De las acciones restantes, 30,5 millones saldrán de los gobiernos de Canadá y Ontario, mientras que el fondo de prestaciones sanitarias del sindicato United Auto Workers venderá otros 71 millones. Al margen de estos activos, GM pretende ofrecer 60 millones de acciones preferentes.
Según la documentación presentada por GM a la comisión del mercado de valores norteamericana, las acciones tendrán un precio de entre 26 y 29 dólares, por lo que esta venta supondrá una inyección máxima de 10.585 millones de dólares -a lo que habría que sumar unos 3.000 millones más con la venta de las acciones preferentes-. Con estos números en la mano, la compañía estaría valorada en torno a 41.000 millones, muchos menos de los 60.000 millones que el Tesoro de los Estados Unidos puso sobre la mesa para salvarla de la quiebra -sólo con esta venta, la administración norteamericana podría perder más de 5.000 millones de dólares-.
Para muchos, con esta estrategia de vender a la baja, la firma de Detroit pretende atraer a compradores movidos por el bajo riesgo, sobre todo cuando GM espera anunciar en breve beneficios de unos 2.000 millones de dólares en el tercer trimestre del año -este anuncio llegará apenas una semana antes de su salida a bolsa-. Opinión distinta tendrán los ciudadanos de a pie, que verán cómo sus impuestos se han utilizado para financiar la actividad de una empresa que ha perdido alrededor del 30% de su valor. Para recuperar la inversión, el Gobierno de Estados Unidos tendrá que vender el paquete accionarial restante -más de 600 millones de activos- a un precio algo superior a 52 dólares, una cifra que dobla a la oferta actual.
Esta salida a bolsa aún no tiene una fecha definida, si bien muchas fuentes apuntan al 18 de noviembre. De los potenciales inversores, quizá el mejor colocado para adquirir una importante participación sea la china SAIC Motor (Shanghai Automotive Industry Corporation), socio de GM en el país asiático.
