Creado para competir contra rivales como el Ford C-Max o el Renault Scénic, el modelo de la marca alemana aporta, según sus creadores, un toque premium, de calidad y exclusividad que no tienen sus competidores. Además, gracias a su aumento de tamaño hasta los 4,36 m de longitud -9 cm más que el anterior-, mejora la habitabilidad trasera y el maletero.
Lo hemos probado en un recorrido de 120 km por Viena (Austria); un 40% de la ruta es por autopista, un 50% por carreteras secundarias con asfalto en buen estado y un 10% por centro urbano.
Curiosidades del producto
El Clase B estrena motores de nuevo desarrollo más eficientes, así como una transmisión automática de doble embrague y siete velocidades que se puede asociar de forma opcional a todos los propulsores y otra caja manual de seis marchas. En gasolina, se puede elegir un eficaz 1.6 turbo con dos niveles de potencia -122 y 156 CV- y, en diesel, un 1.8 -en realidad es una variante del motor 250 CDI que se monta desde la Clase C hasta la Clase S, pero con la cilindrada reducida- con 109 o 136 CV.
Otro aspecto en el que se ha hecho especial hincapié es en el equipamiento relacionado con la seguridad, gracias a la incorporación de serie en todas las motorizaciones de elementos como el sistema collision prevention assist -prevención de colisiones por alcance-, el attention assist -alerta por cansancio del conductor-, los faros bixenón con faros diurnos de Led, ESP o siete airbags. Además, llama la atención que no haya que pagar por el Bluetooth, la toma USB, el avisador de presión de neumáticos o la pantalla de 14,7 cm en color emplazada en el centro del salpicadero.
Por dentro: un monovolumen no tiene por qué no mostrar calidad
Los materiales empleados están al nivel de sus hermanos más alto de gama, como el Clase C. El salpicadero ofrece unos ajustes muy buenos y los botones del salpicadero, palancas o aireadores transmiten una solidez impropia de este segmento. Además, el sonido que se produce al abrir o cerrar las puertas denota calidad. También me ha parecido buena la insonorización del habitáculo, sobre todo cuando la motorización elegida es diesel -en los gasolina se aprecia más el sonido del motor a altas revoluciones-.
La habitabilidad trasera es buena, tanto por espacio para las piernas como por altura, aunque resulta recomendable sólo para dos pasajeros, ya que el reposabrazos trasero hará que el hipotético ocupante central no vaya cómodo en la zona de la espalda y el abultamiento en el centro del suelo provocará que sus pies no estén posicionados cómodamente. Por su parte, el acceso es excelente gracias a que la apertura de la puertas traseras llega casi al ángulo recto. El maletero tiene, en su configuración estándar, 488 litros. Opcionalmente puede montar un sistema de banqueta trasera con desplazamiento longitudinal -llamado Easy Vario Plus- que permite variar el maletero entre 488 y 666 litros -si se monta este elemento, el asiento del copiloto también se puede abatir para cargar objetos largos-. Se echan de menos huecos más grandes para dejar objetos, aunque la guantera ofrece un doble compartimento de buenas dimensiones.
En marcha: tacto de coche grande
Hemos tenido la ocasión de probar tanto los dos motores diesel -180 y 200 CDI- y el motor gasolina más básico -B180 de 122 CV-. Los motores diesel ofrecen un rendimiento muy parecido y la diferencia de potencia -109 y 136 CV- se aprecia en el medio régimen. La entrega de fuerza resulta muy progresiva y el motor responde desde prácticamente 1.200 rpm, lo que hace que las recuperaciones en marchas largas sean bastante satisfactorias. En general son motores agradables, que no transmiten vibraciones ni ruidos al interior, aunque cuando salimos del coche sí se aprecia claramente que estamos ante una mecánica alimentada por gasóleo. En cuanto al motor gasolina 1.6 turbo de 122 CV, el rendimiento es satisfactorio, aunque exige llevarlo relativamente alto de vueltas para practicar una conducción ágil.
El cambio manual de seis velocidades tiene unos recorridos largos de palanca, pero la inserción es suave y precisa. El cambio automático de siete velocidades ofrece una buena combinación entre suavidad y rapidez, aunque hemos acusado una leve lentitud a la hora de reducir marchas de forma manual -a través de las levas tras el volante-. El mando para manejar esta transmisión está en la columna de dirección, lo que deja un espacio libre entre los dos asientos con dos huecos con tapa.
El comportamiento es bastante ágil para un coche de este tipo gracias a la incorporación de un elaborado eje trasero multibrazo, además de un centro de gravedad más bajo. Es cómodo pero, en carretera de curva, transmite la precisión y la confianza como para rodar rápido de forma segura. La dirección eléctrica ofrece un tacto adecuado y se muestra directa.
Otro aspecto en el se ha trabajado a conciencia es en la mejora de la aerodinámica, consiguiendo un coeficiente de 0,26 -más adelante llegará un paquete denominado Eco Technology que mejorará este valor para alcanzar los 0,24-, el mejor de su categoría y al nivel de coches tan eficientes en este aspecto como el Toyota Prius.