Supone dificultades a la hora de presentarse a los exámenes

Dislexia: ¿cómo afecta a la conducción?

Enrique Espinós
Enrique Espinós
La dislexia es un trastorno del aprendizaje que afecta a entre el 10 % y el 15 % de la población mundial; y en España a más de 4 millones de personas. Además de suponer un reto para la vida diaria, los estudios o el trabajo, ¿la dislexia puede afectar a la conducción?

La Federación Española de Dislexia (FEDIS; fedis.org) define esta condición como una combinación de “dificultades que afectan al proceso de aprendizaje de la lectura, la ortografía y la escritura. Es permanente y “puede ir acompañada de otras dificultades en el área de la velocidad de procesamiento, memoria a corto plazo, organización, lenguaje hablado o habilidades motrices”. Asimismo, puede suponer “dificultades en la percepción visual y/o auditiva”.

Se trata de una afección que deriva de una alteración del neurodesarrollo y que tiene un carácter genético y hereditario. Pero, ¿cuáles son los posibles síntomas de la dislexia? Las personas que la padecen muestran, habitualmente y entre otros, problemas de lectura (confunden, omiten o añaden letras, cambian sílabas, repiten palabras…), de escritura (omisiones, adiciones o sustituciones de letras y palabras, errores ortográficos…) y de coordinación psicomotriz (equilibrio, dificultad para atarse los cordones, al montar en bicicleta; con frecuencia confunden izquierda/derecha y arriba/abajo…) y de cognición, memoria y lenguaje (mala memoria a corto plazo, habla con frases entrecortadas, expresión de oraciones incompletas, omisión de los artículos…). Puedes encontrar más síntomas e información en la web infodislexia.com.

Eso sí, “no se puede hacer un diagnóstico hasta que una persona, un niño/a, asista a primaria”, señalan desde FEDIS, aunque si se detectan síntomas como los anteriores, se recomienda intervenir “lo antes posible (preferiblemente, antes de los seis años)” y avisar a los especialistas escolares o acudir al médico para que se confirme este diagnóstico. 

A la hora de conducir, ¿qué dificultades supone?

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De entrada hay que dejar claro, como señalan desde FEDIS, que la dislexia “no supone ningún peligro al conducir, sino que, sobre todo, resulta un problema a la hora de acceder al carnet”. Y es que las personas con dislexia “sufren un elevado estrés a la hora de realizar exámenes escritos (una persona con dislexia siempre sufrirá un estrés más elevado que otra que no lo sea) pero, en general, no tienen problemas a la hora de identificar y reaccionar a los mensajes de las señales viales, ya que estos son cortos y sencillos”, añade Jesús Gonzalo Ocampos, psicólogo y presidente de la FEDIS.

En la autoescuela y en el examen teórico

“El mayor problema es la correcta interpretación de los textos del manual”, señala Gonzalo: “algo que, por ejemplo, mejora mucho con la ayuda de elementos didácticos audiovisuales como los que ofrecen las autoescuelas. Por eso, yo recomendaría a las personas con dislexia que siempre acudieran a las clases teóricas presenciales”.

El problema de interpretación se repite y se agrava (con el estrés propio de un examen y el añadido de la dificultad de compresión escrita que conlleva la dislexia) a la hora de responder a las preguntas del examen, de tipo test y que, a veces, incluyen opciones de respuesta muy similares.

De ahí que las asociaciones de dislexia hayan solicitado a la DGT que, en estos casos y para estos alumnos, se les conceda más tiempo para realizar el examen o que un profesor puede aclararles determinadas preguntas (ver punto 3; ‘Obtener el carnet, más fácil con la colaboración de la DGT’).

En el examen práctico

“A la hora de realizar esta prueba, los problemas ya no surgen tanto porque una persona sea disléxica como, en general, por las dificultades añadidas que esta condición trae consigo”, explica Gonzalo.

“Estamos hablado de problemas de psicomotricidad, de orientación (problemas y/o mayor tiempo de respuesta a la hora de identificar la derecha o la izquierda)… y que pueden presentarse o no en un alumno, o hacerlo en mayor o menor grado. Como se ha indicado, la comprensión de las señales no suele ser un problema ya que estas son iconos gráficos y no utilizan el código alfabético”.

