Las películas son una fuente inagotable de falsos mitos, muchos de ellos nacidos de la necesidad de crear espectáculo. Uno de esos mitos son las explosiones de los coches por fugas de carburante.
No, un coche no salta por los aires por el simple hecho de que haya una fuga de combustible y se acerque una pequeña llama. De hecho, en la realidad hasta es probable que esa llama se apague en cuanto toque el carburante…
Debemos tener en cuenta que la gasolina necesita principalmente una chispa para empezar a arder, mientras que el gasoil precisa de una gran temperatura para arder también. Y, cuando no están dentro de un recipiente más o menos hermético, no se produce una explosión.
Cuando un coche arde, sí se escuchan explosiones provenientes de los neumáticos o cosas así, pero no son como una bomba de un acto terrorista, ni mucho menos. El riesgo es que nos quememos o nos intoxiquemos con el humo, pero no la explosión del vehículo, que no se va a producir.
Ahora bien, tener una fuga de carburante es obviamente peligroso por el riesgo de incendio que hay. No es el motivo más habitual, pues en la mayoría de los casos esos incendios se producen por cortocircuitos o fugas de aceite sobre zonas calientes del motor, como el colector de escape o el turbo, en los coches que lo llevan.

Ahora que tenemos claro que lo de las explosiones de las películas es falso, sí debemos tener claro que una fuga de carburante es un problema, y no sólo por el riesgo de incendio, si no porque nos podemos quedar tirados en cualquier momento, no pasaremos la ITV y, también, estaremos contaminando allá por donde caiga.
Por suerte, detectar una fuga de carburante no suele ser difícil. Primero, por el olor, pues tanto la gasolina como el diésel desprenden un característico olor que rápidamente nos deberían poner en alerta.
Además, es probable que veamos gotitas en el suelo cuando dejemos el coche aparcado si es gasoil; en e caso de la gasolina, no las veremos salvo que sean muy recientes, pues se vapora con mucha rapidez.
En los talleres tiene además diferentes sistemas para comprobar posibles fugas: desde hacer pruebas de presión en el circuito de alimentación a emplear líquidos de contraste que terminan saliendo por el lugar donde se ha producido la fuga.
Es más, en la mayoría de los coches actuales, una pérdida de carburante significará una pérdida de presión en el circuito de alimentación, algo que puede ser motivo más que suficiente como para que se encienda algún testigo de avería del motor. Al mismo tiempo, el propio sistema puede ser capaz de indicar aproximadamente dónde está esa pérdida de carburante al mecánico a través de un terminal de diagnosis.
