A bordo del Toyota Hilux T1+ con Nasser Al-Attiyah: pura magia en las manos

Pablo J. Poza
Pablo J. Poza
No hay vuelta atrás. Nos guste o no, los T1+ son los vehículos de raids más rápidos construidos hasta la fecha, y subirse a bordo de uno de ellos es una experiencia que te cambia los esquemas… especialmente si, como en el caso de este Toyota Hilux, al volante se encuentra el tetracampeón del Dakar Nasser Al-Attiyah.

Resulta relativamente sencillo encaramarse al asiento de Matthieu Baumel, la mano derecha de Nasser Al-Attiyah en esta oficina sobre ruedas en la que la pareja ganadora del pasado Dakar ha pasado 12 días seguidos jugando a doblegar los límites de la física a lo largo de más de 4.000 kilómetros cronometrados. A diferencia de otros vehículos de competición, el Toyota Hilux T1+ es relativamente amplio, en parte porque el habitáculo es casi un “triplaza”, ya que el motor se encuentra encapsulado entre las piernas del piloto y el copiloto, justo por delante de los asientos, en posición central delantera, bajo una ancha carcasa de fibra de carbono.

Nasser Al Attiyah Toyota Hilux T1+_03

Así que aquí estoy, si bien hoy no me toca conducir, sino ver cómo lo hace otro… y menudo “otro”. Aunque no necesita presentación, conviene recordar que Nasser Al-Attiyah es cuatro veces campeón del Dakar, una prueba en la que ha vencido con tres marcas diferentes (Volkswagen, Mini y Toyota) y en la que ha cosechado 42 victorias de etapa, además de ser 15 veces campeón de rallys de Oriente Medio y medallista olímpico en tiro, entre otros muchos logros deportivos. Pero, por encima de todo, Nasser es una persona amable, cercana, siempre sonriente, muy diferente a esa especie de anti-héroe, de némesis de Carlos Sainz que la televisión se ha empeñado en vendernos; a sus 51 años, el catarí es uno de esos pilotos que disfruta de cada segundo que pasa al volante, ya sea compitiendo, entrenándose, perfeccionando el coche en inacabables jornadas de test o, como hoy, dando vueltas a unos pocos privilegiados como yo a su pista de tierra particular en el Nasser Racing Camp, la finca de 300 hectáreas de bosque y montaña ubicada en la barcelonesa población de Castelfollit del Boix que Al-Attiyah emplea regularmente para “relajarse”.

Copilotando a Nasser Al-Attiyah

Perfectamente atado al baquet Recaro y apoyado con fuerza en el reposapiés, me encuentro cómodo en el asiento de Matthieu, que tiene prácticamente mi misma complexión. A diferencia de otros vehículos de rallys en los que el copiloto va literalmente pegado al suelo, en este Hilux la visibilidad es muy buena, tanto a través del parabrisas como por las ventanillas laterales de policarbonato, en parte porque las ruedas de repuesto van ubicadas bajo el piso; una de las mejoras en materia de centrado de masas introducidas respecto a los primeros Hilux.

Pablo J. Poza y Nasser Al-Attiyah
No todos los días se puede copilotar a un cuatro veces campeón del Dakar como Nasser Al-Attiyah. Desde el asiento de Matthieu Baumel vivimos por un día lo que se siente a bordo del que a día de hoy es el vehículo de raids más rápido de la historia.

Tras posar para la foto de rigor, Nasser me pregunta si estoy preparado. Le contesto con el pulgar hacia arriba y le digo pido que, en la medida de lo posible, vaya a ritmo de carrera para hacerme una idea de hasta dónde es capaz de llegar este nuevo T1+. Nasser sonríe (lo hace constantemente, menos cuando pilota), y el espectáculo comienza de inmediato.

Un rugido intenso, gutural, enfadado…

Si has estado en alguna cuneta de un rally todoterreno, no hace falta que te diga cómo suena un Hilux T1. Lo normal es que puedas oírlo mucho tiempo antes de que llegue hasta tu posición, lo normal es que puedas oírlo incluso antes de ver la estela de polvo, a lo lejos, que avisa sobre la próxima llegada del vehículo; incluso puede que lo oigas antes de oír el coche que va a pasar delante de él en el tramo. Es un rugido intenso, ni demasiado grave ni demasiado agudo, gutural, enfadado, poderoso… uno de esos rugidos que estremecen. Tradicionalmente, estos Hilux T1 montan un motor Otto V8 5.0 atmosférico (conocido internamente como 2UR-GSE), prácticamente idéntico al empleado por diversos modelos de Lexus, si bien los 385 CV y 620 Nm que rinde en los Hilux T1 son cifras inferiores, incluso, a las que estas unidades desarrollan en los modelos de calle, ya que la reglamentación FIA impone una brida que limita el caudal del aire de admisión para controlar la potencia máxima y equilibrar las prestaciones con respecto a otros motores, como los populares turbodiésel de los Mini o, en el pasado, los Peugeot 3008 DKR y los Volkswagen Race Touareg.

