El Taigo es la versión con carrocería coupé de T-Cross

Probamos el Volkswagen Taigo 2022 TSI 110 DSG R-Line, ¿por qué no nos lo compraríamos?

Miguel Tineo
Miguel Tineo
Hemos probado el Volkswagen Taigo con el motor 1.0 TSI de 110 CV asociado al cabio automático DSG de doble embrague y siete marchas. Nos ha gustado. Sin embargo, hay un detalle que…

Los tomates. ¿Te has dado cuenta lo difícil que es comerse un tomate que de verdad sepa a tomate? A veces me pongo en el lugar de alguien que nunca se ha comido un tomate y, el primero que se come en su vida, es el de cualquier supermercado. Y sí, seguro que está bueno y le alimenta tanto como cualquier otro. Pero…

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No hace mucho, mi pareja y yo llevamos a unos amigos a comer a un restaurante donde tienen unos tomates de cosecha propia que, literalmente, están para zamparse cinco kilos de una sentada. Alucinaron un poco cuando, nada más sentarnos, ya le dijimos a la camarera que fuese preparando unos tomates. “¿Es que no coméis nuca tomates?”, preguntaron. “Esperad a probarlos y luego nos lo contáis”, les contestamos.

A los pocos minutos, apareció el plato de los tomates. Y la expresión que le salió a uno de ellos desde lo más profundo de sus entrañas es, precisamente, lo que mejor resume la prueba de este Taigo 1.0 TSI 110: “uno no sabe qué es un tomate hasta que prueba uno de estos”.

Pero vayamos al Volkswagen Taigo de esta prueba, que es lo importante. El Taigo es un SUV de aspecto coupé que comparte plataforma con el Polo y el T-Cross, la MQB A0. Se fabrica, por tanto, en la planta navarra de Landaben. Tiene una longitud de 4,26 metros, así que es un poco más largo que sus dos hermanos de plataforma. Eso no se traduce en un mayor espacio en las plazas traseras (de hecho, ofrece lo mismo que el Polo, y el T-Cross añade unos 4 cm más de espacio para las piernas), pero sí le permite contar con un maletero más grande (440 litros, por 385 del T-Cross y 351 del Polo).

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Así es el interior del Volkswagen Taigo

El puesto de conducción tampoco presenta grandes diferencias con respecto al Polo actual (sí hay alguna más frente al T-Cross, que aún lleva el salpicadero anterior al restyling del Polo). El salpicadero cuenta con un buen número de botones y dispuestos de forma lógica, destacando los mandos táctiles que permiten regular el climatizador automático de dos zonas. La pantalla, pese a aglutinar mucha información y numerosas funciones, no distrae demasiado o, al menos, no tanto como las que podemos encontrar en muchas de sus alternativas.

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Por calidad, el plástico duro es el gran protagonista, algo que le resta un poco de glamour a un coche de marca premium. ¿Mal hecho? No, porque los ajustes son buenos y los remates están bien ciudados, pero no hay plástico blando alguno. Al volante, la postura es muy buena y, frente al Polo, es donde podemos encontrar la única diferencia porque, si acaso, en el Taigo podrás ir sentado un poquito más alto.

Así va en marcha

Este Volkswagen Taigo lleva un motor 1.0 turbo de tres cilindros que desarrolla 110 CV y 200 Nm de par, tiene tracción delantera (como todos los Taigo, Polo y T-Cross) y equipa un cambio automático de doble embrague y siete marchas. Pesa 1.260 kilos en orden de marcha. Es un motor capaz de mover al Taigo con suficiente soltura a ritmos normales, si bien es un poco rumoroso y no tiene la finura de, por ejemplo, el 1.5 TSI que también puede llevar el Taigo.

Sin embargo, el cambio no nos ha terminado de convencer. Es cierto que, por comodidad, es muy superior al manual. Sin embargo, frente a éste, le encontramos varias pegas. La primera, que tiene esa acusada tendencia a ir en una marcha muy larga siempre para consumir poco, un mal que acecha a todos los automáticos actuales. Sin embargo, y dado que este motor es un tres cilindros con una cifra de par un tanto limitada, ese comportamiento de la caja resta bastante brillo al motor. De hecho, si optamos por llevarlo de forma manual y apostamos por mantenernos al menos cerca de las 2.000 rpm, veremos que el coche gana mucho en brío.

No es sólo una sensación. De hecho, mientras que este Taigo DSG tarda 10,9 segundos en pasar de 0 a 100 km/h, el manual de seis marchas lo hace en 10,4 segundos. Y, encima, el consumo del manual también es más de 5,5 L/100 km, es decir, 0,4 L menos que el DSG… ¿Qué cuánto cuesta el manual? 1.325 euros menos que el automático, a igualdad de equipamiento.

Si hablamos de comportamiento, nada que objetar: pese a su mayor altura frente al Polo, el Taigo muestra una agilidad elevada, con una gran facilidad para cambiar de dirección, unos movimientos de la carrocería bien contenidos y un eje trasero muy sujeto, que nunca te pondrá en apuros. Además, como no es especialmente pesado, no se parecían demasiadas inercias, y el hecho de llevar un motor tan pequeño hace que el eje delantero se muestre muy incisivo, gracias a su ligereza y a la precisión de la dirección.

Y, ¿entonces?

Llegados a este punto, te estarás preguntando por qué no nos compraríamos este Taigo. Pues bien ,a respuesta es sencilla. Primero, porque si optásemos por este motor, nos lo compraríamos manual. Y, segundo, porque este Taigo TSI 110 DSG R-Line cuesta 29.310 euros. Por sólo 2.005 euros más (eso es un 6,8%), tienes un Taigo 1.5 TSI R-Line DSG de 150 CV, que es bastante más rápido, que gasta lo mismo y que resulta mucho más agradable de conducir y refinado en su funcionamiento.

Vamos, que si te comes un tomate llamado Taigo TSI 110, te va a gustar; pero, si te comes el tomate Taigo TSI 150 que probamos hace unos meses, te va a gustar muchísimo más, y la diferencia de precio es menor a lo mucho que gana el coche.

 

Volkswagen Taigo