El gasto en combustible del coche medio español ronda los 1.800 euros anuales. Es una cifra lo bastante grande como para que el consumo medio sea un parámetro clave a la hora de comprar un coche nuevo. En nuestro país, el diésel siempre ha sido la opción preferida para reducir el gasto en combustible y por ello son muchos los lectores que nos piden consejos para comprar un coche diésel. Muchos de ellos, tras la compra, se sorprenden de que sus vehículos no se acercan, ni por asomo, a los consumos homologados por la marca. Y es que, como vimos recientemente, la diferencia entre los consumos reales y los oficiales pueden diferir un 42%.
El consumo medio, que es el dato que más se suele tener en cuenta, es uno de los valores que se miden durante el proceso que cualquier coche tiene que superar antes de poder ser comercializado, y que sirve para comprobar que el vehículo cumple con todas las regulaciones y legislaciones vigentes. En concreto, el consumo medio se calcula conduciendo a lo largo de un recorrido estándar: el ciclo de homologación. En la actualidad, en el mundo se utilizan tres ciclos de forma predominante: el europeo -o NEDC-, el americano -o FTP- y el japonés, que es una versión simplificada del europeo.
¿Dónde está la trampa?
En el NEDC, la primera parte del ciclo está inspirada en el tráfico urbano de Roma en los años 70. Las aceleraciones son anormalmente suaves, con un máximo de 3,75 km/h por segundo. Y un 25% del tiempo el coche está detenido. Organismos como el INRETS francés han analizado el ciclo y concluido que subestima el consumo en un 15-25%. El problema es que el NEDC, al no representar la realidad, está dirigiendo el esfuerzo innovador de los fabricantes hacia tecnologías que funcionan muy bien en el ciclo de homologación, pero que no resultan tan efectivas en la realidad.
Además, durante las pruebas, los fabricantes sueles hacer ‘trampas’ en parámetros como la resistencia a la rodadura, las tolerancias, el peso, la temperatura, el tipo de marchas o la velocidad. Por ello, no es de extrañar que el error final pueda rondar fácilmente el 30%. Por tanto, si vas a comprarte un coche debes tener en cuenta que los datos que homologa el fabricante nada tienen que ver con los consumos reales que obtendrás en el día a día.
Coche diésel: lo mejor para viajes largos
A la hora de viajar, sigue sin existir una tecnología más eficiente que un buen motor diésel. Respecto de un gasolina atmosférico, representa un ahorro de hasta el 35%. No es sólo que el combustible sea más barato, sino que los propulsores diésel tienen un funcionamiento más eficiente, exprimiendo más energía de cada gota de combustible.
Sin embargo, no están exentos de inconvenientes. Son más caros, más pesados y más complejos -e incorporan componentes caros y susceptibles de averiarse, como el filtro de partículas-.
A pesar de todo, estos vehículos siguen siendo los más recomendables en estos momentos para realizar grandes distancias y un gran número de kilómetros anuales. Sin embargo, si ruedas mucho por ciudad lo ideal es prestar atención a los nuevos modelos de propulsión. Aquí te presentamos las mejores soluciones.
- Coches híbridos. Los sistemas de propulsión híbrida –que combinan un motor de gasolina con un eléctrico- ofrecen reducciones de consumo comparables a las mecánicas diésel, aunque tienen un punto débil. Consumen menos, pero no exactamente porque gasten menos, sino porque recuperan parte de la energía cinética del coche y la usan para cargar las baterías. Por eso, aunque en ciudad -un entorno de continuas paradas- son imbatibles -mejores incluso que un diésel-, en carretera no ofrecen consumos tan brillantes como un diésel.
- Híbridos enchufables y eléctricos. Electrificar el tren motriz es la forma de ir a la raíz del problema del consumo energético de un coche con propulsor convencional: un motor térmico -de gasolina o diésel- desperdicia casi dos tercios de la energía contenida en el combustible, mientras que la eficiencia de uno eléctrico supera el 90%. Por eso, la reducción en consumo de un coche eléctrico, frente a un gasolina atmosférico, ronda el 90%. Los híbridos enchufables proporcionan una reducción casi tan grande, aunque eso tiene ‘trampa’: la cifra está calculada suponiendo que el coche recorre alrededor del 85% de los kilómetros en modo eléctrico. En ambos casos, sólo podrán disfrutar de estas tecnologías quienes se puedan permitir convivir con las escasas autonomías -inferiores a los 240 km- que, de momento, ofrecen la práctica totalidad de estos vehículos.
¿Mejor un coche diésel o uno de gasolina?
Como dijimos anteriormente, todo va a depender de tu kilometraje anual. La diferencia de precio entre ambos combustibles se ha estrechado en los últimos años, por lo que ya no es tan rentable adquirir un vehículo de gasóleo para realizar menos de 20.000 km al año. Otro punto a favor de los coches de gasolina es el precio de adquisición, ya que uno diésel es, de media, 2.000 euros más caro que el primero. Por otro lado, los motores actuales de gasolina son mucho más eficientes y con un consumo mucho menor que el de la década pasada.
Así las cosas, si bien el combustible es más económico, para amortizar un automóvil diésel se necesitan recorrer anualmente entre 20.000 y 25.000 km aproximadamente. A principios de la década de los 2000, por el contrario, bastaba con hacer unos 18.000 km al año para considerar la compra de un coche diésel como una operación beneficiosa -si tenemos en cuenta que la media aproximada de km recorridos por los conductores españoles es menor a los 15.000 km, en la mayoría de casos se podría decir que no interesa como inversión-.