La firma bávara ha demandado a una filial todavía en funcionamiento de manera independiente, Saab Automobile Parts. En septiembre de 2010, BMW alcanzó un acuerdo con Saab para facilitarle motores gasolina de cuatro cilindros destinados a los últimos 9-3 que se iban a producir, así como sus componentes y repuestos. BMW los envió, pero Saab nunca los pagó, a pesar de que la marca alemana peleó por ello durante todo el año pasado.
El presidente de Saab Automobile Parts, Lennart Stahl, considera que el caso se tendría que resolver entre la propia Saab y BMW, y que la división Saab Automobile Parts no tiene nada que ver con él: «¿Por qué una compañía de repuestos pediría componentes para un modelo que todavía no ha entrado en producción?», pregunta. Pero en la demanda, BMW entiende que, tras la bancarrota de Saab, ahora la filial superviviente Saab Automobile Parts se tiene que hacer cargo.
BMW presentó el lunes la demanda en el distrito sueco de Nykoping, y reclama 2,6 millones de euros más los intereses por el tiempo transcurrido. En junio, se anunció la venta de Saab a la empresa National Electric Vehicle Sweden, pero hace unos días el fabricante de camiones Scania, que forma parte del grupo de Saab, se ha opuesto a esta operación porque no quiere que la industria china pueda usar su logotipo –National Electric Vehicle Sweden está participada en un 51 % por la china National Modern Energy Holdings-.