El Cid Campeador quería una Ducato

Despertarse en una pequeña villa rodeados de campo y silencio, en un escenario por el que pasó El Cid Campeador hace ya unos cuantos siglos, tiene algo de mágico. Pernoctar en nuestra furgo a los pies del castillo de Sigüenza ofrece un encanto especial. Sin problemas de espacio, ni problemas de autonomía. Es un lugar especial y demuestra que un vehículo industrial nos puede servir perfectamente para viajar en nuestro tiempo de ocio.
La cultura no está reñida con el motor. Empezamos entrando en la catedral de Santa María, un buen lugar para maravillarse con el estilo románico-cisterciense y el acabado gótico de la edificación que cuenta también con elementos renacentistas en su interior. Su construcción comenzó en tiempos del reinado de Doña Urraca, hija de Alfonso VI, y disfrutarla hoy es de esas experiencias que merecen la pena incluso para los que no son aficionados a los edificios eclesiásticos.
En ella hay decenas de detalles que no debemos pasar por alto, entre ellos el famoso sepulcro del Doncel, la tumba de Martín Vázquez de Arce, hijo del secretario personal de la familia de Mendoza y paje del primer Duque del Infantado. Murió durante la Guerra de Granada, en la acción militar de la Acequia Gorda de la vega de Granada, y la figura romántica que muestra su sepulcro, recostado y leyendo un libro, se ha convertido en un tesoro artístico además de símbolo de la ciudad.
Por eso también ha adquirido más interés la llamada Casa del Doncel, un edificio gótico que terminó de construirse entre la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI, y que acogió a distintos personajes ilustres, entre ellos las familias de los Vázquez de Arce y Sosa o los Marqueses de Bedmar, cuyos blasones fueron labrados sobre la fachada del edificio.
A unos siete minutos andando desde la Casa Doncel y cruzando la calle Mayor se encuentra otra de las sorpresas más extraordinarias de la jornada: el castillo o alcázar de los obispos de Sigüenza que hoy alberga el Parador de Turismo. Otro elemento medieval que nos hace retroceder 900 años ya que se trata de un castillo del siglo XII instalado en una alcazaba árabe y edificado sobre un asentamiento romano. En él durmieron en su día tanto obispos como cardenales y monarcas, y hoy podemos alojarnos en él o si no, visitarlo y conocer parte de sus salones. Cuenta con un patio empedrado y una capilla románica del siglo XIII que no tienen desperdicio.
Aún nos queda conocer las iglesias de Santiago, San Vicente o Santa María, dar una vuelta por las ermitas y conventos y saciar la necesidad de dulce con algunas de las obras de arte en repostería que hacen las religiosas del convento de las Clarisas, además de hacer la ruta de las puertas seguntinas, las que daban entrada a la ciudad a través de sus murallas.
El volumen de esta Ducato ofrece posibilidades perfectas para la camperización con una excelente relación espacio aprovechamiento. Un volumen perfecto para una conducción cómoda es una valor muy interesante. Hay limitaciones para entrar en muchas poblaciones históricas, pero se compensa con creces por la polivalencia de su espacio de carga.
Eso lo notamos cuando deseamos montar un picnic. Una buena idea cuando optamos por acercarnos a un gran espacio natural. Nos queda conocer un espacio verde ideal para cargar los pulmones de aire fresco. Hablamos del Pinar de Sigüenza, repleto de pino resinero, un espacio que relaja y permite huir del calor. Además, podemos aprovechar para conocer parte de la ruta del Quijote que sale de La Fuensaviñán y sigue camino a Atienza.
De salida, siempre podemos escaparnos hasta Palazuelos, en la llamada Sierra de la Ministra, junto a un gran valle lleno de arroyos que da lugar a un aspecto como de cuento. Ya en esta pedanía iremos contagiándonos del ambiente medieval que se respira en toda la zona: basta con mirar su conjunto fortificado, el mismo que empezó a construirse junto con al castillo hace seis siglos por el primer Marqués de Santillana, don Iñigo López de Mendoza. Se conservan tres de las cuatro puertas que inicialmente se construyeron, donde aparecen escudos de Mendoza y Valencia, los señores de la villa, además de los torreones adosados a la muralla. Dejamos la tierra que en su época albergaba grandes riquezas para seguir a nuestro destino, Sigüenza, a solo unos minutos, donde nos queda una jornada llena de posibilidades.
Partiendo de La Fuensaviñán pasaremos por el Parque Natural Barranco del Río Dulce, con varias rutas senderistas que podemos hacer. Dicen que era uno de los rincones favoritos de Félix Rodríguez de la Fuente, y es que allí los aficionados al avistamiento de aves encontrarán un buen lugar para disfrutar de su hobby. De hecho hay un mirador que lleva el nombre del naturalista desde el que aseguran que la vista es perfecta para observar la Hoz de la Pelegrina y las aves que allí anidan: buitres leonados, halcones peregrinos, águilas reales e incluso águilas perdiceras.
Y esas mismas opciones nos pueden llevar a pueblos como Carabias, apenas 10 kilómetros de Sigüenza, cuenta con la ventaja de ser un lugar casi secreto que aún no conoce el gran turismo. Allí, en mitad de los campos guadalajareños, se encuentra el hotel Cardamomo, un pequeño oasis bucólico del que cuesta despedirse… a no ser que la experiencia que tenemos por delante merezca la pena. Y es el caso. Si acabamos llegando a Atienza, también parte de la Ruta del Quijote, cruzaremos otro paraje que tiene mucho de especial: las salinas de Imón, activas hasta hace 20 años y un escenario original que seguro que llama la atención de los curiosos. Durante mucho tiempo fueron las de mayor producción de la península ibérica, y han estado activas varios siglos. Incluso se cree que los romanos en el siglo I d. C. ya extraían sal de la zona, aunque realmente las salinas no se construyeron hasta el siglo X. Allí se pueden ver almacenes, norias, recocederos y albercas que dan idea de su actividad. Un broche original para una jornada repleta de historia, monumentos, gastronomía y naturaleza. Si a esto lo unimos otra parada en Hita para comprar algunos de sus quesos y un poco de miel entenderemos que nuestra FIAT DUCATO es el compañero perfecto para un viaje.