Los TT de 007… y los de sus enemigos

Land Rover ha utilizado la imagen del celebérrimo agente secreto británico creado por el novelista inglés Ian Fleming para promocionar sus últimas creaciones, tanto en la pantalla grande como fuera de ella. Pero 007 ha tenido muchas novias 4x4 antes de consumar su matrimonio con la filial de Tata Motors. ¿Quieres conocerlas?


Daniel Craig, el último de los seis actores que han encarnado al agente secreto británico en la saga oficial de películas de James Bond, se pone a los mandos de un flamante Range Rover Sport Supercharged rojo –Chile Red, según el nomenclátor de Land Rover– en la zona portuaria de Nueva York (EE.UU.), cruza el Puente de Manhattan, recorre las calles de la isla de los rascacielos sorteando algún que otro obstáculo en su camino y, finalmente, llega al Jacob K. Javits Convention Center justo a tiempo para aparcar su vehículo en el stand de Land Rover del Salón Internacional del Automóvil de Nueva York. Abre la puerta, sale, saluda a la multitud enfervorecida iluminado por una tormenta de flashes y abandona el edificio con un millón de dólares más (unos 765.000 euros) en su cuenta corriente. No hay duda de que el ayuntamiento de James Bond y Land Rover es un matrimonio feliz y consolidado desde 2002, año del estreno de Muere otro día.

No obstante, por aquel entonces Land Rover era una pieza más del gigante Ford Motor Company, y aquella película era una incoherente sucesión de modelos de Jaguar, Aston Martin, Volvo y Ford, en la cual los vehículos de la firma británica tenían aún un protagonismo discreto. 007 estrena Range Sport en 2006 Cuatro años más tarde, las nupcias volverían a repetirse en Casino Royale, donde, aparte de «colarse» un par de modelos de Lincoln –marca también perteneciente a la constelación Ford–, James Bond se ponía por primera vez en su carrera a los mandos de un Range Rover Sport, al tiempo que «los malos» sembraban el terror al inicio de la película en una caravana de flamantes Land Rover Defender 110 de color negro brillante –Java Black–, como manda la ortodoxia cinematográfica cuando se trata de los villanos, máxime si sus rostros permanecen predominantemente fuera de plano.

Para la tercera película de la era Land Rover-Ford, Quantum of Solace, el Range Rover Sport y el Land Rover Defender se habían convertido ya en inseparables comparsas del insurrecto espía británico, aunque en esta ocasión los verdaderos protagonistas de cuatro ruedas volvían a ser otros modelos de Aston Martin y, especialmente, Ford, que estrenaba su Fiesta en la gran pantalla antes incluso que en el mundo real con la bellísima Olga Kurylenko al volante del utilitario. Pero justo ese año (2008), Land Rover pasaba a ser propiedad del grupo indio Tata Motors, por lo que todo hacía pensar que los vehículos británicos tenían más posibilidades de protagonizar películas de Bollywood que de aparecer en la que hasta ahora se trata de la última entrega de la saga: Skyfall. Estrenado el pasado año, el filme no solo supuso la continuidad de Land Rover –y Jaguar– «al servicio secreto de Su Majestad», sino que dio al Defender 110 pick up un destacado protagonismo al inicio de la cinta, e hizo desaparecer el Aston Martin DBS, sustituido por un clásico DB5 de 1964 que acababa totalmente destruido, escenificando la ruptura con Ford y con el que fuera conocido como Premier Automotive Group, el paraguas bajo el cual se agrupaban sus marcas más prestigiosas.

La saga comenzó hace 51 años Pero el maridaje con Ford y, posteriormente, Land Rover, es relativamente reciente si tenemos en cuenta que la primera película de James Bond, Agente 007 contra el doctor No, se estrenó hace la friolera de 51 años. Por aquel entonces, no había un proveedor exclusivo de automóviles para la franquicia Bond, si bien sí que podemos encontrar repeticiones recurrentes de Rolls-Royce, Jeep (y Willys) militares, así como variados modelos norteamericanos durante los primeros años de la saga, sin olvidarnos del Aston Martin DB5 de 1963, que aparece por primera vez en James Bond contra Goldfinger (1964). Para ver el primer Land Rover, deberemos esperar a la quinta película de Bond, Solo se vive dos veces (1967). Pero las semillas de la promoción de nuevos modelos ya habían sido sembradas con el DB5, y en 1968 el personaje de Ian Fleming será infiel por primera vez no solo a su actor protagonista –hasta entonces el escocés Sean Connery–, sino a su emblemático deportivo, reemplazado por un más moderno DBS Vantage de ese mismo año, conducido recurrentemente durante la película por el nuevo Bond, el australiano Georges Lazenby, que solo protagonizó la cinta 007 al servicio secreto de su majestad británica.