Nasser Al Attiyah Toyota Hilux T1+

En teoría, los nuevos Hilux T1+ emplean un igualmente nuevo motor Otto V6 3.4 biturbo (V35A) heredado del recientemente presentado Toyota Land Cruiser 300 GR Sport, la versión más prestacional del sucesor del Land Cruiser 200, de esa reinterpretación contemporánea de un todoterreno clásico que, como tantos otros, ha abandonado nuestras tierras. Con este nuevo corazón, la potencia sube hasta los 400 CV, mientras que el par motor llega hasta los 660 Nm. Pero cuando Nasser hunde el pie en el pedal del gas, el atronador bramido del escape no cuadra con la nueva mecánica. Más adelante, Nasser nos confesará que este vehículo es, en realidad, una unidad “de pruebas”, una especie de “mula” con todo el desarrollo de chasis, suspensiones y frenos del Hilux T1+ pero con el motor y el cambio del T1. En cualquier caso, las diferencias de potencia y par son aquí lo de menos, ya que el verdadero factor diferencial entre el antiguo T1 y el nuevo T1+ se encuentra en las suspensiones, la anchura de vías y el tamaño de los neumáticos.

Salta, copia, gira y, sobre todo, frena

Nasser hunde el pie en el pedal del gas, y el espectáculo comienza de inmediato. El ruido del motor se hace el protagonista junto con un sonido agudo, centrífugo, que proviene de la transmisión, de la caja Sadev secuencial de seis velocidades y dientes rectos, la tránsfer, los dos semiejes que reparten el par de forma permanente entre las cuatro ruedas y los enormes y larguísimos palieres que conectan los diferenciales de deslizamiento limitado con esas gigantescas ruedas de 37 pulgadas que dan a este Hilux un aspecto salvaje y poderoso. Solo en los instantes en los que el catarí deja de acelerar podemos percibir otros sonidos, ruidos metálicos, el breve chirriar de las pastillas agarrando los frenos o el ametrallamiento de las pequeñas piedras proyectadas contra los bajos por las gigantescas ruedas de este Hilux.

“Nasser Al-Attiyah es una persona amable, cercana, siempre sonriente, muy diferente a esa especie de anti-héroe, de némesis de Carlos Sainz que la televisión se ha empeñado en vendernos”

Más allá del ruido, este hipertrofiado Hilux sorprende no por su enorme capacidad de copiar el terreno, de saltar, de recomponerse de inmediato tras aterrizar, incluso cuando lo hace únicamente sobre la rueda delantera izquierda… De alguna forma, esa soberbia capacidad de “ignorar” los baches, las roderas, las torronteras… de abordar “pie en la tabla” zonas en las que tu todoterreno de calle pasaría realmente despacio, esa capacidad de disociar lo que tus ojos ven desde la atalaya del baquet y lo que tus posaderas sienten, como si vista y tacto estuvieran viviendo distintas realidades, no es lo que más me llama la atención. Y no lo es, quizás, porque no es el primer vehículo de raids en el que me monto, con suspensiones de largo recorrido, con conjuntos de dobles amortiguadores para cada rueda… Sí que hay matices, como, quizás, una mayor firmeza en las compresiones de la suspensión respecto al Hilux T1, una mayor firmeza provocada no necesariamente por el tarado o el diámetro de sus amortiguadores o por la precarga de sus muelles, sino porque se viaja más deprisa, con mayores inercias, y con unos neumáticos con mucho más balón, unas ruedas que actúan como muelles, que acumulan energía cinética para devolverla acto seguido, dando un trabajo extra a esos amortiguadores que han dado mucha guerra a algunos contendientes de otras marcas en el pasado Dakar.

Nasser Al Attiyah Toyota Hilux T1+

En todo caso, sus capacidades son sobresalientes, de eso no cabe duda, pero quizás es algo que te esperas. Lo que realmente me deja boquiabierto, lo que jamás habría sospechado, es la capacidad de acortar las frenadas de este Toyota Hilux en las manos de Nasser Al-Attiyah.

No es, en realidad, algo que dé miedo. Cuando llegamos por primera vez a una frenada, aparentemente muy pasados, tan sólo pienso que nos iremos unos metros rectos, entraremos tarde, puede que nos comamos parte del talud que tenemos enfrente… pero no es nada grave. Me tenso, me preparo y, cuando creo positivamente que es demasiado tarde para clavar el coche sobre la tierra y comenzar el giro haciendo una trazada razonable, Nasser lo para, recto, sin balancearlo (o sin hacerlo apenas), en la zona exterior; una frenada radicalmente corta que se acaba justo un instante antes de que el coche cambie de rumbo con cierta agilidad para una mole que pesa 2.000 kilos en vacío, tocando justo el vértice de la curva con la rueda delantera interior a una velocidad endiablada y saliendo con gas, levemente cruzado, con tracción, dejando que los tres autoblocantes hagan su magia para catapultarnos a la siguiente curva de una forma tan limpia que parece que estemos sobre asfalto.

