Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido: el fondo marino que trepó a las cumbres

Asomarse a los farallones del valle de Ordesa es como hacerlo a un libro abierto de historia. Hace decenas de millones de años, en el Cretácico, la actual cima del Monte Perdido (3.355 metros) era un fondo marino que, por poderosos azares naturales, «ascendió a las cumbres», como le gusta decir a Manuel Montes, director de este parque nacional de más de 15.600 hectáreas. La condición caliza del terreno hizo el resto, al favorecer que de esta imponente montaña pirenaica derivaran cuatro valles de fenomenales desniveles: Pineta, Añisclo, Escuaín y Ordesa, que da nombre al espacio protegido.

Sin olvidar los incuestionables valores naturales del parque, Montes subraya la insólita geomorfología de este paisaje pirenaico que muestra sin pudor los estratos que conforman su historia y todos sus bellos contrastes, de la aridez extrema de las zonas altas, donde el agua de lluvia y deshielo se filtra por grietas y sumideros, a los tupidos bosques y prados en los que esa misma agua se precipita en cascadas y atraviesa cañones y barrancos. Las partes del territorio por encima de los 2.000 metros son extremadamente áridas, dado que el agua de las precipitaciones es absorbida con rapidez por el sistema kárstico, mientras que los fondos de los valles están cubiertos por una vegetación exuberante donde predominan las hayas y los abetos, que dejan paso al pino negro según aumenta la altitud.

Por su apellido, el director del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido parecía predestinado al puesto que ocupa desde hace casi siete años y a varios hitos anteriores. Se formó como ingeniero de Montes y durante años fue el responsable del área de otro monte señero de la Península, el Moncayo, así como del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, también en Aragón. Madrileño de nacimiento pero «oscense consorte», dirige un equipo que alcanza las 105 personas en los periodos de mayor número de visitantes.

Montes es un enamorado de cada uno de los cuatro sectores que componen el parque: el de Ordesa, el más conocido y antiguo (celebra, de hecho, en este 2018 el centenario de su designación como parque nacional), y los de Pineta, Escuaín y Añisclo, que adquirieron el mismo grado de protección a partir de 1982. «Todos tienen sus encantos –afirma el director–. No voy a descubrir la belleza de la Cola de Caballo, solo que si vas en agosto te encontrarás con mucha gente, a pesar de los cupos de visitantes. Yo prefiero rincones más solitarios, como la subida al circo de Gurrundué, adonde acuden menos personas porque la carretera no es demasiado buena».

Otra opción, naturalmente, es «conocer la Cola de Caballo en otras épocas del año», continúa Montes, que nada desearía más que «extender la demanda en el tiempo», aunque es consciente de que «la gente tiene las vacaciones como las tiene», y la alta concentración estacional tiene lugar «en Ordesa y en todas partes». No se queja de los 600.000 visitantes que, como promedio, recibe el parque desde hace 15 años, cifra que experimentó un ligero retroceso el año pasado debido a las obras de reparación de la carretera de Añisclo.

Como es sabido, la orografía del parque está dominada por el macizo de las Tres Sorores, Treserols, el más alto de Europa entre los de composición calcárea y cuya máxima elevación es el Monte Perdido. De este, como si de un exprimidor gigantesco se tratara, surgen de forma más o menos radial las impresionantes crestas montañosas y los cuatro valles glaciares ya citados, cada uno con su correspondiente río: el emblemático Ordesa lo recorre el Arazas, origen del parque nacional; el Cañón de Añisclo lo surca el Bellós; por las Gargantas de Escuaín pasa el río Yaga; y por el valle de Pineta, el Cinca.

Aunque técnicamente no forman parte del Parque Nacional de Ordesa, desde el punto geográfico, son inseparables del conjunto el valle de Bujaruelo, en la zona oeste, y –ya en territorio francés– el valle y circo glaciar de Gavarnie, que tiene en su cabecera la cascada más alta del Viejo Continente, con más de 400 metros de caída vertical.

Como en otros espacios protegidos, el acceso por carretera al corazón del parque está limitado durante Semana Santa, el verano y el puente del Pilar. Un servicio de autobús lanzadera parte en estos periodos desde el centro de visitantes de Torla y llega a la Pradera de Ordesa, de donde nacen una infinidad de rutas a pie por senderos provistos bien de paneles informativos, bien de señalización direccional. Aunque las restricciones comenzaron antes de que llegara a la dirección, Montes recuerda que «tuvieron su polémica pero luego fueron bien aceptadas».

