Hace unos días, estuve viendo una acalorada discusión en redes sociales sobre una publicación de un influencer que hablaba sobre si se debía frenar en medio de una curva o no en circuito durante una competición.
Lógicamente, la competición no es lo mismo que circular por la calle o por una carretera, igual que no es lo mismo competir en un circuito que en un rally de tierra, o conducir un SUV con tracción total y dos toneladas de peso o un utilitario que pese la mitad y que tenga tracción delantera.
Y ni qué decir tiene que, en conducción normal, no es lo mismo frenar con fuerza que hacerlo suavemente, ni es lo mismo hacerlo en seco o en mojado y, por supuesto, también depende de si la curva es muy cerrada o no, o está sucia, o contraperaltada…
Además, hay que tener en cuenta que un coche de serie tiene una serie de sistemas de seguridad, como el ABS o el control de estabilidad ESP, que están pensados para evitar todos estos problemas. Por poner un ejemplo, no tiene nada que ver frenar en curva con un Seat 127 de los años 70 que con un Seat Ibiza actual.

Con todo, la verdad es que no hay unas leyes que sean inquebrantables, pero sí es cierto que hay una serie de consejos que pueden ser muy útiles en la mayoría de las circunstancias, sea cual sea nuestro coche. Y siempre, insistimos, para realizar una conducción normal por carretera en la que prime la seguridad. Los consejos de conducción deportiva se los dejamos a los pilotos o a los monitores.
Lo ideal, frenar con las ruedas rectas
Primero, un poco de física. Cuando vamos circulando con nuestro coche en línea recta, se puede decir que todo el peso va repartido entre las cuatro ruedas. Dependiendo de cuál sea el reparto de pesos, o cómo vayamos de cargados, puede recaer más o menos peso sobre cada rueda pero, básicamente, digamos que el peso va repartido entre las cuatro ruedas de una forma más o menos homogénea.
Cuando frenamos, modificamos ese reparto de pesos. Si lo hacemos en línea recta, habrá más peso sobre las ruedas delanteras, al tiempo que las traseras soportarán menos peso. Pero, si frenamos en apoyo, por ejemplo, en una curva de izquierdas, será la rueda delantera derecha la que soporte más peso, mientras que la trasera izquierda será la que tenga menos kilos recayendo sobre ella.
Lógicamente, esto puede afectar al comportamiento del coche, pero más que el hecho en sí de frenar en la curva, la clave está en cuánto frenemos y la brusquedad con la que lo hagamos.
Así, mientras todo suceda con cierta progresividad, no debería suponer mucho problema frenar ya en la curva, si bien lo ideal es tratar de frenar con más fuerza cuando las ruedas aún están rectas e ir levantando conforme comenzamos a girar, y nunca al revés.
Dicho esto, hay dos cosas que también se deben tener en cuenta. Todos los coches, incluso los más antiguos, cuentan con un repartidor de frenada (antiguamente, de tipo mecánico; hoy, controlado electrónicamente y junto con el control de estabilidad y el ABS) que consigue que, cuando las ruedas traseras van perdiendo peso en la frenada, reciban menos presión de frenado para evitar que el coche tienda a derrapar.

Lógicamente, con los coches actuales, muy bruto hay que ser para provocar que el coche se desestabilice si frenamos con fuerza en plena curva pero, como siempre, todo dependerá de la velocidad que llevemos, de si la curva se cierra o no, del agarre que haya en ese momento…
Además, hay que tener en cuenta otra cosa, aunque eso ya lo dejaremos para más adelante. Muchas veces, los conductores tienen la sensación de que continuar frenando a la entrada de la curva les aporta seguridad, cuando en realidad hay muchas ocasiones en las que es más seguro mantener un mínimo de aceleración para mantener el peso del coche más equilibrado entre ambos ejes y, al mismo tiempo, conseguir que sea la tracción la que nos saque de la curva con un mayor control.
¿Y qué ocurre si tengo que realizar una frenada de emergencia en plena curva? Pues, si no tenemos otro remedio, habrá que intentar frenar tan fuerte como podamos y, al mismo tiempo, tratar de hacerlo con las ruedas lo más rectas posible, si la carretera nos da margen. En cualquier caso, si nuestro coche tiene ABS y ESP, debemos tratar de frenar a fondo siempre, pues estos sistemas deberían ayudarnos a evitar una pérdida de control del vehículo y, en caso de impacto, cuanto más baja sea la velocidad a la que choquemos, mejor.
No sólo es cuestión de frenar en el sitio adecuado
Por supuesto, hay otras muchas variables que pueden influir más en el comportamiento del coche que el momento en el que frenemos. Y nos referimos a cosas básicas que en muchas ocasiones no tenemos en cuenta, como llevar los neumáticos con la presión adecuada y con la banda de rodadura en buen estado, o utilizar neumáticos de primeras marcas y calidad contrastada, o llevar la suspensión revisada y cambiando los amortiguadores cuando ya no estén en su mejor momento, o asegurarnos de que los frenos también están en perfecto estado.
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