Los nuevos tiempos, con el apoyo de la nube de Internet, procuran expandirse por toda la Geografía expectante para poner al alcance de todas las manos, mercancías y servicios sin límites, apoyados por habilidades ingeniosas.
No debe estar lejano el día con abordamientos al personal en plena calle o en los transportes públicos para venderte un coche. Como una premonición del mañana con proliferación del contacto directo de persona a persona, hoy es frecuente tropezar por las aceras con vendedores de audífonos –por ejemplo– ofreciendo servicios de atención gratuita para remediar la creciente sordera de peatones en edad provecta. Un defecto real y creciente susceptible de remediar con la ayuda de “sonotones” valorados –ambos– en 5.000 euros de vellón, menos las rebajas o “PIVE” concedidos por supuestos centros favorecedores con ayudas cercanas al 50 por 100.
He comprobado personalmente la afabilidad del servicio hasta el penúltimo acto, porque no he adquirido todavía los aparatitos auditivos. Es una forma nueva de captación de clientes, similar a la amabilidad de los camareros de restaurantes al paso invitando a ser clientes de su gastronomía.
Realmente proliferan los sistemas de ofertas de persona a persona, así como los servicios, golosos y convincentes ofrecidos por Internet y contactos telefónicos. Los nuevos tiempos permiten un paso adelante hacia el presunto consumidor en lugar de esperarle tras el mostrador de la empresa vendedora. También ha proliferado la compra directa de los comercios mediante visita a los fabricantes, sustituyendo a la visita del representante o viajante de las empresas productoras o almacenistas. El mundo cambia las costumbres de negocio y consumo y va descubriendo ideas de nuevas condiciones desde las grandes proporciones a la modestia del top manta.
El domingo de septiembre de los totales triunfos de los pilotos españoles en el Gran Premio de San Marino, practiqué el zapping televisivo para ver en otra cadena un programa, dirigido por el genial Juan Ramón Lucas, titulado “Código Emprendedor”, presentado como vivero de nuevas ideas de negocio. Concursaban seis jóvenes figuras, todas ellas dignas de atención por su ingenio y buena voluntad laboral. Resulta atractivo, moderno, inspirador y recomendable.
También en la tele me ilusiona, por ejemplo, la oferta publicitaria de “Gedesco” al ofrecer liquidez a todas las empresas para mantenerse o seguir creciendo. Y la generosidad de “Mapfre” con turbodescuentos a la clientela decidida a ampliar el seguro de sus bienes. Y, entre otras novedades, el servicio “Trivago” como buscador de hoteles interesantes.
Ya en mis primeros tiempos como editor de revistas, hace sesenta años de experiencias, teníamos como anunciante a la americana “Casa Honor”, vendedora de plantas de fresas, crecientes hasta la altura de tu ventana para ofrecerte el desayuno de sus frutas en directo. También anunciaba un servicio de paseadores de perros y otras creaciones. Un día la “Casa Honor” adquirió la edición española de un libro de los campeones mundiales de rallyes Pat Moss y Erik Carlson, sobre pilotaje de automóviles. Me encargaron el anuncio del libro en una página. Yo mismo confeccioné el original y tuvimos la sorpresa de agotar la edición en sólo una semana. El norteamericano dueño de “Casa Honor” me ofreció contrato para trabajar con él en EE.UU. con un vaticinio original: en dos años podría comprarme un castillo en Francia, como había hecho él mismo. La anécdota quedó sólo en una curiosidad para el recuerdo. Coincidió con la creación de muchos negocios originales promovidos por el desarrollo de la Técnica y la buena Publicidad.
Es sabido cómo el Gran Imperio de Roma desapareció precisamente por la ausencia de la Técnica para poder dominar su exagerada extensión. Así fue y es la Historia de la Humanidad. Ahora es la Tecnología, al alcance de muchos, un poderoso medio para cambiar la Historia si se cuenta con los condimentos imprescindibles de la honradez y el respeto a los demás. De todos modos, hoy el Futuro adelanta a la Profecía.