El Kulan opera con dos motores eléctricos instalados en los cubos de ruedas traseras. Cada uno de ellos entrega dos kilovatios (lo que equivale a poco más de 5 Cv) y se alimentan de un paquete de baterías de ion-litio. La estructura es un chasis en tubo de acero, recubierto por una mínima carrocería en material plástico.
No corre mucho: 31 Km/h es us velocidad máxima, pero puede «echarse a la espalda» algo más de una tonelada de carga, con una autonomía de cerca de 300 kilómetros o seis horas de funcionamiento continuo. Entre otras ventajas, el Kulan, por supuesto, no contamina pero además minimiza las molestias a los animales de granjas, pero además su capacidad de rodar con bajo nivel de ruido y nula contaminación puede hacerlo útil en entornos como parques e incluso en el interior de naves o almacenes de gran tamaño.
No se sabe todavía si entrará o no en producción, peor no cabe duda que como ejemplo de las aplicaciones de la movilidad eléctrica es, cuando menos, original.