Los badenes, también conocidos como ‘guardias tumbados’, abundan en las carreteras hoy en día. A pesar de que sirven para regular la velocidad y aumentar la seguridad en habituales zonas de paso peatonales, también tienen efectos negativos, y no pocos precisamente. Entre las consecuencias de la instalación de badenes se encuentran daños en el chasis y en la suspensión de los vehículos, incomodidad entre los pasajeros de los coches -e, incluso, lesiones lumbares- y, ojo, un incremento de la contaminación ambiental.
Y es que según una investigación realizada por el Instituto Nacional de la Salud británico -NICE-, los badenes están consiguiendo el efecto contrario al de su propósito inicial, que no es otro que garantizar la seguridad y regular la circulación. Según el estudio, éstos tendrían la culpa de que se emitan muchos más gases nocivos para el medio ambiente debido a la necesidad de los conductores de estar continuamente acelerando y frenando por su presencia. Es normal que este tema les preocupe, ya que cada año mueren 25.000 británicos por la contaminación atmosférica.
Este estudio concluye que con la eliminación de los badenes se reduciría considerablemente la cifra de fallecidos por esta razón. Sin ellos, el tráfico sería más fluido y un análisis en varias poblaciones cercanas a Londres así lo ha demostrado. Concretamente se ha determinado que en una zona con resaltos y la velocidad limitada a 20 millas por hora se emiten un 47% más de partículas contaminantes y un 60% más de NOx y CO2 que en otra ubicación similar sin badenes.
Por último, para controlar el tráfico con una eficacia similar a la de los resaltos, NICE propone varias medidas, como la utilización de días sin coche, la construcción de viviendas en zonas alejadas de las carreteras, nuevas y mejores rutas para bicicletas o la instalación de badenes inteligentes que modifiquen su dureza en función de la velocidad a la que se pasa sobre ellos.