Bridgestone acaba de publicar su informe anual sobre el estado de las ruedas en Europa, y los datos son más que reveladores: después de inspeccionar los neumáticos de 38.000 coches en nueve países europeos, los resultados demuestran que el 71% de los conductores rodamos con la presión por debajo de lo que recomienda el fabricante. Esto se traduce en un gasto de combustible de más de 2.000 millones de litros al año, lo que equivale a 2.800 millones de euros tirados por el desagüe. Pero este derroche tiene también consecuencias negativas para el medio ambiente, ya que si circuláramos con las presiones correctas, se ahorraría la emisión de 4,8 millones de toneladas de CO2 cada año -1,8 g/km por cada coche-.
Circular con la presión baja también tiene una incidencia negativa sobre la seguridad, ya que incrementa la resistencia a la rodadura, aumentando el riesgo de reventón y de desgaste. Por este motivo, casi el 12% de los coches europeos circula con una profundidad del dibujo de la banda de rodadura por debajo del mínimo legal establecido por la Unión Europea, es decir, 1,6mm. Esta deficiencia provoca pérdida de control del vehículo y tiene un efecto negativo en la durabilidad -según Bridgestone, 12,2 millones de neumáticos se tienen que sustituir cada año por desgaste prematuro-. En estos casos, el coche se vuelve más pesado, menos estable y con mayor riesgo de reventón por un calentamiento excesivo.