Ocho años más tarde, el Aston Martin es reemplazado por un Lotus Esprit en La espía que me amó, y en 1982 se sustituye por la versión Turbo. Pero el verdadero protagonista de Solo para sus ojos no será otro que un Citroën 2CV amarillo que convertía una dramática persecución en una escena cómica y casi surrealista que acaba con dos Peugeot 504 –negros, por supuesto– estrellados en la primera acción promocional «descarada» que aparece en una de las cintas de James Bond. A partir de entonces, las promociones encubiertas de nuevos modelos comienzan a adquirir un destacado protagonismo.

¿Acaso se puede permanecer impasible al ver a Bárbara Carrera derrapando en una trepidante persecución al volante de todo un Renault 5 Turbo 2 de motor trasero y culo ancho en Nunca digas nunca jamás? ¿Quién no ha sentido ganas de ponerse al volante de un flamante Alfa Romeo GTV6 después de ver a Roger Moore «toreando» a los policías alemanes a bordo de sus BMW Serie 5 en Octopussy? Y, por si no fuera suficiente, ¿a alguien le quedan dudas de las excelencias de la tracción delantera tras ver cómo medio Renault 11 hace todo tipo de acrobacias por el centro de París en Panorama para matar?

Bond se sube al Defender Desde el punto de vista todoterrenero, Alta tensión (1987), que es la siguiente película de la saga y la primera con el actor galés Timothy Dalton interpretando al comandante Bond, es una de las más interesantes, ya que en ella podemos ver una escena de acción protagonizada por un Land Rover Defender 90 –por entonces conocido como Land Rover Ninety– camuflado para parecer un TT soviético. En esta cinta, también es destacable la aparición de un nuevo Aston Martin, un V8 MkIV cargado de trucos a bordo del cual Timothy Dalton huye de los Lada de los policías checoslovacos junto a la bella y aparentemente frágil Maryam d’Abo.

Licencia para matar (1989) vuelve a ser interesante desde el punto de vista todoterrenero, aunque no son los modelos británicos los protagonistas, sino un par de Jeep universales, concretamente un CJ-7 y un M-38, recuperando el estilo de las primeras producciones. Y algo similar sucederá en GoldenEye (1995), donde los UAZ rusos tendrán un marcado protagonismo, mayor incluso que el del BMW Z3, que inició la era de patrocinio bávaro de los filmes de Bond, caracterizada por su mal encaje en los guiones de las películas.

Esta desafortunada característica se repitió en El mañana nunca muere (1997). Viendo las escenas en las que el BMW 750iL «teledirigido» monta un pequeño cataclismo en un aparcamiento y una motocicleta BMW R1200C sirve a Pierce Brosnan y a Michelle Yeoh para huir de sus enemigos, daba la sensación de que los responsables de marketing de la firma de Stuttgart hubieran escrito directamente el guión ellos mismos.

La parte positiva es que, oh sorpresa, en 1997 Land Rover era propiedad de BMW, por lo que «los malos» empleaban un par de unidades de Range Rover II en su persecución de la motocicleta. En 2002, BMW firmó su tercer capítulo como patrocinador en El mundo nunca es suficiente.

Una vez más, la película servía para promocionar el último modelo de la casa, que en este caso era el súper-deportivo descapotable Z8, y una vez más la aparición del coche bávaro –que acababa indignamente partido por la mitad– cuadraba más bien poco en la trama. Eso sí, por fortuna, un pequeño Lada Niva conseguía colarse en la película con un destacado protagonismo. Tres años más tarde, Ford relevaría a BMW como «coche oficial» de 007, mientras que Land Rover, que había sido vendida a Ford en el año 2000, recuperaría su estatus de «todoterreno oficial» de 007… o de sus villanos.

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