Territorio Volkswagen T-Roc, pueblos, castillos y una ruta en cabrio

La sensación de conducir un cabrio resulta difícil de describir. La opción del nuevo Volkswagen T-Roc por las carreteras de Burgos es la mezcla perfecta de sol, montañas, bosques y arte. Disfrutar de esos pueblos semi escondidos detrás de un castillo o las orillas de un río que marcan la carretera es un placer irrepetible.
Lo primero que se nos viene a la mente al nombrar Aranda de Duero es comer un buen lechazo o visitar una bodega de vino. Toda la vida del pueblo gira en torno a la Plaza Mayor, donde en los meses estivales es el mejor sitio para disfrutar de una de sus terrazas.

El sol, el aire y la sensación de libertad son un valor añadido para nuestro cabrio. Por eso comer en Aranda de Duero, disfrutar de un buen lechazo en un asador tradicional, de esos que tienen el horno y la parrilla a la vista de los comensales puede ser el inicio de la ruta.
Casi se impone también una decoración tradicional, castellana, y techos con vigas vistas. Hay unas características comunes que son la sopa castellana y la ensalada, además de pinchos de chorizo y morcilla, y dulces de postre.
La verdad es que es una fórmula que funciona porque con la suma de un buen cordero, vino de Ribera del Duero y trabajo duro es difícil que algo pueda salir mal. La sabiduría popular, al menos la sabiduría arandina, lo tiene muy claro y lo repite continuamente: “los mejores corderos son los que oyen las campanas de Santa María”.

La Iglesia de Santa María es impresionante, diseñada por el mismo arquitecto que hizo la Catedral de Burgos. Y como el ambiente ya nos empieza a traer aromas del vino, no nos podemos ir de aquí sin visitar alguna de sus múltiples bodegas subterráneas.
El padre Duero siempre nos permite volver una y otra vez y en cada ocasión nos permite descubrir un tesoro diferente. Como otras veces podemos tomar como guía el sendero GR-14, que atraviesa el sur de la provincia de Burgos rozando las orillas de uno de nuestros ríos favoritos.

El monasterio de la Vid es uno de esos monumentos a los que no nos cansamos de regresar. Su masa imponente, el recuerdo de historias y leyendas, la gran biblioteca que llegó a acumular y esa maravillosa leyenda de la aparición de la Virgen sobre una vid, nos conquista el corazón cada vez que la recordamos. A pocos kilómetros aparece la silueta del castillo de Peñaranda de Duero.

En la otra orilla, nuestro destino puede ser Zuzones, que tiene a gala ser el último pueblo de España en un listado alfabético. Esta zona nos permitirá descubrir la maravilla natural de las chimeneas de las hadas, unas curiosas formaciones geológicas. Además de árboles de ribera, en esta zona encontraremos buenos ejemplares de encinas, enebros y sabinas que nos transmiten esa imagen de la vieja Castilla.
Si buscamos carreteras estrechas siempre podemos ir hacia la Sierra de la Demanda. Salas de los Infantes puede ser el punto de entrada. Un extraño laberinto de choperas, robles y pueblos anónimos nos llevan a Pineda de la Sierra.

Cobijada por las cumbres de la montaña, casi siempre nevadas, el entorno de Pineda de la Sierra es un paraíso natural. Tiene frondosos bosques, valles verdes, lagunas de origen glaciar y curiosos yacimientos donde encontrar huellas de dinosaurios. En Pineda de la Sierra además está la mayor concentración de necrópolis y eremitorios de la alta Edad Media de toda Europa. La carretera casi nos lleva hasta Belorado y la N-120 que para muchos es la gran ruta del Camino de Santiago. Algunos edificios hablan de su pasado comercial, marcados por el río Tirón y sus días de mercado. Su Plaza Mayor y los restos de su castillo son la huella de un pasado que se revitaliza los días de mercado. Nuestro VW T-Roc es el compañero perfecto.
