Aunque la reductora es, sin duda, un buen aliado en conducción 4×4, a la hora de resolver situaciones complicadas también hay que contar con el aprovechamiento de una ley física fundamental: la inercia. El truco está en saber combinar fuerza e impulso para superar cada obstáculo de manera controlada.
Un poco de carrerilla o un golpe de gas en el momento oportuno puede ser suficiente para vencer la mayoría de las dificultades que encontraremos en nuestro camino. Siempre, claro está, que dispongamos de un calzado adecuado. Pero si además contamos con un buen par motor y la posibilidad de aprovecharlo a ritmo tranquilo, a baja velocidad, las posibilidades se multiplican. Incluso sin reductora.
El Desarrollo: Un dato interesante
El empleo de cajas de cambio con seis o más marchas favorece la aplicación de escalonamientos con un amplio abanico de desarrollos (velocidad en cada relación), desde una primera razonablemente corta, que permite atreverse con pasos casi trialeros, hasta una superdirecta suficientemente larga, para un ritmo de marcha rápido y/o económico.
Normalmente, el ´Desarrollo´ nominal –velocidad a 1.000 rpm en la marcha más larga– es un dato facilitado por los fabricantes en su información técnica. Se trata de una referencia que permite calibrar el potencial de un vehículo y establecer, mediante una sencillísima regla de tres, tanto la velocidad teórica alcanzable a tope de régimen como el régimen real a velocidad máxima, así como la velocidad de rendimiento óptimo, que normalmente se obtiene a régimen de par máximo.
Así, si el desarrollo a 1.000 rpm en la marcha más larga es, por ejemplo, de 76,3 km/h y la velocidad máxima, 210 km/h, significa que esa velocidad se obtiene con el motor girando a 2.750 rpm (210×1.000/76,3). Pero ¿qué se extrae de esto?
Por una parte, aunque el motor sea capaz de alcanzar las 4.000 rpm (un régimen máximo normal para un Diesel), con una velocidad teórica más elevada, la resistencia de la rodadura y de la aerodinámica, el esfuerzo para mover los elementos de transmisión y las pérdidas por rozamiento interno generan un freno considerable. Por otro lado, están las limitaciones que se autoimpone el fabricante para no superar la capacidad de frenos y suspensiones y mantener los valores de consumo y emisiones dentro de márgenes razonables.
Más utilidad tiene conocer la velocidad a la que se dispone del régimen de par máximo. Basándonos en el mismo ejemplo, si ese modelo posee un desarrollo a 1.000 rpm de 76,3 km/h y rinde su par máximo a 1.750 rpm, la velocidad a la que cuenta con su mayor eficiencia teórica sería 133,5 km/h (76,3×1.750/1.000). Conociendo este dato, podríamos ajustar el limitador de velocidad para viajar al ritmo más eficiente, es decir, con la máxima velocidad que permite el mínimo consumo.
Desarrollo mínimo: menos velocidad, menos esfuerzo
Pero gracias al dato de desarrollo y conociendo la desmultiplicación de cada relación del cambio es posible calcular otro concepto muy revelador: el ´Desarrollo Mínimo´. Es decir, la velocidad a 1.000 rpm en la marcha más corta. En definitiva, la capacidad de avanzar despacio. Un dato tan valioso como las puras cotas todoterreno o el esquema de transmisión.
El dato de Desarrollo Mínimo nos sirve para comparar entre sí, o con modelos de referencia, la capacidad trialera de cada vehículo. Y no es raro encontrar todocaminos con pretensiones más camperas, capaces de ofrecer desarrollos mínimos en torno a los 5 km/h. De acuerdo, la reductora de un Defender, por ejemplo, permite un desarrollo de 1,7 km/h pero es que lo normal es que este dato ronde los 8 o 9 en un SUV normal.