Paladares truferos: de la tierra a la cocina

Pedro Madera
Pedro Madera

Es temporada del diamante negro de los bosques españoles, bien sabido por el panorama nacional e internacional. Tan cotizada, la trufa negra es el producto estrella de la temporada invernal. Más aún si nos referimos a su especialidad más comercializada, la tuber melanosporum. Un lujo gastronómico de bolsillo fino que alcanza y muchas veces supera los 1.000 euros por kilo.

Con la suerte de nuestro lado, y por desgracia para otros países entre los que no se encuentran Francia e Italia, las tierras españolas son de las pocas en el mundo que las hacen crecer. La península además no es solo la primera productora de trufas negras por cantidad, sino que también lo es por calidad e intensidad aromática, con un producto que regala al paladar más de 80 matices aromáticos diferentes.

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Aunque su temporada abarque propiamente los meses de noviembre a marzo, está demostrado que las mejores trufas negras son las que se recogen entre febrero y marzo. Ni que decir tiene en cuanto a su proceso de búsqueda. Una labor sobre la que ha sobrevolado siempre un halo de misterio al no encontrar un trufero dispuesto a revelar sus zonas de rastreo con la ayuda de sus perros adiestrados, capaces de detectar su aroma a 50 metros de distancia, incluso aunque esté enterrada a 50 centímetros de profundidad. El turismo rural se ha convertido también en un reclamo para este producto.

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El diamante negro en Soria

Otro templo de este diamante que crece pegado a las raíces de encinas, olivos y algunas viñas abandonadas, en dónde febrero es su temporada alta. Durante dos horas y desde Soria capital uno podrá hacer la famosa ruta A la Caza de la Trufa y disfrutar de su sabor en la degustación posterior.

La zona de Abejar, gracias a la anual Feria de la Trufa de Soria, se convierte todos los años en protagonista de portadas provinciales y muchas nacionales. Sus verdaderos amantes deberán programar una visita obligatoria a esta tierra antes del 31 de marzo, pues más de treinta establecimientos se han dejado seducir por la trufa, elaborando menús de todos los colores y sabores en torno a ella. Gran experiencia para disfrutar de Soria y sus pueblos… Ni está olvidada, ni hace frío.

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Castellón y sus comarcas

La lista de los lugares protagonistas en la producción de la trufa negra estaría incompleta sin las comarcas de Castellón, porque El Maestraezgo, Alto Palancia o Els Ports reúnen las características que las convierten en uno de los mejores hábitats del mundo para la tuber melanosporum.

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Y aquí, para los aficionados a la Trufa hay restaurantes que lo simbolizan todo… Como Casa de Banys L´ Avellà, una casa, hotel, restaurante y balneario donde la trufa dice mucho a través de sus huevos, ahumados, carnes y croquetas.

A la hora de alojarnos, lo mejor es quedarnos en el corazón del pueblo y entender el ritmo de su día a día: La casa de la Tía Roseta es una buena opción.

Teruel como Santuario del Trufiturismo

Aragón se lleva la palma de la producción local con Teruel a la cabeza. Una de las provincias epicentro de este hongo. En la población de Sarrión por ejemplo, el mayor productor nacional, siempre es temporada alta.

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Y si disfrutar del espectáculo de los perros captando el intenso olor de este hongo subterráneo es ya una maravilla, adiestrados por cierto desde cachorros, probar lo que encuentran lo es aún más. Excepcionales los resultados de la ecuación diamante negro + frío + buenos cocineros. La trufa se ha convertido así en el mayor reclamo de la vida rural en Teruel, dando lugar al concepto Trufiturismo, y es que las masías viven actualmente su segunda edad de oro gracias al mismo. ¿Dos direcciones a tener en cuenta si uno quiere vivir la experiencia? La Masía de los Toranes y la de El Molinete, emplazamientos únicos en los que disfrutar y, como no, desconectar.