en un referente. Mencion muy especial merece su restaurante de la mano de Nico, que ha hecho del lugar uno de los mejores ejemplos de enoturismo de España.

No hay que sorprenderse si al llegar a la plaza de España de Cebreros se descubre en la puerta del café Talín un cartel anunciador de un «torneo de fútbol Adolfo Suárez», otro pidiendo el voto a su formación, y otro más en lo alto de una tapia que indica «calle Adolfo Suárez».

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Cebreros debe al político allí nacido el que en los últimos años haya crecido el interés de la gente por conocer el pueblo. Se conservan, en forma de parque, las ruinas de una iglesia románica del siglo XII, todo un modelo de cómo integrar la vieja piedra en la vida cotidiana. Sorprende en Cebreros la monumental majestuosidad de la iglesia parroquial, atribuida ‑ como sucede en muchas localidades cercanas a San Lorenzo del Escorial – a Juan de Herrera; por el aspecto sólido y renacentista del templo, así lo parece, más nadie ha podido demostrarlo.

Ha de salirse de Cebreros por la AV‑502 para ir a Hoyos de Pinares, a siete kilómetros, a donde se llega después de atravesar el río Becedas. Hoyo de Pinares es otro de los pueblos veraniegos de la zona, donde la juventud flotante del verano acude por las noches en busca de la diversión que allí nunca falta. Debe seguirse por idéntico camino 13 kilómetros más hasta Navalperal de Pinares y allí tomar la C‑505 que en seis kilómetros conduce a Las Navas del Marqués. La vida sigue a pesar del fuego.