El problema de las inundaciones es recurrente en nuestro país, sobre todo en otoño y en la costa mediterránea por efecto de la gota fría. Pero estos fenómenos son, debido al cambio climático, cada vez más frecuentes en todo el mundo. Y pueden tener consecuencias devastadoras…
Así ocurrió con las cuatro grandes inundaciones ocurridas en Australia a lo largo de 2022, que supusieron perdidas económicas por valor de 3.208 millones de euros (el 0,25% del PIB de ese país) y, sobre todo, ocasionaron la trágica muerte de 20 personas en las inundaciones acontecidas estado de Nueva Gales del Sur (al suroeste del país, el estado más poblado del país) durante los meses de febrero y marzo. Varias de estas muertes ocurrieron porque pasajeros de algunos vehículos quedaron atrapados en los mismos.

Una prueba de seguridad inédita en el mundo
Y en Australia, no quieren que se repitan muertes por este mismo motivo. Por ello, su organismo de evaluación de vehículos ANCAP, (Programa de Evaluación de Coches Nuevos en Australia) ha introducido, desde el pasado mes de enero, una prueba inédita en todo el mundo y muy concreta, que evalúa la seguridad que proporcionan los distintos vehículos a sus pasajeros… en caso de inundación.
ANCAP, que evalúa la seguridad de los vehículos de forma similar a EuroNCAP, con una puntuación global de una a cinco estrellas; ha añadido a su batería de pruebas un test que, en concreto, analiza si las puertas y las ventanillas se pueden abrir bajo el agua (y hasta qué grado) para permitir que los ocupantes del vehículo puedan escapar en estas circunstancias.

Para obtener una calificación positiva en esta prueba de seguridad, que ANCAP encuadra en el apartado de Protección a adultos (más concretamente entre los ‘criterios de accesibilidad a un vehículo tras un accidente’) y que cualquier vehículo debe aprobar para optar a la máxima puntuación de cinco estrellas; los vehículos sometidos a evaluación por esta agencia deberán permitir la apertura tanto de puertas como de ventanillas debajo del agua sin la asistencia de la corriente eléctrica que proporciona la batería.
O, lo que es lo mismo, esta prueba de seguridad evalúa si los vehículos cuentan con un sistema de emergencia que permita tanto la apertura manual de las puertas como la bajada de las ventanillas.
Junto a esta capacidad, el organismo de evaluación de vehículos australiano exige desde el pasado enero asimismo a los fabricantes que los manuales de usuario de los mismos incluyan información acerca de cómo deben actuar los pasajeros en caso de que estos dispositivos de emergencia fallen. Así, los manuales de usuario deben incorporar explicaciones sobre cómo romper los cristales de las lunas si las ventanillas o las puertas no pueden ser abiertas de forma automática o manual.

Desde ANCAP, su directora Carla Hoorweg, no niega que el origen de esta prueba de seguridad se debe, precisamente, a las inundaciones ocurridas el año pasado y alega que “la respuesta después de un accidente es un elemento crítico para garantizar la supervivencia. Los sistemas de seguridad requieren que los dispositivos electrónicos del vehículo permanezcan operativos una vez sumergidos, de modo que las puertas y ventanillas de los automóviles puedan abrirse”.
Por ahora y según citan medios estadounidenses, ni la agencia estadounidense para la seguridad del transporte NHTSA ni EuroNCAP valoran incluir en sus programas de evaluación la prueba de seguridad que ha instaurado ANCAP, aunque señalan que EuroNCAP estudiará los resultados logrados en Australia de cara a valorar una posible prueba similar en un futuro en las pruebas que lleve a cabo en Europa.
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