
El último Mercury de la historia de la automoción ha sido un Grand Marquis y ha salido de la planta canadiense de Saint Thomas, en Ontario, el jueves 6 de enero a las 8 de la mañana (hora local). Los planes eran que Mercury murirera con el 2010, pero el temporal de nieve retrasó la llegada de piezas de los proveedores, dejando el Día de Reyes de 2011 como el último de la marca. El destino de la unidad en cuestión es la flota de una empresa. El Grand Marquis era un modelo en producción desde hacía 25 años. Junto a él, la gama Mercury comprendía el Mariner -su versión del Ford Escape- y el Milan -que compartía mecánica con el Ford Fusion-.
En realidad, el final de Mercury es la crónica de una muerte anunciada desde el 2 de junio del año pasado. Antes incluso, el presidente, Bill Ford, y un 4o % de sus hombres con poder de voto en el gigante americano, ya estaban convencidos de que el camino a seguir era que la marca desapareciera. Su posicionamiento en el mercado estadounidense se situaba entre el de Ford y el de Lincoln (quizá el equivalente en Europa sería Volkswagen, por encima de la mayoría de generalistas en la mente de los consumidores -y en el bolsillo- pero no considerada premium). En la práctica, la única diferencia con los modelos equivalentes en Ford era la presencia de mejores acabados en el interior.
La historia de Mercury arranca hace más de setenta años, fundada por Edsel Ford, hijo de Henry. Desde entonces su vida ha sido una continua crisis de identidad, siempre tratando de posicionarse en el sitio correcto entre Ford y Lincoln, lo que deja muy poco margen. Se estima que su cierre le ha costado a Ford unos 500 millones de dólares. Según fuentes internas de la compañía, esa cantidad es más de lo que Ford estaba dispuesta a gastarse en renovar la marca y salvarla. Gran parte de ella irá destinada a comprar 700 de los 1.750 concesionarios que quedan huerfanos de Mercury.
La tendencia en la industria automovilística estadounidense es ya muy clara: Atrás quedaron los tiempos de diversificación en la cartera de marcas. GM ha ido acabando progresivamente con Oldsmobile, Pontiac y Saturn -además de deshacerse de Hummer-, mientras que Chrysler hizo lo propio con Eagle y Plymouth.
Pero Mercury muere matando: La firma terminó el año 2010 con 93.195 unidades vendidas,un 1,63 % más respecto a 2009. En cualquier caso, la cifra queda lejos de los cientos de miles de coches que era capaz de colocar hace décadas. Ahora la planta de Ontario seguirá produciendo el Ford Crown Victoria (la versión Ford del Grand Marquis) hasta su cierre total en septiembre. Mercury se despide dejando 21 millones de vehículos producidos. Adiós a la marca que pretendió ser un Lincoln barato y que para la mente de los consumidores no pasó de un Ford mejorado.