Cuando uno se detiene junto al Puente romano del río Bibei, la historia se queda adormecida. La pequeña carretera OU-636 es conocida en toda la comarca como la Bibei porque ese pequeño río da personalidad a unos paisajes de profundo corazón gallego. La naturaleza pone a nuestra disposición el disfrute.
Un entorno comprensiblemente protegido y, a la vez, relativamente desconocido para el turista si tenemos en cuenta su belleza intrínseca, su capacidad de seducir al viajante más experimentado. Pisamos una Reserva Natural de gran riqueza en flora y fauna, salpicada de elementos continentales y mediterráneos y, por tanto, absolutamente única en su variedad y tipología.
Este paisaje natural de montaña combina grandes prados con frondosos bosques, con castaños, robles, abedules y coníferas centenarias. Hay rutas de senderismo que aprovechan perfectamente este paisaje virgen donde, con suerte, podremos atisbar el águila real o el búho real, solo dos de las valiosas especies que la pueblan.
Se cuentan por millares los visitantes que se acercan a estas tierras de Valdeorras que tienen la Godello como gran protagonista. También entran en la Ribeira Sacra para tomar otro apellido lustroso. Por suerte, hay numerosos rincones no tan frecuentados ni conocidos.
La Reserva Natural del Bibei la forman el propio Bibei y el arroyo de Val Infierno. Los 40 kilómetros de recorrido que tiene su cañón, con laderas de hasta 500 metros de desnivel donde podemos encontrar viñedos y los bosques de rivera más antiguos de España.
Lo espectacular de este paisaje lo hace realmente único. Para los amantes de la geología, destacar la morrena glaciar mejor conservada de Galicia en Changuazoso asi como el circo glaciar de Corvo de Cabalo, en el nacimiento del río Cenza, un afluente de la margen izquierda del Bibei.
Barco de Valdeorras es la capital de la comarca homónima y un excelente rincón de Orense si lo que queremos es imprimir en nuestra memoria la vida civilizada entre viñedos y en plena naturaleza del lugar. El pueblo ya es motivo de visita por sí mismo, con un precioso paseo, el de O Malecón, por las orillas del río Sil, y un interesante casco histórico con casas señoriales que han conservado su arquitectura y forma original sin contaminación de otro tiempo.
Alguna frutería como La Horta de Fina e Mar es el mejor lugar para conocer la producción de las huertas locales o los mieleros de la zona. En temas de carne, todos miran al local de Carnicería Pascual, empresa centenaria que presume de criar algunos de los mejores terneros de la zona.
Ojo a la comida de mantel, con una deliciosa zorza adobada y otras carnes como el rayo y, por supuesto, el botero: estómago de cerdo relleno de costilla, un motivo más de fiesta en la localidad.
Una vez lleno el estómago hay que visitar O Castro, un conjunto que incluye fortaleza con torre medieval con clara intención defensiva y de protección y una serie de callejuelas donde, todavía más que antes, podemos adivinar la arquitectura popular de la zona antes, durante y después de su época romana. Su aristocrático pazo además nos ofrece la posibilidad de recargar nuestro vehículo eléctrico.
Petín, en la misma comarca, demuestra que hay muchas otras localidades interesantes en la ruta del valle del Sil. Un pueblo minero cuya historia se remonta a antes de la Edad Media y, por tanto, atraviesa tiempos prehistóricos y romanos. Naturalmente, tiene un castillo y otras obras de interés como el Puente de la Cigarrosa y sus inevitables iglesias, testimonio de la igualmente rica historia cristiana de Petín.
Seguir la ruta de la OU-636 es la mejor manera de que la fotografía mental de esta ruta por el Bibei perdure en nuestra memoria. Muy pronto podemos encontrarnos paseando por localidades como Larouco y Freixido de Arriba y Abajo, pueblos de lo más pintorescos que sirven de excelentes puntos de partida para actividades físicas en medio de la naturaleza. Larouco es famoso por sus vinos, no solo por sus edificios medievales, y está considerado parte integrante de la imprescindible serie de Pueblos Mágicos de España. Sus viñedos, conocidos desde época romana, se concentran en la bodega de Santa Maria de los Remedios, aunque no es la única del lugar.
En lo que respecto a las dos localidades de Freixido, que pertenece a dos municipios, Lauroca en el caso de Arriba y Petín en el de Abajo, no podemos perdernos si podemos sus famosas chocolatadas. Naturalmente, sigue habiendo bodegas por doquier, pero también podría interesarnos recoger setas si es temporada. Sus bosques de eucaliptos y alcornoques instan a perdernos un poco en ellos, como también sus restaurantes especializados en buenas carnes y la citada experiencia micológica. Aquí la madera y la piedra marcan la vida cotidiana. La naturaleza demuestra que lo sostenible no es algo nuevo.
Continuamos la ruta marcada por la OU-636 orensana hasta Pobla da Trives, una formidable parada rural con aires nobles y un interesante casco histórico donde destaca, naturalmente, su iglesia y su ayuntamiento, pero también muestras arquitectónicas como la Casa de los Marqueses, su Plaza del Reloj o la del Grifo.
No nos será difícil arrimarnos a algún mirador – como el de Pontenova – para disfrutar de los bosques del valle del Navea, como el de San Xoán, y es igualmente recomendable – para comprobar su legado romano – buscar el túnel de Montefurado.
Una joya cercana es la población de Sobrado, apartándonos un poco de la OU- 636, tiene en su haber el Monasterio de Santa Maria, una impresionante construcción cisterciense ideal para pasear por sus soportales mientras observamos el detalle de su torre con campanario – su fachada es especialmente valorada por los especialistas – además de una notable iglesia que, comprensiblemente, sirve de albergue de peregrinos del Camino de Santiago. Para incrementar aún más el relax, la Lagoa de Sobrado dos Monxes, muy cerca del monasterio, nos ofrece vistas a uno de los humedales gallegos más relevantes y ricos en flora y fauna.
En el viaje por el Bibei nos topamos con tesoros escondidos como As Ermidas. Un castillo del siglo XIII, un santuario dedicado a Nosa Señora das Ermidas las sierras de Queixa, do Eixo y San Mamede.
El rico legado cristiano del lugar se manifiesta en el Santuario de Nuestra Señora de las Ermidas, edificación de orígenes y motivos remotos pero fuerte sabor medieval, el santuario es una fuente de historias y leyendas interesantes, como la que señala que los animales de los pastores que paseaban cerca se curaban de sus enfermedades. Una intercesión milagrosa, esta vez al obispo de Astorga, atribuida a la Virgen – la misma que los pastores aseguraban haber visto – motivó el levantamiento de este enorme conjunto en las montañas gallegas.
El pequeño pueblo montañés de O Bolo es, no solo por ello, una parada obligatoria en esta ruta. El castillo medieval del siglo XII que preside el pueblo, que perteneció a los Condes de Lemos, le da un aspecto señorial a sus contornos. Además, demuestra la rica historia de la región, como lo demuestran los múltiples usos que ha tenido la construcción. Realmente el viaje al Bibei es más que recomendable, y no solo por la belleza y los ecosistemas que crea a su paso, sino también por reivindicarlo.