
Su nombre interno es Roboguante -una denominación que, en el original inglés «Roboglove» hace un juego de palabras con «Robocop»- o K-Guante, está basado en lo aprendido con el desarrollo del humanoide Robonaut 2 y permitiría a los operarios agarrar con más fuerza piezas de gran peso, manipularlas con mucho menos esfuerzo, evitar lesiones… Según GM, el trabajador que antes tuviera que aplicar una fuerza de entre 7,8 y 9 kilos para trabajar con una pieza o herramienta, ahora sólo necesitaría entre 2,27 y 4,54 kg. de fuerza. El propio guante apenas llega a pesar 1 kg., con sus baterías de litio incluidas.
¿Cómo consigue este guante ser tan útil? Presenta una serie de tendones «robóticos» en su cara exterior que ayudan a contraer los dedos del operario para agarrar un objeto. Además, incorpora unos sensores que son capaces de detectar las características de la pieza y del tacto del operario. Éstos son los que, si detectan que el operario quiere abrir o cerrar la mano, mandan las señales a los tendones sintéticos para que aumenten o reduzcan la presión.
Pero al Roboguante aún le queda mucho tiempo de desarrollo: «Honestamente, todavía no hemos empezado las pruebas», reconoció Marty Linn, ingeniero jefe de robótica de General Motors. «Queremos hacerlo más ligero y usar menos potencia». Sólo así podría ser cómodo para el trabajo en fábrica.
Ahora bien, ¿por qué la NASA se ha interesado por un guante que ayude a fabricar coches? Trish Petete, director de la división de tripulación y sistemas térmicos en el Centro Espacial Johnson, explica que esta tecnología también puede aprovecharse para la «destreza en la mano durante la actividad extravehicular«. Esto es, cuando un astronauta haga reparaciones a su nave en medio del vacío.