Hacerse una ruta costera bordeando el mar y teniendo unas buenas vistas del litoral es de esas aficiones que no cansan. La Costa Tropical granadina es una de ellas. Sobre todo si el tiempo acompaña y ni siquiera una nube estropea la imagen de postal. En la geografía española hay decenas de trayectos costeros que merecen el viaje. Más aún si esa ruta incluye calas escondidas y playas casi secretas: ser de los privilegiados que cuentan con la playa prácticamente para uno solo es un regalazo que multiplica el disfrute.
La nueva Mercedes-Benz T Clase T es un modelo perfecto para estos fines de semana donde el ocio y el trabajo se mezclan. El ocio necesita espacio y este modelo demuestra que el concepto de movilidad está cambiando.
El faro de Sacratif es un referente para sentir la fuerza del mar. Por algo es un lugar de referencia para varios instagramers y producciones de moda. Sol, viento y pureza nos ponen frente a las costa africana que se intuyen al otro lado del horizonte. Otros prefieren la Punta de la Mona o el Mirador de la Atalaya. Cualquiera de ellos es un lugar muy especial.
Además, en la Costa Tropical hay unas cuantas calas de ese tipo. La sorpresa se encuentra tras una curva o después de caminar por un sendero tras dejar el coche a unos cuantos metros de la costa. Una vez allí, parece que el paraíso se encuentra mucho más cerca. Incluso a los que no sean muy aficionados a la playa les será difícil negar que estos rincones de aguas transparentes son algo parecido a un pequeño edén. Los incrédulos solo tienen que echar un vistazo a cualquiera de estos lugares.
Aunque con los años se ha ido haciendo cada vez más popular, Cala Rijana es un lugar para iniciados, hasta el punto de que el pasado verano los granadinos la eligieron como su playa preferida en una encuesta, esta playa tranquila y aislada sigue teniendo algo de misteriosa y secreta. Se encuentra entre Calahonda y Castell de Ferro, y es perfecta para hacer snorkel o disfrutar de largos baños.
Sus aguas de color turquesa son tan tentadoras que invitan a darse un baño incluso a los de secano, y quizá sean su mayor atractivo junto a que no suele contar con mucho público porque se mantiene virgen, sin servicios, y eso es un plus para quienes buscan tranquilidad.
Más popular es El Ruso. A unos kilómetros de la anterior se encuentra la playa nudista de El Ruso, en el municipio de Albuñol, muy próximo al límite con la provincia de Almería. Es otra pequeña cala de unos 300 metros de largo y arenas de color oscuro que tampoco cuenta con servicios, por lo que no suele llenarse.
Se accede a ella a pie desde la N-340, que es la carretera más cercana a este enclave totalmente virgen. Una de sus ventajas es que se encuentra resguardada de los vientos dominantes (Poniente y Levante), lo que permite relajarse y disfrutar desconectando absolutamente de todo.
La Joya está entre las preferidas de muchos de los asiduos a la Costa Tropical, y cuando se les pregunta por qué, tienen unos cuantos argumentos que convencen rápido. Está a solo siete kilómetros de Motril y a uno de Torrenueva, pero su acceso no es fácil y eso ahuyenta a un buen número de turistas, lo que supone que podrás disfrutar de ella sin aglomeraciones junto a tu toalla.
Para llegar hay que coger un desvío a la derecha de la N-340 en el ascenso hacia el túnel de Carchuna, aunque el último tramo hay que hacerlo a pie, bajando una escalera de casi 200 peldaños construida en el acantilado que resguarda la playa. Un pequeño esfuerzo que merece la pena para conocer esta cala virgen coronada por el citado faro Sacratif.
Si buscamos un lugar especial, debemos llegar hasta Cantarrijan. Es una de las playas nudistas más conocidas de la costa, pero sigue manteniendo el ambiente de las playas aisladas y casi secretas. Se encuentra a siete kilómetros de Almuñécar, en pleno paraje natural Maro-Cerro Gordo, y ese es uno de sus mayores atractivos ya que el paisaje de la playa entre las montañas es espectacular.
Para acceder a ella hay que dejar el coche en un aparcamiento y usar el autobús lanzadera que traslada a los viajeros hasta la playa. Es el precio que hay que pagar para poder llegar a este pequeño paraíso procurando su conservación, pero merece la pena. Una curiosidad: a pesar de que fue declarada nudista hace ya 20 años, los textiles también son bienvenidos, así que no hay excusas para no conocer esta playa, ni siquiera entre quienes no les vaya lo de quitarse el bañador.