Contenedores. Esos gigantescos cajones metálicos en los que caben desde miles de cajas llenas de llaveros, calzoncillos, camisetas… Cualquier cosa. En ocasiones, también vehículos, aunque de forma más bien puntual (por ejemplo, cuando son vehículos de competición o cosas así), pues lo normal es que los coches vengan en los conocidos como Ro-Ro (que viene de roll-on/roll- off, por aquello de que suben rodando y bajan igual), barcos diseñados específicamente para transportar vehículos y en los que suelen entrar más de 8.000 coches, sean del tipo que sean: desde turismos a furgonetas, eléctricos, térmicos…

Uno de los grandes problemas de que Europa tenga una dependencia brutal de la fabricación en China es el transporte. Y no sólo por los costes, que se han multiplicado desde la pandemia, sino también por las emisiones contaminantes tan brutales que genera el transporte marítimo, que es por donde llega todo, o casi.
Según un informe de Visual Capitalist, una web centrada en temas de mercados, tecnología, energía y economía global, en el año 2018 la industria marítima emitió 1.100 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero, cuando en toda la Unión Europea, en ese mismo año, se emitió un total de 3,5 millones de toneladas, incluyendo transporte, industria, climatización… Es decir, el transporte en barco contaminó aproximadamente un tercio de todo lo que emitió ese año la Unión Europea.
Y no es de extrañar, sobre todo cuando uno trata de averiguar cuánto consume uno de estos gigantescos barcos y se encuentra todo tipo de datos, a cual más desmesurado… aunque lógico en cierta medida teniendo en cuenta todo lo que llevan en su interior. Hablar de consumos de 250 litros por hora no es raro (en el caso de los cruceros, se habla de 700…), y a eso hay que añadir el pequeño detalle de que estos barcos puede tardar unas seis semanas en venir de China a España, por ejemplo.
Como dato curioso, y según un estudio de 2019 de Transport&Environment, se calculaba que las emisiones de óxidos de azufre de 47 cruceros emiten tanto como 260 millones de coches. En España, se calcula que hay unos 33 millones de coches. Echen cuentas. También es cierto que, desde 2020, se han endurecido las restricciones en materia de emisiones de este tipo, así que ese dato debería abre mejorado al menos un poquito…
El problema no es sólo ese. El problema es que, al paso que va aumentando las importaciones desde países como China, la Organización Marítima Internacional calcula que esas emisiones de su sector podrían incrementarse entre un 90 y un 130% de aquí a 2023, lo que duplicaría las emisiones actuales y podría colocarles incluso por encima de las emisiones europeas, que van bajando paulatinamente; de hecho, en 2020 ya eran de 3.118.549 toneladas, lo que supuso casi medio millón menos frente a las de 2018 o, lo que es lo mismo, una reducción de en torno a un 15% en dos años. Echa cuentas de lo que podría pasar en 2023…
Por eso, y también por tratar de reducir los costes, los fabricantes de barcos y las empresas navieras están ya trabajando en la reducción de consumo, como mejorar la resistencia del casco para avanzar por el agua en los nuevos o reducir la velocidad de los barcos que ya existen. Todas estas medidas podrían reducir las emisiones hasta cerca de un 50%. Y no sólo eso, pues también están buscando otras alternativas al gasóleo de estos barcos (que está mucho menos refinado que el de los coches para abaratar costes), como podría ser el GNL o Gas Natural Licuado, que reducen las emisiones entre un 13 y un 16%.
Ahora bien, fabricar un barco de estos además requiere mucho tiempo, no menos de dos años, y que sus precios son, lógicamente, astronómicos. Motivo también por el que las navieras tratan de amortizar los que ya tiene tanto como les es posible. Así que parece que el problema va para largo, mucho más que el tiempo que tarda en llegar un barco desde China a España…
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