El origen de este vehículo no se halla en Fiat, sino en Ferrari. A mediados de los años 60, la firma de Maranello planeaba competir en la Fórmula 2. La normativa de dicho campeonato exigía construir 500 vehículos de calle que compartieran motor con el monoplaza, así que Ferrari comenzó a desarrollar un pequeño deportivo llamado Dino -en honor a uno de los hijos de Enzo Ferrari– con propulsor 2.0 V6. Sin embargo, Ferrari entró en bancarrota y fue adquirida por Fiat. Entonces, Enzo pidió a Fiat que recogiera el testigo y produjera un deportivo propio que empleara el motor 2.0 V6 de Ferrari para así llegar a las 500 unidades. Fiat accedió y presentó, en 1966, el Fiat Dino Spider y, en 1967, el Dino Coupé; este último fue diseñado por Giorgetto Giugiaro cuando trabajaba en los estudios de Bertone y aportaba cuatro plazas en una carrocería 26 cm más larga que la del Spider.
– Mismo nombre, distinto coche. Pero, en 1968, el Dino de Ferrari fue terminado y puesto a la venta. De tal forma, existían dos ‘Dinos’: el de Fiat y el de Ferrari, totalmente diferentes por diseño y concepto -el Fiat llevaba el motor delante y el Ferrari detrás-. Por otro lado, en 1969, un nuevo propulsor 2.4 V6 de 180 CV, también firmado por Ferrari, reemplazó en ambos modelos al viejo bloque 2.0 V6. Ese mismo año, el Fiat Dino pasó a fabricarse en la factoría de Ferrari y, además, incluyó una suspensión trasera independiente y un equipo de frenos más potente.
– Deportivo. El Fiat Dino incluía diferencial autoblocante, frenos de disco en las cuatro ruedas, un preciso cambio de cinco marchas… y su motor Ferrari ofrecía una respuesta elástica y contundente acompañada de un sonido muy deportivo. Eso sí, hasta 1969, su suspensión trasera estaba formada por ballestas, lo cual le hacía algo incómodo e ineficaz sobre firme bacheado.
– Así es el Fiat Dino de Isidro. Se trata de una unidad del año 1968 y, por tanto, lleva la mecánica 2.0 V6 de 160 CV.
– Cotización. Dependiendo de su estado de conservación, está valorado entre 14.500 y 19.000 euros.
Lo bueno… Rendimiento y sonido del motor, buenos frenos, rigidez del chasis, diseño de la carrocería.
Lo malo… Dirección poco directa, suspensión trasera algo ‘rebotona’, peso elevado.
Propietario de este Fiat Dino: Isidro Iglesias
Tiene 38 años y vive en León.
Aficiones: Todo lo que tenga que ver con coches.
Coche actual: BMW 318i.
Su sueño: Algún modelo de dos marcas españolas que ya no existen: Pegaso e Hispano-Suiza.
La historia del Fiat Dino de Isidro
«Un conocido me comentó que un amigo suyo quería deshacerse de un Fiat Dino. Acudí a verlo y fue un amor a primera vista, así que se lo compré. Como el vehículo no se utilizaba habitualmente, requería restaurar algunas partes, como el alternador, el embrague, la barra de dirección, el vaso de expansión del refrigerante, los tubos de escape… Gracias a todas esas reparaciones, ahora funciona perfectamente, aunque en la actualidad casi no le doy uso, lo cual es una de las razones por las que lo vendo».
Fiat Dino (1968)
Motor: Gasolina, seis cilindros en V, situado en posición delantera longitudinal, 1.987 cc, 160 CV (118 kW) a 7.200 rpm, 172 Nm de par a 6.000 rpm.
Velocidad máxima: 200 km/h.
Aceleración 0-100 km/h: 8,2 segundos.
Consumo medio: 14,5 litros/100 km.
Tracción: Trasera.
Cambio: Manual, cinco velocidades.
Frenos: De disco delante y detrás.
Suspensión: Independiente delante y de eje rígido con ballestas detrás.
Dirección: De tornillo sin fin.
Neumáticos: 185-HR14.
Llantas: 14″.
Largo x ancho x alto (m): 4,50 x 1,70 x 1,31 m.
Peso: 1.220 kg.
Maletero: 290 litros aprox.
Depósito de combustible: 66 litros.
