Durante los 13 años que lleva conmigo, no ha tenido ni una sola avería y funciona como el primer día. Tan solo se le ha hecho el mantenimiento normal: aceites, filtros y también se le cambiaron las ruedas, las pastillas de los frenos en tres ocasiones y dos veces la batería. Me gustaría saber si es conveniente cambiar algo por precaución cuando llegue a los 300.000 kilómetros.
Adrián Peleteiro del Campo
300.000 kilómetros no son ninguna broma y, a pesar de haber realizado a tu vehículo un mantenimiento acorde con sus requerimientos técnicos, hay elementos que acusarán el recorrido realizado, y es normal que alguna avería grave acabe manifestándose, ya que habrás excedido la vida útil estimada de la mecánica.
El turbo, el embrague y la bomba del agua son los elementos que más “papeletas” tienen para dejarte tirado. La bomba de inyección o los inyectores también son susceptibles de dar problemas.
A hora de realizar la revisión de los 300.000, lo mejor es seguir las pautas del fabricante; no te compliques más. Sin embargo si vas a realizar un viaje fuera de nuestras fronteras, en especial en el continente africano, donde los recursos son muchos más restringidos, el tema cambia.
En este caso, una buena medida de precaución es hacerte con algunos recambios, que no tienen por qué ser nuevos. Opta por lo más razonable, ya que la economía manda, así que acude a un desguace y que te hagan una oferta conjunta por todo lo que decidas llevar. Nosotros llevaríamos lo siguiente: las correas viejas, un turbo, un embrague completo, un kit de gomas de los dos cilindros hidráulicos del mando del embrague, la bomba del agua, un rodamiento trasero y otro delantero, un fuelle de la transmisión delantera y una cruceta de la transmisión.