Qué debes tener en cuenta si tu coche lleva ESP

En primer lugar, definamos el concepto: El ESP (Programa Electrónico de Estabilidad, por sus siglas en inglés) nació en 1995, ideado por Mercedes conjuntamente con Bosch y siendo el Clase E el primer modelo de la historia del automóvil en ofrecerlo. La función del ESP consiste en actuar sobre cada uno de los cuatro frenos […]


En primer lugar, definamos el concepto: El ESP (Programa Electrónico de Estabilidad, por sus siglas en inglés) nació en 1995, ideado por Mercedes conjuntamente con Bosch y siendo el Clase E el primer modelo de la historia del automóvil en ofrecerlo. La función del ESP consiste en actuar sobre cada uno de los cuatro frenos del coche de forma independiente, regulando la potencia a aplicar en cada uno de ellos para corregir la trayectoria si es necesario.

Lo principal es evitar los movimientos bruscos y dejar que el dispositivo haga su trabajo; el volante siempre tiene que apuntar hacia la direccion que queremos recuperar. Hay que tener claro que el ESP no está pensado para poder circular a velocidades superiores: La fuerza centrífuga por entrar demasiado rápido en una curva no se va a disipar por contar con ESP. Debes estar pendiente del estado de la suspensión y los neumáticos, ya que el ESP sólo funciona bien si estos elementos están correctamente regulados. Si llevamos un neumático con menos presión de la recomendada o un amortiguador deteriorado no será igual de eficaz.

En caso de que el ESP no funcione correctamente, verás que el testigo está constantemente encendido -el mismo que, si está todo bien, sólo se enciende cuando el sistema entra en acción; es inconfundible, porque lo normal es que incluya las siglas ESP-. En principio, no debería haber ningún problema, y un mismo sistema tendría que aguantar toda la vida útil de tu coche, pero lo mejor es que revises tu ESP cada cinco años.

Jamás se recomienda desconectarlo. Si lo has desconectado y el problema que te asalta es de subviraje -el coche se te va recto-, todo lo que tienes que hacer es levantar el pie del acelerador y esperar hasta que se recupere el agarre perdido. Si, por el contrario, el problema es de sobreviraje, ahora sí que tendrás que recurrir al contravolante, girándolo siempre en la dirección hacia la que quieras que el morro apunte.

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