
Por fin se ha puesto punto final a uno de los culebrones del año. Y lo ha hecho de forma sorprendente: ahora General Motors dice que no vende y cierra las puertas a un posible acuerdo con Magna cuando la venta parecía inminente. Será General Motors, y no Magna, quien presente un plan de reestructuración para Europa, que implicará una inversión cercana a los 3.000 millones de euros. El consejo de administración de la compañía americana dará a conocer en breve los detalles de esta reestructuración, aunque ya ha mostrado su disposición a trabajar «con todos los sindicatos europeos» para desarrollar un plan de contribuciones que ayude a la reestructuración de Opel.
La mejora del mercado ha sido clave
El motivo que ha dado GM para dar marcha atrás es bien sencillo: el mercado europeo ha mejorado de manera sensible en los últimos meses y un nuevo plan de reestructuración supone un coste «significativamente menor» que todas las ofertas presentadas para la compra de Opel. Según el consejero delegado de la compañía norteamericana, Fritz Henderson, «la salud financiera de GM en general y la estabilidad han mejorado significativamente en los últimos meses, lo que nos da la confianza de que la empresa europea puede ser reestructurada con éxito».
Esta decisión seguro que ha sentado como un jarro de agua fría en Alemania, cuyo gobierno ha sido uno de los que mas han trabajado para que se cerrara el acuerdo entre GM y el consorcio formado por Magna y el banco ruso Sberbank. De hecho, el ejecutivo encabezado por Angela Merkel ya ha instado a la compañía de Detroit a devolver los 1.500 euros de ayudas que ofreció como puente para garantizar la negociación.