Hace apenas diez años, los ‘pequeños’ GTI eran modelos de estética agresiva que registraban unas prestaciones muy elevadas gracias a combinar un motor potente con una carrocería de apenas 3,6 metros de largo y sólo 1.000 kg de peso.
En esta categoría se encuadraban los Fiat Uno Turbo, Ford Fiesta XR2i y Turbo, Renault 5 GT Turbo y Clio 16V, el Peugeot 205 GTI… Todos ellos no sólo eran coches rapidísimos, sino también alternativas de compra asequibles -su precio final oscilaba entre los 1,5 y dos millones de las antiguas pesetas-.
Debido, precisamente, a su bajo coste de adquisición, estos ‘deportivos de bolsillo’ solían terminar en manos de conductores novatos que no contaban con la experiencia y pericia suficientes para controlar las rapidísimas reacciones de unos modelos que eran exigentes en la conducción… y, por tanto, peligrosos en manos poco diestras.