Y al conducir

“Una vez superados los exámenes, en la conducción diaria no existen situaciones específicas que agraven el estrés propio de la conducción para las personas con dislexia”, explica Gonzalo. Por ejemplo, ponernos nerviosos al tener que conducir con niebla o en retenciones “depende más de la personalidad de cada conductor”. Y es que la dislexia no es considerada por Tráfico como ninguna limitación ni restricción a la hora de conducir y, por tanto, ni siquiera se anota en el apartado destinado a observaciones -punto 12- del carnet de conducir.

Obtener el carnet, más fácil con la colaboración de la DGT

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La DGT y la Federación Española de Dislexia (FEDIS) llevan colaborando más de ocho años para facilitar la obtención de los permisos de conducir a las personas con dislexia. Así, desde hace años los aspirantes a examinadores de Tráfico reciben, en sus cursos de cualificación, charlas por parte de miembros de la FEDIS sobre las dificultades de estas personas con dislexia.

Además, el pasado octubre Pere Navarro, director de la DGT, e Inaki Muñoz, secretario general de FEDIS, firmaron un acuerdo de colaboración por el que, desde entonces, las Jefaturas Provinciales de Tráfico aceptan el pasaporte DEA como justificante 100 % válido de que su propietario tiene alguna dificultad específica para el aprendizaje, no siendo necesario presentar ningún otro documento; y generando su presentación la total colaboración del personal de Tráfico al realizar las pruebas de exámenes para la obtención del permiso.

Por último, el pasado 4 de febrero la DGT presentó una guía para sus examinadores, realizada junto a FEDIS, que incluye pautas de actuación cuando las personas con dislexia se presenten a los exámenes de Tráfico; entre ellas, posibles aclaraciones de las preguntas durante los exámenes, permitirles tener hojas en blanco para tomar notas o darles un 50 % más de tiempo para realizar la prueba. Dicha guía puede descargarse en la web de la DGT; en bit.ly/guiaDGTdislexia.

Aun así, y “hasta que la implantación del pasaporte DEA tome velocidad de crucero”, señala Inaki Muñoz, presidente de DISFAM y secretario general de FEDIS, “es muy recomendable que si una persona con dislexia va a presentarse a examen para obtener un permiso de conducción, se ponga en contacto con FEDIS con cierta antelación para que se lo comuniquemos a Tráfico y a la Jefatura donde se presentará, de cara a que se le preste la mayor ayuda posible”.

¿Qué es el pasaporte DEA?

Es un documento digital que la Organización Iberoamericana contra la Dislexia DISFAM expide gratuitamente, y que certifica que la persona que lo solicitó tiene dificultades específicas de aprendizaje. Es común a todos los países de habla hispana y se puede solicitar en la web http://pasaporte.dea.ong , aportando la documentación personal así como los diagnósticos médicos que certifiquen una afección de dislexia. Tras el análisis de los especialistas médicos de DISFAM, este pasaporte, que no tiene fecha de caducidad, se expide en alrededor de un mes y se envía al teléfono móvil del solicitante.

Pasaporte conducción DEA

¿Existen tratamientos o terapias para la dislexia?

“Sí, lo más importante es potenciar la conciencia fonológica de una persona con dislexia, esto es, la habilidad del sujeto para descomponer las palabras en sus distintos elementos: sílabas y fonemas”, explica Jesús Gonzalo. De esta forma, la persona puede comprender la estructura del lenguaje y desarrollar sus habilidades para categorizar, asociar y sintetizar la información contenida en el lenguaje.

“De ahí que potenciar esta habilidad sea tan importante a temprana edad”, explica Gonzalo. “Algo que se puede hacer mediante juegos o ejercicios de lenguaje oral”. Más allá de eso, en la escuela y para un alumno con dislexia, el profesor debería adaptar la forma de aprendizaje y, sobre todo, de realizar exámenes (el examen escrito resulta muy complejo y estresante para las personas con dislexia), que podrían pasar a ser mixtos o sólo orales”.

Estas modificaciones en el proceso de aprendizaje y evaluación deberían continuar “en el instituto o incluso en la selectividad”, señala Gonzalo, “adecuándose a las circunstancias: así, en la educación superior podría bastar con un profesor que diera explicaciones añadidas sobre el examen o que otorgara al alumno con dislexia un tiempo superior para realizarlo”.