“Solo en los instantes en los que Nasser Al-Attiyah deja de acelerar podemos percibir otros sonidos, ruidos metálicos, el breve chirriar de las pastillas agarrando los frenos o el ametrallamiento de las pequeñas piedras proyectadas contra los bajos por las gigantescas ruedas de este Hilux”

Aún sin creerme bien lo que ha ocurrido, llegamos a una zona rápida, con varias enlazadas, donde Nasser no frena, o no parece hacerlo. Tan solo juega un poco con la inercia, más con el gas que con la dirección, para acabar saliendo a una velocidad tremenda hacia un viraje realmente cerrado. Aquí por fin sí balancea claramente el coche, tira del freno de mano hidráulico (no es un toque ligero, sino que acompaña toda la maniobra de la entrada en la curva) y una vez más se catapulta hacia el siguiente tramo del circuito.

Toyota_Hilux_T1+_interior
El interior del Toyota Hilux T1+ es más ancho de lo habitual en un prototipo de raids, entre otras cosas porque ha de dejar sitio para el motor, que va ubicado entre las piernas de los ocupantes.

Desde mi posición no puedo ver sus pies, pero sí me sorprende ver sus manos o, más bien, “su” mano. Nasser maneja la dirección del Hilux casi constantemente con su mano izquierda, mientras la derecha apenas se separa del selector del cambio secuencial. No hay casi correcciones en su pilotaje. Todos sus movimientos de volante son, digamos, “amables”, progresivos… Hay una elegancia innata en su manera de dirigir el Hilux, una compenetración entre hombre y máquina de las que no se ven tan a menudo cuando, como hoy, compartes habitáculo con un piloto.

El piloto y la máquina

Lamentablemente, la experiencia termina demasiado pronto, como todo lo bueno, como todo lo que se disfruta, aunque el recuerdo promete ser de los que se retienen indefinidamente. Bajo del Hilux con mucho que pensar, muchas ideas aún por ordenar, mucha información que procesar, con una extraña mezcla de admiración y envidia, impresionado por el enorme salto que supone este T1+ respecto a los T1 que hasta ahora todos conocíamos, preguntándome en qué medida es el hombre el que hace que la máquina sea tan rápida o es la máquina la que hace que el piloto sea tan grande.

Toyota_Hilux_T1+_rueda
Los neumáticos 37 x12.5 x17 no solo cuentan con un gran diámetro, sino que también son mucho más anchos que las tradicionales ruedas de 32".

Viendo la aparente sencillez con la que Nasser Al-Attiyah reinventa las reglas del espacio-tiempo a bordo de este Hilux, con una sola mano en el volante, siento la arrogante tentación de caer en el manido tópico de que es la máquina la que realmente importa. Pero incluso aunque haya un poco de verdad en esa idea claramente simplista, lo cierto es que Toyota alineó cuatro Hilux idénticos en la salida del pasado Dakar, Prodrive corrió con tres unidades de su T1+, y Audi hizo lo propio con sus tres T1e, con los mismos recursos en cuanto a suspensiones, ancho de vías y tamaño de ruedas, por no hablar de los tres Mini John Cooper Works Buggy 4×2, hipertrofiados en la misma medida. Y de esa decena de colosos de enormes ruedas y largas suspensiones, solamente uno llegó el primero a la meta de Yeda, consiguiendo su cuarto Dakar y demostrando la importancia de unas buenas manos… o de una mano izquierda.

Toyota_Hilux_T1+suspensiones
Los enormes brazos de las suspensiones y los palieres de los T1+suponen un auténtico desafío de cara a la fiabilidad.

Ficha técnica

MotorV6
Cilindrada3.444 cm3
AlimentaciónGasolina, biturbo
Potencia máxima400 CV
Par máximo660 Nm
TracciónTotal, permanente, tres diferenciales LDS
Caja de cambiosManual secuencial, 6 velocidades
EmbragueCerámico, doble disco, Ø215 mm
ChasisTubular
Suspensión delantera y traseraDoble triángulo, doble conjunto de muelle y alortiguador
Neumáticos37 x 12,5 x 17
Depósito de combustible540 litros
Largo / ancho / alto4.810 / 2.300 / 1.890 mm
Batalla3.140 mm
Masa en vacío2.000 kg
Nasser Al-Attiyah en su toyota Hilux T1+
Nasser Al-Attiyah en su Toyota Hilux T1+ antes de comenzar el recorrido en el que nos mostrará de lo que es capaz el vehículo.

 

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