
Así lo aprobó ayer mediante Real Decreto el Consejo de Ministros, pues el Ministerio de Industria entiende que es lo más conveniente al llegar el año que viene al mercado español tantos modelos de estas características, y porque, de lo contrario, la demanda podría estancarse. Los datos muestran que el 54 % de los modelos que iban a lanzarse este año o el siguiente han sufrido retrasos en su comercialización. Industria considera que este hecho ha dañado la demanda.
Por tanto, según lo aprobado, las ayudas pasan ahora a poder solicitarse hasta el 30 de noviembre de 2012, y se concede hasta el 15 de diciembre de 2011 para resolver y pagar todas las solicitudes de este primer plazo. En función del vehículo, la aportación puede ser de entre 2.000 y 30.000 –, que se extraen de una partida presupuestaria que asciende a 49 millones de euros. Es decir, exactamente igual que lo que se aprobó en mayo y ahora iba a expirar. Si se trata de la compra particular de un solo coche, el Estado subvenciona el 25 % del precio antes de impuestos -si no se incluyen las baterías, subvenciona hasta el 35 %-.
Sin embargo, existen voces que disienten de este tipo de medidas. Es el caso de la asociación de fabricantes Ganvam, cuyo presidente, Juan Antonio Sánchez Torres, ha salido rápidamente a criticar el planteamiento del Gobierno. En su opinión, estas ayudas están alimentando una demanda inexistente -solo se han vendido unos 300 coches eléctricos en lo que va de año, cuando se confiaba en alcanzar los 12.000-, con lo que no están ayudando a la industria. Sánchez Torres define esta situación como un «agravio comparativo», y estima que con ese mismo presupuesto se podría subvencionar con 500 – la compra de 100.000 coches convencionales.
Sánchez Torres continuó: «No tenemos nada en contra del vehículo eléctrico, pero antes de implantarse tiene tres grandes problemas por resolver: su precio, muy superior al de otras motorizaciones; las precarias condiciones de repostaje, por los escasos puestos de recarga, y el tiempo empleado en esta tarea y su reducida autonomía, de entre 100 y 150 kilómetros, lo que restringe en gran medida su uso».