Las autovías y autopistas forman una red necesaria para el desarrollo de los territorios. El viajero puede usarlas para llegar rápida y cómodamente a determinadas zonas y entonces tomar una salida y descubrir una tierra poco conocida pero llena de atractivos. Desde Madrid la AP-6 llega a Adanero, importantísimo cruce de carreteras. Si se toma entonces algún camino secundario empezamos a descubrir tesoros poco visitados a pesar de no estar escondidos
La ruta empieza en Martín Muñoz de las Posadas, un pueblo de pequeñas dimensiones pero repleto de historia. Su esplendor se debe al cardenal Diego de Espinosa, hijo de la villa, uno de los personajes más importantes de su época que incluso llegó a ser regente durante las ausencias de Felipe II. Tiene una plaza amplia, porticada en uno de sus lados, donde destaca la imponente iglesia parroquial, construida a lo largo de tres siglos y por eso tiene tres portadas de diferentes épocas y estilos, gótica, renacentista y plateresca. En su interior destacan varios elementos como las pinturas murales al temple en la capilla a la derecha de la entrada y, sobre todo, un cuadro de El Greco que representa una crucifixión.
Las grandes dimensiones de la plaza, desmesuradas para la población, nos habla de la importancia económica que tuvo Martín Muñoz de las Posadas ya que en ella se levantaba un mercado semanal y una feria anual. Ligeramente fuera de la plaza se levanta el Palacio del Cardenal Espinosa, de típicas hechuras castellanas con un asombroso patio clasicista.
La ruta de las sorpresas no ha hecho más que empezar. Enseguida se llega a Juarros de Voltoya. El río, embalsado, ha creado un ecosistema único vital para todo tipo de aves y muy apreciado por los aficionados que vienen a avistar fochas, cigüeñas, garzas y hasta cormoranes en invierno.
La carretera sigue entre campos de cereal y en un momento se ve la silueta monumental de Santa María la Real de Nieva, un lugar lleno de arte, historia y leyenda. Aquí se cruzan los caminos de esta comarca pero hay que dedicar tiempo a su monasterio, que fue construido por deseo de Enrique III el Doliente y su esposa Catalina de Láncaster. La villa que surgió a su alrededor llegó a ser sede de Cortes en el siglo XV. Las portadas son interesantes pero el claustro, de estilo gótico arcaizante, es espectacular, el mejor de la provincia. Tiene ochenta columnas rematadas por preciosos capiteles que representan todo tipo de historias, desde escenas bíblicas y de la vida monástica a lances de batallas o caza.
Una de las carreteras que salen de Santa María la Real de Nieva conduce hacia Hoyuelos, con su extraordinario Palacio Renacentista, que ha sido usado como escenario en películas importantes como El espíritu de la colmena. En esta zona el terreno es tan llano que las aguas no fluyen fácilmente y se forman lagunas. Muchas fueron desecadas para ganar terreno a la agricultura pero la de Laguna Rodrigo ha sido recuperada devolviéndola casi a su extensión original y ahora atrae a aves típicas de los campos castellanos como el águila ratonera a varias especies migratorias.
La carretera pasa por poblaciones pequeñas como Santovenia, Jemenuño, Etreros, Cobos de Segovia o Bercial, donde se encuentran iglesias de interés y un urbanismo castellano apenas alterado en los últimos siglos. En un momento, en mitad de la nada surge la Abadía de Párraces, que parece una nave surcando el mar de cereal de la ancha Castilla. El lugar no está abierto a visitas turísticas para la visión desde la carretera nos lleva a tiempos remotos. Era tal el poder de la abadía que los pueblos que estaban bajo su jurisdicción no podían disponer de iglesia y sus habitantes debían venir hasta aquí para celebrar los oficios religiosos. Eso pasó hace mucho y en el cercano Marugán hay una iglesia con un extraordinario artesonado mudéjar. Si hay hambre, se llega a Muñopedro. Aquí todo el mundo va el Bar de La Trastienda. Alberto no defrauda a nadie cuando alguien se acerca a su barra.
Y por supuesto hay que llegar a Villacastín, donde abundan los palacios de esquileo y las casonas solariegas, pero sobre todo destaca la imponente iglesia de San Sebastián, tan grande que era llamada la catedral de la sierra. El bar de José en la Plaza Mayor o el de Marcial en el camino a Ávila, son lugares que merecen la pena.
La ruta puede iniciarse en Martín Muñoz de las Posadas, y pasar por Juarros del Voltoya hasta Santa María la Real. Deliciosa carretera hasta Hoyuelos, Jemenuño y Etreros.
Deliciosa colección de casas de labranza y palacios de esquileo en Muñopedro, Marugan y Villacastín.
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