Según las normas establecidas, solo pueden estar recorriendo Ordesa 1.800 personas al mismo tiempo, de manera que, cuando se alcanza ese número de visitantes, el servicio se detiene hasta que desciende al menos un autobús. Este verano y el anterior se ha dispuesto otra lanzadera que permitía acercarse al Cañón de Añisclo, inaccesible por las obras antes mencionadas, sin coste para los visitantes.

Los ciclistas también tienen oportunidad de contemplar las maravillas de Ordesa y Monte Perdido a través de la Pista de las Cutas, jalonada de espectaculares asomaderos al valle. La misma ruta sigue el servicio de taxis 4×4 que ofrece visitas guiadas saliendo de Torla y llegando a Fanlo, con parada en los miradores más relevantes de la zona, y el que hace el camino en sentido inverso, desde Fanlo hasta Torla.

Dependiendo de la altitud, el visitante puede encontrarse con especies de flora tan variadas como el lirio de los Pirineos, el erizón y la conocida flor de nieve o edelweiss. En total, los 350 kilómetros cuadrados que suman el territorio del parque y su Zona de Protección albergan la mitad de la flora propia del Pirineo aragonés, alrededor de 2.450 especies. Al igual que ocurre con la vegetación, la diversidad de ambientes genera una gran riqueza faunística y una amplia representación de especies animales. Es obligado mencionar a las marmotas, los quebrantahuesos y los sarrios o rebecos, que suplen de algún modo la ausencia del bucardo o cabra pirenaica, extinguida como producto de un abuso de la caza y de la degeneración genética. Otras aves muy abundantes son el águila real, el alcotán, el alcaudón real y el acentor alpino, entre otras.

Para reponer fuerzas después de demorarse entre los acantilados de Ordesa, nada mejor que aprovecharse de la genuina generosidad aragonesa («Aquí se come bien y abundante; son generosos con las raciones», señala Manuel Montes) y de los sabrosos productos típicos de la tierra, del ternasco a la ternera del valle de Broto, sin dejar de hacer parada en los quesos artesanos de toda condición que abundan en este hermoso paraje de los Pirineos.

Visita el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido

El punto más cómodo de entrada al valle de Ordesa es el Puente de Navarros. Desde este lugar, podemos explorar un espacio natural que encierra uno de los más extraordinarios paisajes de alta montaña. El Parque Nacional está dividido por sectores: el Añisclo, el Escuaín, Ordesa, Pineta, Monte Perdido y el Valle Bujaruelo. Existen distintos puntos de información en cada sector y hay un excelente servicio de autobuses para entrar en el corazón del parque, con una tarifa de 4,50 euros por persona. Las mejores épcoas para realizar la visita son la primavera y el otoño.

Hay muchas razones para visitar el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Debido al interés internacional de su orografía, el Parque cuenta con reconocimientos como Geoparque de la UNESCO y ZEPA.

Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido: Ficha técnica

• Declaración: 16 de agosto de 1918

• Superficie: 15.696,20 hectáreas declaradas como Parque Nacional

• Provincias: Huesca

• Reconocimientos: Reserva de la Biosfera (1977), Zona de Especial Protección de la Aves -ZEPA- (1988) Diploma del Consejo de Europa a la Conservación (1988, 1993, 1998), Patrimonio Mundial de la UNESCO (1997), Geoparque de la Unesco y Reserva Natural Fluvial

• Principales ecosistemas: El parque está marcado por el macizo calcáreo de Tres Sorores que da lugar a diferentes valles glaciares, como los de Ordesa, Pineta… Fruto de su condición fronteriza entre la Europa Continental y la Mediterránea. acoge una variada fauna. Se han contabilizado unas 38 especies de mamíferos, 68 de aves nidificantes (unas 120 si contamos las emigrantes), 5 de anfibios, 8 de reptiles y 5 de peces.

Centros de visitantes e información

• Valle de Ordesa, Av. Ordesa, s/n. Torla-Ordesa.

• Valle de Añisclo. C/ Mayor, s/n. Escalona

• Valle de Escuaín. C/ La Iglesia, s/n. Tella

• Valle de Pineta. Plaza Mayor, s/n. Bielsa

Horarios: 9 a 14 y 16,15 a 19 (lunes a domingo)

+ info: www.ordesa.net y ordesacentenario.es