BMW M5 30 Aniversario: Primera prueba

Antonio Hernandez
Antonio Hernandez
Hace 30 años, el primer M5 de 315 CV ya hacía soñar con un mundo de sensaciones. Con el tiempo, la poderosa berlina ha crecido hasta los ¡600 CV! Esta es la historia de un reencuentro y un viaje inolvidable.


En 1989, tuve la oportunidad de vivir en Alemania y viajar a menudo por sus magníficas carreteras. Por aquel entonces, el BMW M5 ya tenía 5 años de vida, pero nunca se me había presentado la ocasión de conducirlo. Así que solía fantasear con lo que sería pisar a fondo a los mandos de esta excepcional berlina en las ensanchadas autobahnen, todavía inmersas en impresionantes obras de ampliación a tres carriles. Pero todo llega. A veces por sorpresa. Fui invitado a conducir un BMW para un viaje familiar por Alemania. Y a mi llegada a Munich me entregan las llaves de un Serie 5. «Muy bien». Ah, se trata de un Serie 5 M. «¡Impresionante!» Un Serie 5 de la edición limitada 30 Aniversario.

«¡¡¡Espectacular!!!» Casi sin aliento me siento al volante y es mi hijo Antonio quien, curioseándolo todo, observa la placa numerada y se da cuenta del detalle: «¡Es la primera unidad de 300!» No uno de 300: ¡El número 1!

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TÉCNICA: EL MÁS BESTIA

Es posible que seas de los que piensan que un BMW M5 de 560 CV no sea ni lo suficientemente potente y exclusivo. Para estos pocos pero exigentes clientes, BMW ha creado esta edición especial con una producción limitada a 300 unidades. Solucionado el tema de la exclusividad, el apartado de la potencia se arregla reconfigurando el soplado de los turbos para que el propulsor 4.4 V8 alcance los 600 CV. El resultado es el BMW más potente jamás fabricado.

Por otro lado, para justificar el aumento de 38.350 euros respecto de un M5 estándar, la marca incluye de serie el Competition Package, formado por muelles más cortos y amortiguadores más firmes, el diferencial activo «M», unas llantas de 20» y unos ajustes distintos para la dirección y ayudas electrónicas.

Por fin, 25 años después, voy a poder probar ese coche que tanto me hizo soñar. Por si fuera poco, en la versión más potente de su historia. Y en las mejores autopistas del mundo. Ciertamente, el M5 promete grandes emociones y el estímulo de preciosos recuerdos de las rutas que hicimos mi mujer y yo, pero ahora en compañía de nuestro hijo y en un coche tan exclusivo, con un motor V8 de 600 CV.

Al entrar en el BMW M5 30 Aniversario tengo la sensación de acceder a un salón de lujo. Todo en el enorme habitáculo, asientos y volante incluidos, está tapizado en Alcántara. Un poco recargado, la verdad, aunque al poco tiempo te acostumbras, incluso al tacto del volante. Cuando arranco el motor, un rugido sordo me envuelve y me pide acelerar suavemente, como si estuviera buscando la afinación de un Stradivarius. «Acelera un poco más», oigo desde la plaza trasera. BMW emplea la técnica de amplificar el sonido del motor dentro del coche a través del conjunto de altavoces y doy fe de que consigue al menos un fin: subir el nivel de adrenalina de los ocupantes.

Los asientos deportivos son tan envolventes como cómodos; permiten tomar curvas rápidas sin bailar de un lado a otro y hacer jornadas largas al volante sin tener la sensación de cansancio. «¿Qué tal la espalda?», se interesa mi mujer, después de dos horas de viaje y con pesados tramos de 40 km de autopista a sólo 40 km/h. «Perfecta», respondo.

Antonio empieza a disfrutar del viaje en las cómodas plazas traseras, desde las cuales puede incluso controlar el velocímetro: «¡Casi vamos a 240 km/h!» «¡¿A cuánto?!», grita mi mujer y me veo obligado a levantar el pie y a mantener un ritmo más sosegado durante los 500 kilómetros restantes del viaje. En realidad, ni siquiera nos habíamos acercado a la punta teórica de este purasangre –nos quedamos a 65 km/h de los 305 anunciados por el fabricante–. Circular por estas autopistas con un coche tan eficiente transmite tanta seguridad, que viajar a un crucero de 200 km/h es algo que no impresiona, sobre todo cuando la mayoría de los demás vehículos se mueve a similar velocidad.

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Gran ‘culpa’ de este aplomo la tienen la compenetración del chasis y la amortiguación con la tremenda superficie de contacto de los anchos neumáticos Pirelli P Zero –de 265/35 delante y 295/30 atrás–, todos montados sobre llantas de 20″. En ningún momento transmite inseguridad, ni el hormigón con sus juntas de dilatación –»¿qué es ese ruido de tac, tac, tac de la carretera?», susurra mi hijo– ni el asfalto de las pistas alemanas.

Un peso pesado con prestaciones estratosféricas

A pesar a los 1.945 kg y 4,91 m de largo, sorprende la facilidad de manejo a cualquier velocidad. Fue difícil que el llamativo rugido de los 600 CV y los detalles identificativos de esta edición 30 Aniversario pasaran inadvertidos para los peatones en Munich, Stuttgart o Heidleberg, ni para los conductores de otros superdeportivos. «¡Un Audi RS6 Avant, un Porsche Panamera Turbo S, un Mercedes E63 AMG!», cazaba mi hijo, aún cientos de metros antes de que les alcanzásemos. Y en más de una ocasión quisieron medirse con ‘nuestro’ BMW de 159.000 euros.

Las diferentes configuraciones de potencia me permitieron practicar una conducción tranquila, económica –con el Stop&Start activado– o sacar todo el potencial en el modo ´Sport Plus´. «Cambia con las levas y verás qué aceleración, papá». Pasar de modo automático a manual es tan sencillo como presionar las levas tras el aro del volante –la derecha para subir marcha y, la izquierda, para reducir–.

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La diversión está asegurada y con las prestaciones del M5 –de 0 a 100 km/h en 3,9 seg.– tardas menos tiempo en adelantar que en pensarlo y te da la tranquilidad de poder salir de cualquier entuerto con un ligero toque de acelerador sin perder la compostura aun enviando todo su potencial a las ruedas traseras.

En estos 600 kilómetros llenos de recuerdos por Alemania vivimos el BMW M5 30 Aniversario en todas las circunstancias posibles y de una manera muy agradable en cada una de ellas: de día y de noche, con lluvia y en seco, por autopistas, carreteras y ciudad, con tráfico rápido y lento. ¿Tráfico lento en Alemania? Pues sí. Parece que las obras en las autopistas continúan 25 años después… ¡para ampliarse a cuatro y cinco carriles! Pienso que habrá que volver para probarlas, pero Antonio tiene otra idea más inmediata: «¿Por qué no seguimos hasta Madrid?»

 

BMW Serie 5